Presentación de Sumar. Conversaciones federalistas con Martín Alonso, Joan Botella, José Luis Martín Ramos y Salvador Redón (Ediciones Dyskolo, enero de 2017) Cuadernos Rebeldes Número 3. Enero 2017 http://cuadernosrebeldes.weebly.com/sumario003.html Si los ingresos, la riqueza y la posición económica son también recursos políticos, y si estos elementos están distribuidos de manera desigual. ¿Cómo pueden estar en […]
Presentación de Sumar. Conversaciones federalistas con Martín Alonso, Joan Botella, José Luis Martín Ramos y Salvador Redón (Ediciones Dyskolo, enero de 2017) Cuadernos Rebeldes Número 3. Enero 2017 http://cuadernosrebeldes.weebly.com/sumario003.html
Si los ingresos, la riqueza y la posición económica son también recursos políticos, y si estos elementos están distribuidos de manera desigual. ¿Cómo pueden estar en una situación de igualdad política de ciudadanos? Y si los ciudadanos no son iguales políticamente, ¿cómo puede existir la democracia?
Robert Dahl (1989)
Es tiempo de reconstruir los puentes y los relatos, como suele decirse ahora, de unión fraternal sin aplastamiento. Bien mirado siempre ha sido ese nuestro tiempo. Este libro de conversaciones federalistas desea aportar su granito de arena a esta imprescindible tarea nunca finalizada. Es su intención básica. No parece un digno asunto para las fuerzas políticas que luchan de verdad por la emancipación social romper y destruir lazos forjados a lo largo de décadas y décadas, entre pueblos y ciudadanos/ as vinculados por incontables relaciones familiares, políticas, históricas, culturales y de amistad y arriesgada lucha común contra la injusticia, la indignidad y el fascismo. ¿Qué sentido positivo, justo y razonable puede tener impulsar o abonar disensiones, separaciones, enfrentamientos entre gentes próximas, elevando siempre, venga o no venga a cuento, la anécdota puntual que desgarra y separa a categoría de desconexión inevitable?
No se trata, desde luego, de apoyar ninguna unidad homogeneizadora. Por supuesto que no. Nadie sostiene ni defiende senderos de vida en común que anulen lo que cada uno o cada colectivo pueda y quiera ser. Se trata de unirnos sin olvidar nuestras diversidades (no tan diversas por otra parte), nuestras historias, nuestras costumbres, nuestras lenguas, nuestras dudas, nuestros miedos, nuestras inseguridades, nuestras culturas respectivas. Nadie piensa en un único rodillo, válido para todos, que nos haga pasar por el aro queramos o no. Ni para el conjunto ni para el interior de cada una de sus partes.
Tampoco se trata, por supuesto, de ponernos al servicio de los intereses y estrategias de fuerzas burguesas y afines que aspiran, ante todo y sobre todo, lo han demostrado una y mil veces, a aumentar -de esto va el juego realmente- su poder (crematístico) excluyente en plaza. Su plaza, piensan, es propiedad privada, como sus empresas o sus lujosas viviendas. Lo han dicho algunos de sus portavoces más distinguidos (Félix Millet por ejemplo que sigue muy tranquilo en su casa) en momentos de descontrol y de rauxa: aquí, en Cataluña, mandamos cuatrocientas familias; el resto es decoración, masa inerte, curro y paisaje. No es necesario decir, da casi vergüenza hacerlo, que estamos más unidos, nos sentimos y debemos sentir más próximos a las trabajadoras y trabajadores de Cádiz, Sevilla, Bilbao, Madrid o A Coruña -¿cómo no iba a ser así?- que a las grandes familias del país, tipo Pujol o Millet, aunque vivan más cerca, en exquisitos y sofisticados barrios altos que diría Víctor Jara. De hecho, ¿qué nos podría unir a estos últimos? ¿La Patria común? ¿Qué Patria común? ¿De qué Patria hablan realmente cuando hablan de Patria?
Elemental, muy elemental, dirán. De acuerdo, desde luego. Pero hay que volver a decirlo, hay que volver a decir cosas evidentes, hay que volver a juntar lo que hasta hace muy poco estaba unido. A eso hemos aspirado las izquierdas emancipadoras, sin pretender oprimir ni anular a nadie ni a nada. Las marcadas identidades nacionales excluyentes nunca han sido nuestras señas de identidad. Nunca hemos transitado por lo de «españoles contra catalanes» (ni por la senda de «catalanes contra españoles»). Pero no podemos olvidar, sería absurdo hacerlo, cegarnos más bien, que han sido «grandes intelectuales de izquierda» quienes, por ejemplo, han inaugurado jornadas que llevaban por título: «España contra Cataluña (1714-2014)» o han apoyado manifiestos que hablan del papel colonial, desde un punto de vista lingüístico, de los trabajadores (desesperados, hambrientos en muchas ocasiones) llegados a Cataluña desde otros territorios españoles, una palabra, «España» (o Madrid o Estado español o «Estado que esclaviza»), que en Cataluña, y no sólo en Cataluña, se asocia, sin más matices, con la reacción, el atraso, la explotación, la opresión, la represión, los Borbones y el fascismo. Nunca, en cambio, se usan esos atributos para hablar de Cataluña cuya historia, se nos cuenta, está llena de democracia, libertad, avances sociales y progresismo. ¡Por favor, por favor! Pensemos un momento, por ejemplo, en los trabajadores cenetistas de las primeras décadas del siglo XX, en el papel de empresarios como Cambó y tantos otros, en la explotación salvaje sufrida por centenares de miles de trabajadores inmigrantes de los años cincuenta, sesenta y setenta del pasado siglo o en los fascistas catalanes (reciclados algunos de ellos en su tiempo por CDC como «alcaldes democráticos y nacionalistas» ) que tantos privilegios y beneficios obtuvieron durante el franquismo para refutar para siempre una afirmación tan injustificable. Un catalán franquista, como López Rodó, lo expresó con total claridad en una entrevista: «yo no perdí la guerra, la gané».
Hay que volver pues a recorrer senderos de unión en jardines artificialmente distanciados por intereses de una minoría de privilegiados (de aquí y de allí) que suelen envolverse, para ocultar sus aspiraciones reales, en falsos derechos y en banderas esteladas o en bicolores. Una y otra vez. Recordemos las prácticas políticas de uno de los principales defraudadores y manipuladores de este «petit país»: el molt ex honorable Jordi Pujol y su extensa saga, el padre político por excelencia del ex presidente Artur Mas y del actual presidente Carles Puigdemont. No es necesario recordar el nacionalismo vomitivo, cómicamente imperial, de José María Aznar que tantos seguidores tuvo y tiene.
Por orden de edición, la fechas de estas entrevistas ya editadas en su momento (parcialmente en algún caso), un nudo que el lector debería tener muy cuenta para captar adecuadamente afirmaciones, reflexiones y tesis, serían las siguientes: mayo de 2016: «Radiografía del éxtasis. Entrevista a Martín Alonso». El Viejo Topo, nº 340, páginas 14-25; septiembre de 2016: «Entrevista a Joan Botella», El Viejo Topo, n.º 344, pp. 14-19; junio de 2015: José Luis Martín Ramos: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=200045) y octubre de 2014: Salvador Redón: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=191105.
Buena lectura, fraternidad, solidaridad e internacionalismo.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.