Estamos en el segundo apartado del capítulo II del libro de Michel Heinrich (MH). «Teoría y crítica» es su título. MH describe del modo siguiente la aproximación de lo que llama «marxismo ideológico» (véase http://www.rebelion.org/noticia.php?id=250534 ) al hacer de Marx: el amigo de Engels ha sido considerado como el gran economista del movimiento obrero […]
Estamos en el segundo apartado del capítulo II del libro de Michel Heinrich (MH). «Teoría y crítica» es su título.
MH describe del modo siguiente la aproximación de lo que llama «marxismo ideológico» (véase http://www.rebelion.org/noticia.php?id=250534 ) al hacer de Marx: el amigo de Engels ha sido considerado como el gran economista del movimiento obrero [MO], un economista revolucionario que desarrolló una economía política [EPM] opuesta a la economía burguesa (que serían las escuelas, teorías y tendencias económicas que hablan positivamente del capitalismo). Marx tomó de Smith y Ricardo, «los mayores representantes de la denominada economía política clásica», la teoría del valor-trabajo pero, a diferencia de ellos, desarrolló una teoría de la explotación de la fuerza de trabajo y de la necesidad de la crisis del capitalismo.
MH afirma que, desde esa perspectiva, no hay ninguna diferencia fundamental de categorías entre la E.P. clásica y la EPM(arxista), solamente una diferencia de resultados de la teoría. Con sus palabras:
Esta es básicamente la interpretación de la ciencia económica moderna: para ella Marx es, por el contenido de su teoría, un representante de la escuela clásica que simplemente ha sacado otras consecuencias que Smith y Ricardo. Y ya que para la ciencia económica moderna los clásicos se consideran como algo superado (la teoría moderna ha abandonado la determinación del valor a través del trabajo), el economista actual piensa que ya no necesita ocuparse seriamente de la teoría de Marx.
No es esa la posición de MH. La resumimos:
1. Como pone de manifiesto el subtítulo de El Capital, Marx no quería hacer una economía política alternativa sino una crítica de la economía política.
2. Esa crítica no es solo la crítica de las teorías anteriores con el objetivo de probar su propia legitimidad.
3. Marx no se limita a la crítica de ciertas teorías (también por supuesto), sino que su crítica, bien interpretada apunta a la EP en su totalidad: «es una crítica de los presupuestos categoriales de toda una ciencia», de la ciencia de la economía política.
4. MH cita para fundamentar su posición una carta de Marx a Lassalle de finales de la década de los cincuenta:
El trabajo de que se trata, en primer lugar, es la crítica de las categorías económicas o, if you like, el sistema de la economía burguesa expuesto críticamente. Es al mismo tiempo la exposición del sistema y a través de la exposición crítica del mismo
5. La crítica de las categorías comienza con la categoría más abstracta de la EP: el valor. Marx concede a la EP clásica el haber comprendido el «contenido de la determinación del valor», la conexión entre trabajo y valor, pero la teoría económica clásica [TEC] «nunca se ha planteado siquiera la pregunta de por qué este contenido adopta esta forma». Este es el nuevo enfoque, la nueva perspectiva.
6. El padre de Tussy critica, pues, no solo los resultados obtenidos por la TEC sino la forma en que plantea las mismas preguntas, es decir, «la diferencia entre lo que la economía política pretende explicar y lo que acepta como algo tan evidente que no tiene que ser explicado en absoluto». Así, la forma de mercancía de los productos del trabajo humano.
De este modo, Smith partirá, como de una especie de postulado que no necesita justificación, de que los seres humanos, a diferencia de los animales, tienen una propensión al intercambio. Inferencia smithiana y de la economía clásica: esta propensión sería una de las características del hombre, no del hombre del Renacimiento o el hombre de la era del capital, sino del hombre como tal, el considerar todas las cosas en tanto que mercancías.
