Las elecciones catalanas se han convertido en la constatación de una muerte anunciada. El estruendo electoral de «izquierda» parlamentaria ha tomado mayores dimensiones que los análisis más pesimistas -ha perdido unos 480.000 votos. El tripartito ha sido duramente castigado principalmente por dos motivos. En primer lugar, las trifulcas y discusiones internas del gobierno catalán, muy […]
Las elecciones catalanas se han convertido en la constatación de una muerte anunciada. El estruendo electoral de «izquierda» parlamentaria ha tomado mayores dimensiones que los análisis más pesimistas -ha perdido unos 480.000 votos. El tripartito ha sido duramente castigado principalmente por dos motivos. En primer lugar, las trifulcas y discusiones internas del gobierno catalán, muy bien explotadas y canalizadas por la oposición implacable de CiU. Y, en segundo lugar, la gestión neoliberal que ha caracterizado la labor de gobierno del tripartito, una política que ha ido en contra de los supuestos principios de estos partidos, y que ha sido duramente castigada incluso por los votantes más fieles. El PSC ha perdido unos 230.000 votos (9 diputados) e ICV-EUiA más de 50.000 (2 diputados).
Por otra parte, ERC, desgastada por la escisión de Reagrupament.Cat (RI.Cat) y por la creación de Solidaridad Catalana por la Independencia (SI), ha perdido la mitad de sus votos (11 diputados). ERC no ha sabido consolidar el apoyo electoral recibido en 2003 y 2006, un voto probablemente más nacionalista que de izquierdas, que en parte ha devuelto a CiU.
Esta pérdida de votos no se ha materializado en un mayor castigo abstencionista por parte de la izquierda sociológica. El nivel de abstención, que parte de la izquierda alternativa preveía más alto, ha bajado a un 40%. Es una proporción decepcionante, pero no representa un cambio cualitativo del descrédito que sufre el sistema parlamentario -más bien al contrario-, y aunque el voto blanco ha aumentado en 30.000 votos, el nivel de abstención en las elecciones catalanas desde el inicio de la democracia se ha mantenido siempre en estos niveles.
Si bien es cierto que no ha habido un aumento de la abstención, no podemos menospreciar el voto «regeneracionista» que representan SI, Ciutadans, RI.Cat o PxC, y lo hemos de leer en clave de castigo al sistema de partidos catalanes. Un descontento que, al igual que el voto tradicional, vira hacia la derecha.
CiU ha sido la gran vencedora de los comicios, ganando más de 260.000 votos y 12 diputados respecto a 2006. La derecha catalana ha salido intacta de los sonados y mediáticos casos de corrupción, una tendencia paralela a los casos de corrupción del PP español, que tal y como muestran las encuestas siguen ganando apoyo electoral tras el caso Gürtel o Malaya.
No menos destacable es el aumento de 70.000 votos y 4 diputados que ha obtenido el PP; unos resultados que colocan la derecha españolista como tercera fuerza en el parlamento. Un éxito que embriaga al PP español y que perfila la más que probable victoria de éstos en las elecciones generales del 2012.
Nos espera, pues, una legislatura más regresiva aún que la del tripartito, donde probablemente CiU gobernará con minoría, pactando con el PP los recortes sociales y laborales, y con ERC tímidas caricaturas soberanistas que generen la ilusión de un avance en el terreno de los derechos históricos y nacionales de Catalunya. De momento, Mas ya ha anunciado un recorte en la administración pública.
La crisis y la gestión neoliberal de la socialdemocracia, como en otros países europeos, ha provocado un viraje a la derecha. Y aquí en casa, también como en otros países de la UE, la extrema derecha no ha sido una excepción. Plataforma per Catalunya, el partido fascista de Anglada, a pesar de no entrar en el Parlamento ha obtenido 75.000 votos. Unos resultados más que preocupantes si tenemos en cuenta que SI, sólo con 25.000 votos más, ha entrado con 4 diputados en el parlamento. El resultado de otras organizaciones de extrema derecha, como la Falange con 1.700 votos o el MSR con 700 votos, demuestra la mayor proyección de la PxC al dejar atrás la estética franquista o nacional socialista para hacer llegar el discurso fascista a un sector más amplio de la población. El 2’4% del electorado catalán ha dado apoyo a las ideas ultrareaccionarias de PxC, un porcentaje que aumenta en el cinturón industrial de Barcelona colocándose cerca del 3% en el Vallès y el Baix Llobregat y obteniendo un alarmante 4% en L’Hospitalet. Una composición social muy similar al apoyo electoral que obtiene Le Pen en Francia, pues sus votos provienen no de una burguesía radicalizada y reaccionaria, sino principalmente de antiguos feudos comunistas y obreros que, en el clima de crisis y pauperización social, abrazan los postulados de la extrema derecha demagógica y racista.
La izquierda alternativa debe comenzar, de forma urgente y prioritaria, a tejer las alianzas necesarias para detener el crecimiento y las aspiraciones municipalistas de PxC. La creación de la plataforma Unitat Contra el Feixisme i el Racisme (Unidad Contra el Fascismo y el Racismo) es un paso muy positivo en esta dirección, que habrá que impulsar mucho más de cara a las municipales para vencer a la nueva y peligrosa extrema derecha.
Desgraciadamente, en este caso a diferencia de otros países europeos, la izquierda radical no ha podido capitalizar el descontento con el tripartito. El resultado de la coalición Des de baix (Desde abajo), a la que En lluita daba apoyo, no ha sido el que hubiéramos deseado y muestra las dificultades que plantea el terreno electoral para la izquierda combativa. Sin embargo, como ya habíamos destacado, lo más importante de este proyecto no era su proyección electoral, sino el proceso orgánico que representaba y las alianzas que ha generado dentro de la izquierda alternativa. La asamblea de continuidad que ha convocado Des de baix para el 11 de diciembre es mucho más trascendental que el apoyo electoral recibido. Las tareas prioritarias actuales de la extrema izquierda militante son más su reconstrucción y el reagrupamiento que no la entrada al Parlamento o la búsqueda de un apoyo electoral puntual que se pueda obtener en determinadas elecciones. En este sentido podemos analizar bastante positivamente el proceso que ha generado Des de baix, pues apunta en la práctica las tareas pendientes de la izquierda radical.
Habrá que afianzar la construcción de la izquierda anticapitalista y al mismo tiempo impulsar las luchas para hacer frente a los ataques que nos esperan con el nuevo gobierno de CiU.
Fuente: http://www.enlucha.org/?q=
Versió en català: http://www.enlluita.org/site/?