La plataforma Gipuzkoa Zero Zabor celebró ayer un acto de «bienvenida» a las 34 localidades de este herrialde que anunciaron recientemente su intención de implantar el sistema de recogida de residuos puerta a puerta. Lo hizo en Usurbil, que fue la población pionera en este modelo, hace ya tres años. La crónica podría arrancar diciendo […]
La plataforma Gipuzkoa Zero Zabor celebró ayer un acto de «bienvenida» a las 34 localidades de este herrialde que anunciaron recientemente su intención de implantar el sistema de recogida de residuos puerta a puerta. Lo hizo en Usurbil, que fue la población pionera en este modelo, hace ya tres años.
La crónica podría arrancar diciendo que Usurbil es un pueblo en cuyas calles no se ve un solo papel en el suelo, que hasta la farolas brillan e incluso los perros están tan bien educados que van al baño a hacer sus necesidades. También se podría empezar afirmando que para entrar en sus calles es preciso excavar entre montañas de basura y que se corre el riesgo de morir aplastado por una avalancha de restos orgánicos, mientras la vista resulta castigada ante la imagen de miles y miles de cubos marrones colgados por doquier. Pero ambas imágenes distarían leguas de la realidad.
Así que treinta minutos antes de que arrancase el acto, varias personas se afanaban, escobón en mano, en barrer el céntrico frontón. Otros daban los últimos retoques al tablado, en el que se había instalado un enorme puzzle con el perfil de Gipuzkoa y sus municipios. Todos en gris, exceptuando los cuatro que ya utilizan el puerta a puerta: Usurbil, Hernani, Oiartzun y Antzuola.
Al mediodía, Ainhoa Arrozpide, portavoz de Gipuzkoa Zero Zabor, tomaba el micrófono para dirigirse a los tres centenares de personas que se habían congregado. Recordó que «ya han trascurrido tres años desde que comenzamos a dar pasos prácticos», y destacó que los resultados han sido muy relevantes, citando como ejemplo que la tasa de reciclaje en Usurbil asciende al 88%.
Arrozpide subrayó que la inclusión de 34 nuevas localidades en este programa supone un gran salto cuantitativo, pero que la presión mediática es proporcional. «Al parecer, hay algún sector poderoso que no quiere que la recogida selectiva pase de ser anecdótica. La incinderadora necesita basura. Sin basura no hay incineradora. Es una ecuación sencilla», indicó.
Frente a ello, invitó a quienes tengan dudas a que visiten cualquiera de las cuatro poblaciones y a que conversen con sus vecinos, para así ver con sus propios ojos el aspecto de las calles y conocer de primera mano en qué consiste este sistema.
En este punto tomaron la palabra dos vecinos de Usurbil. Ella en euskara y él en castellano rememoraron «el recelo y los temores» del principio. Y es que hace tres años también se hablaba «de que las calles estarían sucias, del temor a tener que estar pendientes del calendario o de la idea de perder la intimidad».
«Parte de la solución»
Sin embargo, destacaron que la práctica diaria «aparcó nuestros temores y dudas», pudiendo comprobar «la poquísima basura» no reciclable que se genera y «cuántos recipientes se nos hace comprar sin necesidad».
Señalaron que las cifras obtenidas en las otras tres localidades corroboran la idoneidad del sistema puerta a puerta, que a su juicio permite «pasar de ser parte del problema a formar parte de la solución».
En este punto llegó la hora de colorear el mapa. Mientras se iban nombrado, de uno en uno, los nombres de los pueblos que se sumarán a este modelo, el puzzle veía como se incluían nuevas piezas: Pasaia y Lezo para comenzar, siguiendo por la costa oeste, Debagoiena, la cuenca del Urola, Goierri, Tolosaldea… Así hasta sumar casi la mitad de los municipios del herrialde.
Las últimas intervenciones corrieron a cargo de Mikel Ugarte, vecino de Zizurkil, y Haizea Agirre, vecina de Oñati. Ambos comenzarán a emplear el puerta a puerta en los próximos meses y declararon «las mismas dudas y temores que tuvisteis vosotros». Sin embargo, se mostraron convencidos de que el futuro pasa por la mínima generación de basura mediante la máxima reutilización de los recursos existentes.
Con estas palabras se dio fin al acto, no sin antes posar para una gran foto de familia. Una imagen exhibiendo, con los brazos en alto, ese cubo marrón que ya se ha convertido en un símbolo. Porque en Usurbil se ven papeles en el suelo y los perros no van al baño a hacer sus necesidades, pero son capaces de reciclar el 88% y están orgullosos de ello.