Un ejército de pensadores para la batalla de las ideas Elvis Arapa Díaz, estudiante peruano coordinador general del Congreso, dio por inaugurado el trabajo filosófico de los muchachos delegados que llegan desde más de diez países y desde muchos lugares del Perú. Bolivia, Argentina, Chile, México… En cada palabra se hace visible el acento y […]
Un ejército de pensadores para la batalla de las ideas
Elvis Arapa Díaz, estudiante peruano coordinador general del Congreso, dio por inaugurado el trabajo filosófico de los muchachos delegados que llegan desde más de diez países y desde muchos lugares del Perú. Bolivia, Argentina, Chile, México… En cada palabra se hace visible el acento y la piel de un continente que tiene, en estos jóvenes filósofos, una de sus certezas y compromisos más importantes. Cada participante ha hecho un esfuerzo enorme para llegar hasta aquí, casi sin apoyos, con horas y horas de viaje a cuestas y armados con ideas para las batallas intelectuales que la realidad nos impone. Verlos reunidos es una inspiración, escucharlos debatir y proponer es un compromiso. Chicas y chicos universitarios interesados por pensar correctamente un presente cargado con fututo revolucionario inmediato. Nara será igual después. Ya se ven lo mejores augurios. Las autoridades más altas de la Universidad de San Agustín brillaron por su ausencia, se perdieron una experiencia formidable.
Las ponencias comenzaron a tambor batiente. El filósofo José F. W. Lora Cam arremetió meticulosamente contra las taras filosóficas que más daño hacen en nuestro continente, las taras que en muchas universidades se tienen por «logros académicos» y por doctrina erudita para la inutilidad funcional. Con lujo de ironía expuso su trabajo «Viva el nihilismo, adiós al método». Y había que ver los rostros de los muchachos oscilantes entre la coincidencia crítica y el descubrimiento de enfoques convencidos y comprometidos. Lora Cam concluyó ratificando la vigencia de Marx y se llevó puesto en el corazón un aplauso vital mezclado con fraternidad, sonrisas inteligentes y coincidencias francas. Una conferencia magistral. ¿Puede pedir más un profesor?
Luego habló Tito Cáceres Cuadros; recorrió la temática del congreso como quien abraza a los estudiantes con ideas. Sobrio, profundo y comprometido Cáceres Cuadros puso en perspectiva la vigencia de José Carlos Mariátegui, la herencia de Francisco Miró Quezada y el papel de la filosofía en el desarrollo de la Universidad que necesitamos. Palabra sobre palabra fue una voz indispensable que dio marco de dignidad y ejemplo, con ideas esclarecedoras y pautas fundamentales para el debate de los días próximos. Pocas veces los aplausos de los universitarios son tan elocuentes como los que se llevó Tito Cáceres. Pocas veces la erudición combativa se ha llevado tan bien con la emoción política. Un regalo magistral para un auditorio que polemizará la filosofía en semejante marco de ideas. Esto es iniciativa de estudiantes, no olvidarlo.
Ana María Valencia Hinojosa, profesora de filosofía, que ha sido acompañante y asesora de los organizadores, miró cómo su serenidad continental fue convirtiéndose en alegría y orgullo. Ha trabajado un año y medio, hombro a hombro, con los estudiantes para ver llegar este día de inauguración y de siembra. Ya sueña con los congresos siguientes que los estudiantes sueñan desde el inicio de esta idea. Como se debe.
Al final de este primer día de trabajos congresistas, un grupo de estudiantes de música arrimó sus metales (Ensamble de Bronces «Arequipa») para regalar a los estudiantes un baño de talento latinoamericano. Vivimos el latir de un auditorio enorme donde reinó la juventud que construye, con pruebas contundentes, ese otro mundo que es posible y que es urgente. Aunque muchos no lo crean.
Claro que hubo un brindis y claro que no pocos de los participantes intercambiaron ideas con su Pisco. Hay que hacer saber que un grupo magnífico de muchachos conforman el equipo de organización. No hay hoja, folleto, cartapacio, micrófono… donde no se note la mano de estos jóvenes cuyo entusiasmo es el espíritu concreto del Congreso. Rostros jóvenes con rasgos andinos, voces dulcísimas, cortesía ilimitada y convicciones poderosas, convertidos en trabajo arduo cuyo objetivo primordial es sustentar el espacio de su Congreso para que todos pensemos, ellos incluidos, apoyados en las mejores ideas para ofrecerlas como producto de una lucha frecuentemente invisible: la lucha de ellos día a día en sus salones de clase. Convertida tal lucha, ahora, en un Congreso Internacional. Simplemente ejemplar, simplemente necesario.
Mañana seguirá el trabajo. Expondrán sus ponencias los estudiantes de filosofía. Los temas recorrerán al neoliberalismo, la crisis educativa universitaria, la identidad de los pueblos, política, historia, arte, socialismo… uno ve a estos delegados continentales, con sus mochilas, sus cuadernos y sus libros, conversando en los pasillos, las escaleras y los portales… uno los ve y es imposible no ver el vertedero extraordinario de ideas que van y vienen enamoradas con la certeza de que este mundo debe ser transformado. No hay aquí estudiantes apáticos, no los hay medrosos ni timoratos. Uno los ve y mira su audacia, su frescura y su mirada interrogante. Uno los ve y mira bien clarito por dónde andan las certezas más claras porque no se olvidan de interrogar ni de ser críticos.
¿Se merecen la indiferencia de las autoridades universitarias más altas? ¿Se merecen la indiferencia de las autoridades políticas? ¿No debieran ser apoyaos e impulsados para que desarrollen todo lo mejor de sí porque tal desarrollo nos es importante y necesario? ¿No están para eso tales «autoridades? A estos estudiantes no parece importarles, ahora, la indiferencia de los funcionarios encumbrados. Aunque claro que les importa y claro que se expedirán críticamente. Y más vale, antes de que a algún «jerarca» se le ocurra pasar de ser indiferente a ser también represor. Ya lo hemos visto, muchas veces, en Perú y en no pocos lugares de esta Realidad Latinoamericana. Estamos alerta. Es la Batalla de las Ideas.