Dios debe ser muy cruel. Sus -autoproclamados- más fieles seguidores no cesan de asesinar en nombre de Él. Unos le llaman Allah, y con su bendición, murieron desde septiembre 2001, unas 5.000 personas. Otros lo llaman Dios, y en el mismo periodo deben haber muerto más de 150.000 personas. «God bless America». Aunque cometen sus […]
Dios debe ser muy cruel. Sus -autoproclamados- más fieles seguidores no cesan de asesinar en nombre de Él. Unos le llaman Allah, y con su bendición, murieron desde septiembre 2001, unas 5.000 personas. Otros lo llaman Dios, y en el mismo periodo deben haber muerto más de 150.000 personas. «God bless America». Aunque cometen sus crímenes en nombre del mismo Dios, unos suelen ser llamados terroristas islamistas mientras los otros son representados como defensores de los Valores, de la Democracia y la Libertad. Los primeros son, en el mejor de los casos, llevados a tribunales, sino son asesinados directamente o en otros casos son torturados, encerrados en campos de concentración, como Guantánamo, o en cárceles secretas sin acusación ninguna. Los asesinos cristianos, al contrario, gozan de plena impunidad.
Los políticos que sí lloran por las víctimas de unas bombas colocadas en los trenes de Madrid, pero apoyan a los que echan bombas en escuelas, hospitales o barrios enteros, no solamente son hipócritas, sino criminales que merecen ser enjuiciados por crímenes contra la Humanidad. Y eso es válido para políticos como Aznar y los demás miembros de su gobierno, pero también para otros, como Zapatero que predica la paz, pero ejerce igualmente la guerra. Llamar la invasión de Irak ilegal, pero a la vez mantener las buenas relaciones con los responsables del asesinato de más de 100.000 civiles inocentes en Irak, es ridiculizar a las victimas del terrorismo. No importa si caen en las calles de Madrid o en las de Faluya. Pero Zapatero no solamente mantiene, o pretende mantener, buenas relaciones con los fundamentalistas de Washington, sino que les brinda todo el apoyo político, económico y militar. Al no romper las relaciones comerciales y militares con EEUU, Zapatero se convierte en cómplice activo de los crímenes cometidos por el ejército en Irak. Tampoco hay que olvidar que EEUU utiliza activamente el territorio del estado español para cometer sus crímenes. No cerrar estas bases militares significa que el gobierno español apoya al terrorismo cristiano del régimen de Bush.
Los militares y civiles que trabajan en estas bases militares, igual que los traficantes de armas españoles tampoco se eximen de su responsabilidad como cómplices de los crímenes cometidos en Irak. Según el tribunal de Nuremberg, que tras la segunda guerra mundial enjuició a los crímenes de guerra y los crímenes contra la Humanidad, no es válida la excusa de que sólo hacen su trabajo o actúan bajo órdenes de sus superiores. Según el mismo tribunal, todos aquellos que tienen conocimiento de crímenes contra la Humanidad, pero no actúan contra ello, se pueden considerar cómplices de éstos crímenes.
Si algún día se hiciera un juicio contra la invasión y ocupación de Irak, en las sillas de los acusados se deberían sentar muchos españoles. Desde Aznar y Zapatero, con sus ministros, hasta los generales y militares españoles que brindan el apoyo a la maquina de guerra estadounidense, pasando por el personal español de las bases militares estadounidenses.
Resulta curioso, que después del asedio a Faluya, una ciudad de 300.000 habitantes, el asesinato de un iraquí herido por un soldado estadounidense provoca un escándalo mediático. Después de 10 días de bombardeos indiscriminados de barrios, escuelas, hospitales, después de cortar el agua y la luz después de impedir la entrada de ayuda humanitaria y la asistencia médica, después de todos estos crímenes (cada uno una clara violación del derecho internacional), en los cuales seguramente murieron centenares o miles de civiles inocentes. Estas victimas, ‘daños colaterales’, producto de un terrorismo de estado sin limites, pasan desaparecidos, aunque todos podemos imaginarnos los centenares de hombres, mujeres, niños y niñas destrozados por las bombas. Bombas echadas por órdenes de unos fanáticos que invocan la bendición de algún Dios y que diariamente provocaron más de un Atocha. Y nadie reclama el enjuiciamiento de estos fanáticos. Ni siquiera se preocupan por contabilizar a los muertos, o apoyar a los familiares.
Si Zapatero realmente cree que la invasión de EEUU en Irak fue ilegal, (y lo es desde todo los puntos de vista jurídicas internacionales y lo confirmó el Secretario General de la ONU, Kofi Annan), debe llevar a juicio a los responsables de la misma. Pero todos sabemos que no lo hará. Como tampoco se llevará a juicio a los cómplices del genocidio cometido contra los palestinos. Ni se enjuiciará a los que masacran en Colombia o Nepal, ni a los que torturan en Marruecos o Egipto, ni a las dictaduras de Pakistán o Arabia Saudita, ni a los que practican la guerra sucia contra las minorías en Indonesia o Méjico, ni a otros tantos verdugos. No se hará, mientras son buenos clientes para nuestros productos militares y no se oponen al modelo consumista occidental.