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Trabajo basura y crisis de los cuidados ¿qué conciliación?

Fuentes: CAES

La igualdad de las mujeres respecto a los hombres se identifica, de manera falaz con la incorporación de las mujeres al mercado de trabajo. Pero esta «igualdad en la explotación» produce, además de resultados muy contradictorios respecto a la autonomía de las mujeres, una catástrofe social: la crisis de los cuidados. La «conciliación» de la […]

La igualdad de las mujeres respecto a los hombres se identifica, de manera falaz con la incorporación de las mujeres al mercado de trabajo. Pero esta «igualdad en la explotación» produce, además de resultados muy contradictorios respecto a la autonomía de las mujeres, una catástrofe social: la crisis de los cuidados. La «conciliación» de la vida familiar y la vida laboral está de moda. Se suceden los acuerdos sindicales de empresa y rama coincidiendo con una ofensiva de la clase política para conciliar dos realidades irreconciliables: el trabajo de cuidados de las personas (realizado en el hogar familiar por las mujeres) y el trabajo laboral (el empleo, tratado como una mercancía y sometido a una creciente explotación, precariedad y mortalidad).

La economía global se desarrolla separando la vida social en dos espacios, uno público y visible – el de los negocios y la política – hegemonizado por los hombres y otro privado y opaco – el de la familia y los cuidados a las personas – protagonizado por las mujeres. Esta escisión facilita una cadena de desigualdades y subordinaciones: de las mujeres respecto los hombres, de los derechos humanos respecto a los derechos del capital, de las personas respecto al beneficio económico y de los cuidados respecto al mercado. Hablar sinceramente de conciliar el empleo y los cuidados exige hablar, alto y claro, de enfrentarse al capitalismo y a la subordinación de las mujeres a los hombres.

La igualdad de las mujeres respecto a los hombres se identifica, de manera falaz con la incorporación de las mujeres al mercado de trabajo. Pero esta «igualdad en la explotación» produce, además de resultados muy contradictorios respecto a la autonomía de las mujeres, una catástrofe social: la crisis de los cuidados. Esta crisis tiene las mismas causas que la desigualdad, la siniestralidad laboral y la precariedad. El origen común de estos daños está unido, como la cara a la cruz de una moneda, al crecimiento económico, la competitividad, la libertad de movimientos del capital y el libre comercio. La globalización de la crisis de los cuidados es un producto del capitalismo global.

La protección del derecho a ser cuidados, así como la protección del derecho y la libertad de cuidar, tanto en el terreno material (alimentación, salud, vivienda), como en el terreno social (afecto, educación), no se van a garantizar desde un estado sometido al mercado y menos aún, desde el mercado mismo.

La crisis de los cuidados es una de las principales dimensiones de la crisis producida por la Economía Global de Mercado. Los cuidados de las personas sólo estarán garantizados cuando el machismo y el capitalismo estén limitados por la sociedad. Superar la crisis de los cuidados exige la crisis de la globalización capitalista y del machismo.

Al igual que un antimilitarismo sin movimiento popular anticapitalista ha conducido al ejército profesional, defender la igualdad de las mujeres y los hombres en los cuidados sin cuestionar el libre comercio, el estado y el machismo nos conduce a medidas paliativas que no apuntan al centro del problema como la Ley de Dependencia o la ley de Igualdad. El feminismo, será anticapitalista o no será.

Es necesario aflorar con todas las consecuencias políticas, sindicales, económicas y productivas, el trabajo de cuidados realizado obligatoriamente por las mujeres. Al hacerlo, se visualizará a) una de las bases constitutivas de la explotación capitalista, b) uno de los factores de exclusión e injusticia en la historia de la humanidad, hoy firme sustento del capitalismo: la desigualdad y los abusos contra las mujeres y c) la verdadera sustancia de los hombres que dicen ser de izquierdas.
POR UN FEMINISMO ANTICAPITALISTA