La muerte en atentado del empresario de la construcción Ignacio Uria es un hecho grave que no puede dejar indiferente a nadie. Sean cuales fueran las razones que esgriman los autores de la acción, lo cierto es que la misma irrumpe en el escenario vasco y condiciona la actividad de todos los agentes políticos y […]
La muerte en atentado del empresario de la construcción Ignacio Uria es un hecho grave que no puede dejar indiferente a nadie. Sean cuales fueran las razones que esgriman los autores de la acción, lo cierto es que la misma irrumpe en el escenario vasco y condiciona la actividad de todos los agentes políticos y sociales, más allá de la propia intención que puedan guardar quienes la han cometido.
Por un lado, es evidente que el discurso que comenzaba a asomar desde la izquierda abertzale queda de alguna manera en stand by. Es cierto que el comunicado oficial emitido por parte de la IA no es una mera declaración al uso. En el mismo se dice compartir «la conmoción social y política con la sociedad vasca ante los hechos que han causado la muerte a Ignacio Uria». Se añade la «preocupación» por la situación actual, que se describe en términos de «bloqueo, confrontación y vulneración de derechos», lo que conduce a exigir esfuerzos para «encauzar soluciones definitivas».
Pero lo sustancial de la nota, que estimo ha pasado bastante desapercibida entre el aluvión mediático generado tras el atentado de Azpeitia, estriba en lo que se dice en el último párrafo. La izquierda abertzale afirma que es necesario abordar «desde todos los ámbitos y por parte de todas las organizaciones de la izquierda abertzale y de todos los agentes políticos, sindicales y sociales» un «debate y reflexión de carácter estratégico«, que permita a la sociedad vasca «abrir un ciclo de resolución del conflicto desde vías políticas y democráticas«.
Ya sé que, a veces, el lenguaje político es enrevesado y se hace necesario leer entre líneas, pero creo que ésta no es una respuesta habitual para salir de un compromiso, sino que encierra dentro un importante contenido que esperemos se vaya desarrollando en el próximo futuro.
Reflexiones anteriores
La verdad es que casi toda está ya escrito. Por lo tanto, poco puede haber de nuevo en este ámbito, si nos situamos de cara a una reflexión de carácter estratégico. En esa línea, me viene a la memoria el reciente artículo de Rafa Díez Usabiaga publicado en la revista «Herria 2000 Eliza», en el que aborda las características de un proceso independentista para Euskal Herria. Para quien no lo haya leído aún, reproduzco aquí un párrafo muy significativo: «La independencia es una alternativa a lograr con la adhesión social mayoritaria. Su legitimación tiene que estar exclusivamente soportada en el aval social. Esta apuesta por «vías exclusivamente políticas» necesita indispensablemente de un marco democrático de confrontación de ideas y proyectos políticos. Espacio democrático que debe conformarse desde el respeto, sin injerencia e hipoteca alguna, de los Estados Francés y Español a la voluntad de la ciudadanía vasca. Cuestión ésta determinante para la superación del conflicto político violento que sigue sufriendo Euskal Herria».
Y abundando en el mismo asunto, quien quiera estar bien informado, deberá releer, si no la ha leído anteriormente, la entrevista concedida por Arnaldo Otegi al diario «Gara» el pasado domingo.
Para terminar, no puedo dejar de hacer referencia a las consecuencias que puede tener lo sucedido en las plataformas anti-TAV. Es evidente que éstas son de carácter plural y que en su seno se manifiestan posturas diversas. No obstante, me han llamado la atención las declaraciones realizadas por un miembro de la Asamblea, Mikel Alvarez, a título personal. Alvarez, tras mostrar su «rabia» por los hechos, afirma que se debe realizar una «profunda reflexión» por parte de los agentes implicados en la pelea contra el Tren de Alta Velocidad y añade: «Paralizar el TAV y fomentar el debate depende de las dinámicas populares que seamos capaces de generar desde el movimiento social y no desde luego del supuesto papel de garante de una organización armada».
Quienes conocen a Mikel sabrán dar a sus palabras el valor que guardan, dado que se trata de un militante histórico de la lucha ecologista radical en este país. Es cierto que el atentado de Azpeitia trasciende de la mera cuestión coyuntural del TAV, e implica muchas otras cuestiones concatenadas, pero tampoco podemos pasar por alto la repercusión que pueda tener en ese ámbito de la estricta lucha ecologista y antidesarrollista.