Las relaciones sociales como el intercambio y la producción de mercancías son «naturalizados» y «cosificados» dentro de la economía política, de modo que se las concibe como relaciones causi-naturales, en definitiva, como propiedades de las cosas (las cosas no poseen un determinado valor de cambio a causa de un determinado contexto social, sino que el valor de cambio es algo que les corresponde en sí mismas). A través de esta naturalización de las relaciones sociales parece que las cosas tuvieran las propiedades y la autonomía de los sujetos.
7. Marx califica de absurdas este tipo de relaciones; habla de objetividad espectral y de calidad oculta. MH sostiene que en el marxismo ideológico, así como en las críticas burguesas a Marx, tales consideraciones se han pasado por alto la mayor parte de las veces o se han pensado como particularidades del estilo marxiano, nada esencial. Para MH, Marx se refería con estas denominaciones a un estado de cosas fundamental para la crítica de la EP. La naturalización y la cosificación de las relaciones sociales, sostiene el filósofo marxista alemán, no se deben a un error de análisis de los economistas sino que «son el resultado de una imagen que se desarrolla por sí misma entre los miembros de la sociedad burguesa a partir de su praxis cotidiana».
De ahí, sostiene MH, que en el libro III de EC Marx señale que en la sociedad burguesa las personas viven en «un mundo encantado, invertido y puesto de cabeza» y que esta «religión de la vida cotidiana» no solo constituye la base de la conciencia espontánea sino también el trasfondo de las categorías de la economía política.
8. Así, pues, la crítica marxiana de la EP pretende disolver el campo teórico (las ideas que se consideran evidentes por sí mismas y las representaciones que se producen espontáneamente) al que las categorías de la disciplina deben su aparente plausibilidad. Aquí confluyen la crítica del conocimiento de la EP clásica, una crítica gnoseológica, teórica, si se quiere, y el análisis crítico (con diana práctica) de las relaciones de producción capitalistas. Ninguna de las dos, sostiene MH, es posible sin la otra; se retroalimentan ambas.
9. Así, pues, Marx no solo se propuso en EC una crítica de la ciencia burguesa y de la conciencia burguesa sino también una crítica de las relaciones sociales burguesas. Dos (o tres) en una. De ahí su comentario sobre «el misil más terrible que se ha lanzado a la cabeza de los burgueses (terratenientes incluidos)». Para ello el filósofo y revolucionario de Tréveris pondrá de manifiesto los costes sociales y humanos que acarrea necesariamente el desarrollo capitalista. Todos los métodos para aumentar la fuerza productiva social del trabajo se realizan a costa del trabajador individual. Todos lo medios para el desarrollo de la producción, sin excepción, se transforman en medios de dominio y explotación del trabajador.
MH cita un importante pasaje (ecologista) del libro I de EC. El siguiente:
La producción capitalista solo desarrolla la técnica y la combinación del proceso social de producción socavando al mismo tiempo las fuentes originales de toda riqueza: la tierra y el trabajador.
10. Para MH, estas observaciones no pretende ser una crítica moral. «Marx no recrimina al capitalismo (ni tampoco al capitalista individual) que infrinja ciertas normas de justicia eternas». Marx parte de la constatación de un estado de cosas: al capitalismo le es inmanente un enorme potencial destructivo que se activa de manera constante. Por su modo de funcionamiento, más allá de las características del capitalista singular, el capitalismo siempre va a lesionar los intereses más básicos de trabajadores.
MH sostiene que frente a las exigencias desmesuradas del capitalismo, Marx no trae a colación un derecho moral a una vida íntegra o algo parecido. Con la comprensión creciente del MPC, de su naturaleza destructiva, la clase trabajadora emprenderá la lucha contra este sistema no por consideraciones morales sino por su propio interés. «Pero no de un interés que busca una posición mejor dentro del capitalismo, sino del interés de una vida buena y segura, que solo se puede realizar más allá del capitalismo».
Hay mucha tela que cortar en estas últimas consideraciones de MH. Volveremos sobre ello.
El siguiente apartado de este segundo capítulo está dedicado a la dialéctica, a un viejo y muy complejo asunto.
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