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Tiempo de epulones y perillanes

Fuentes: Rebelión

Vivimos época de confusionismo, ambigüedad, barullo (y, a río revuelto, ganancia de depredadores y epulones). El socialismo, último y congruente producto de la Ilustración, al ser los ideales de la revolución burguesa reclamados no sólo para la burguesía sino para la inmensa mayoría de los hombres, está siendo tomado al asalto por el último producto […]

Vivimos época de confusionismo, ambigüedad, barullo (y, a río revuelto, ganancia de depredadores y epulones). El socialismo, último y congruente producto de la Ilustración, al ser los ideales de la revolución burguesa reclamados no sólo para la burguesía sino para la inmensa mayoría de los hombres, está siendo tomado al asalto por el último producto del individualismo posesivo (repasen la obra, «clásica» al respecto, de Crawford Macpherson; a uno, ignorante, se la descubrió D. López Garrido, cuando él era letrado de las Cortes y me recomendaba –uno era capitán de la Escala Activa– no dedicarme a la política, consejo que seguí. Hasta que el PSOE, por boca de Narcís I el Pacificador –esto es, de su jefe de gabinete, el apreciable Lluís Ballbé– me convenció de que debía irme del Ejército, pues en el proyecto de F. González (quizá obsesionado por el fantasma de Azaña, quizá obedeciendo órdenes de Willy Brandt y la embajada americana e indicaciones de Su Majestad, quizá por la personal obsesión felipiana por el pragmatismo) no cabíamos militares «úmedos», y menos alguien como servidor que escribía en El País, Diario 16, El Periódico catalán, Levante, Deia, etc, pidiendo la desfascistización de las FAS). (Luego, vimos a López Garrido en Manises, alentando al personal de Nueva Izquierda a largarse de Esquerra Unida hacia el PSOE o «casa común» (sic), garantizando «puente de plata» (sic), esto es, prebendas políticas a los más destacados).

Tiempos revueltos, como los de la interesantísima saga de sobremesa de TV1, aunque sean tan distintos. Se van a ilegalizar ANV y el PCTV por una decisión política (lo que es fácil de entender, en periodo electoral no hay más razón, interés ni moral que ganar las Elecciones; máxime si la oposición juega suciamente a ganarlas extrayendo el mayor lucro posible del terrorismo –recuerdan al paquistaní Musharraf–, igual que de explotar el anticatalanismo); por una decisión política, decimos, que se quiere vestir de jurídica, obviando que la Constitución mete a los partidos políticos en sus primeras líneas (Artículo 6 del Título Preliminar de la CE), que los partidos tienen misión fundamental de manifestar «la voluntad popular» –lo cual uno entiende como la voluntad de los distintos grupos o sectores de la sociedad– así como de ser instrumento básico de «participación política» o en política, y que dichas ANV, etc son una «realidad social» (la que hay que tener en cuenta, Art. 3.1 del Código Civil, para aplicar e interpretar las normas jurídicas, y aquí no sobra reseñar varias encuestas en que un tercio de los ciudadanos se manifiestan contra la ilegalización de ANV). Por todo ello, ilegalizar un partido legal debe ser muy excepcional, no que se note que es para no perder las Elecciones.

Tiempos de confusión en demasiados ámbitos: el PP, como no domina ninguna de las Cámaras de las Cortes, recurre al fraude de ley, convirtiendo el Tribunal Constitucional en una 3ª Cámara que burle al Congreso y al Senado. Y Llamazares –quien ya salió con subterfugios Coordinador estatal, cambiando el Reglamento en plena Asamblea máxima de IU, a ultimísima hora de la tarde-noche, cuando la mayoría de delegados que debían votar tal cambio estaban en pasillos elaborando las listas al Consejo Político Federal– va a consumar, parece, un golpe de estado, que suena a viejas purgas, contra la soberanía estatutaria de EUPV, Esquerra Unida del País Valencià, anulando su Asamblea de 17 de noviembre pasado, para poder pactar, a la catalana invertida, no con el «PSC valenciano» y con «ERC valenciana», sino con «CiU valenciana» o Bloc Nacionalista Valencià (al que respeto, soy amigo de su jefe en Valencia y ex alumno mío, leo El Punt, pero qué quieren ustedes, uno tiene relación casi pornográfica con llamar a las cosas por su nombre, aunque así no se prospere mucho en la política). En fin, yo estoy con mi ex Rector, Pedro Ruiz: hay que transformar, no sólo pactar y chalanear.

Época también de anfibología, doble moral, doble Derecho, en lo internacional (antes, se imponía el poder por la desnuda fuerza, ahora hay que mentir o fingir mucho más). Se va a dar vist i plau a la independencia de Kosovo, pero en Chechenia que es foten, el Sahara seguirá bajo prisión y tortura de la satrapía marroquí, se convalida la limpieza étnica de serbios en la misma Kosovo, como antes en Croacia, mientras se persigue la que infligieron los serbios. Se consiente el holocausto de Gaza, la crucifixión del pueblo palestino, por quienes lucen como enseña religiosa una cruz que ya no sabemos si es bendita o maldita. ¡Que sean crucificados quienes apoyan a un Gobierno y Parlamento palestino salidos de Elecciones democráticas! Que se rían de la ONU los sionistas (yo no soy antijudío, soy dreyfusard), que sigan demoliendo casas de pobres gentes y les roben sus olivares y limoneros, que mueran enfermos en carreteras bloqueadas, que dejen los hospitales sin energía eléctrica, que dividan a las familias con un muro ladrón, ilegal e inhumano, ciscándose en la manoseada «comunidad internacional».

Acabemos: ya que hemos citado a los «úmedos«, les diré que su sucesora dentro de un orden, el Foro Milicia y Democracia, del que uno es modesto miembro, celebra en Madrid, el sábado 15, un acto importante que incluye conmemorar el 30º aniversario de la autodisolución de la UMD a raíz de las primeras Elecciones democráticas tras la dictadura. Era una autopromesa, de respeto al Gobierno surgido de la voluntad popular, y de paso era rebajar coartadas a los militares retrofranquistas-golpistas. Pero todavía no hay un Gobierno que se atreva a rehabilitarnos plenamente. Nuestra tan cacareada democracia parece no haber terminado la «transición». Esperarán a que nos muramos todos, como nuestros últimos soldados de la República, los guerrilleros maquis, caso único en Europa –la ex comunista y la liberal capitalista– con los combatientes antifascistas.

* José Luis Pitarch, vicepresidente de Unidad Cívica por la República