Hacía mucho tiempo que no se estrenaba en las pantallas una superproducción centrada en la lucha de clases. No es que no hayan hecho películas sobre las diferencias entre ricos y pobres, lo que pasa es que estas otras películas no han tratado realmente el conflicto de clases. Snowpiercer (Rompenieves), del director sur coreano Bong […]
Hacía mucho tiempo que no se estrenaba en las pantallas una superproducción centrada en la lucha de clases. No es que no hayan hecho películas sobre las diferencias entre ricos y pobres, lo que pasa es que estas otras películas no han tratado realmente el conflicto de clases.
Snowpiercer (Rompenieves), del director sur coreano Bong Joon-ho, nos sitúa en 2031 en un mundo moribundo debido al cambio climático. Un periodo de glaciación ha diezmado la humanidad y sólo unos cuantos miles de personas sobreviven en un tren equipado con alta tecnología para resistir las bajísimos temperaturas.
Pero no todo el mundo es igual en este tren. Este enorme tren tiene diferentes vagones, una gran cantidad de personas hambrientas y sin trabajo malvive encajonada en el último vagón, mientras que en los primeros vagones un selecto grupo de hombres y mujeres gozan de baños de aguas termales, discotecas y sushi. Al frente de todo está el maquinista, el presidente Wilford de la corporación que construyó el tren.
Ante el hambre y el secuestro de los niños para ser esclavizados trabajando para la máquina, la gente oprimida del tren decide organizarse y luchar. Y para que esta rebelión triunfe, se dispone a cortar de raíz los problemas: tomar la locomotora. Quien la tome dominará el tren.
Esta película basada en el cómic francés de Jean Marc Rochette es terriblemente premonitorio en cuanto a los efectos del cambio climático. Sobre todo teniendo en cuenta que el cómic es de 1982.
Los problemas del machismo en los movimientos sociales, de la horizontalidad en la revolución y del peligro de las vanguardias se reflejan en la película. Estas cuestiones no son planteadas tampoco abiertamente o de forma simplista, sino, como muchos otros aspectos, de forma metafórica, pero realista y sencilla a la vez. Por otra parte hay detalles históricos fáciles de identificar en el film, como la guerra de Vietnam, figuras revolucionarias y dirigentes neoconservadores de la época.
Rochette, que fue activista ecologista en los años setenta, presenta varios interrogantes que son planteados magistralmente en el enigmático final de la película. ¿Son posibles las revoluciones ante el terrible poder policial con que cuentan las clases dirigentes? ¿Están destinadas las revoluciones a ser traicionadas? ¿Son inevitables los liderazgos en los movimientos revolucionarios? ¿Hay vida fuera del inhóspito y sanguinario tren que es el capitalismo?
Albert Portillo (@albert_1917) es militante de En lluita / En lucha
Artículo publicado en el Periódico En lucha / Diari En lluita
http://enlucha.org/diari/