La valla de Melilla ha vuelto a ser escenario de un salto masivo de inmigrantes, aunque de proporciones más modestas que los que tuvieron lugar hace nueve meses. Entre 40 y 70 subsaharianos, según las fuentes, intentaron escalar la doble o triple verja. Cuatro lograron su objetivo y otros tres resultaron muertos, dos del lado […]
La valla de Melilla ha vuelto a ser escenario de un salto masivo de inmigrantes, aunque de proporciones más modestas que los que tuvieron lugar hace nueve meses. Entre 40 y 70 subsaharianos, según las fuentes, intentaron escalar la doble o triple verja. Cuatro lograron su objetivo y otros tres resultaron muertos, dos del lado marroquí y otro del lado español. Este último falleció, aparentemente, a consecuencia de los disparos efectuados del lado marroquí, aunque las autoridades de Rabat insisten en que sus hombres sólo efectuaron disparos intimidatorios. Hubo además seis heridos, hospitalizados.
Mientras tanto, en un día negro para los inmigrantes, otros 21 fallecieron en la costa occidental subsahariana, según informaron hoy las autoridades. Los cadáveres fueron encontrados en las costas del Sahara Occidental, todos ellos trataban de alcanzar la costas Canarias. Sin embargo, otros 41 marroquíes, entre ellos cuatro menores y una mujer, corrieron mejor suerte al lograr llegar en otra embarcación a Fuerteventura.
En Melilla, la sirga tridimensional en construcción para reforzar la doble verja de Melilla, el foso cavado del lado marroquí de la frontera y las redadas de las fuerzas de seguridad marroquí reducen la presión sobre la ciudad autónoma, pero no acaban de eliminarla.
Para evitar estos ‘saltos’ España elevó la altura de las vallas el doble, a seis metros, y reforzó con el ejército las patrullas de la guardia civil. Por su parte, Marruecos inició redadas de los miles de posibles inmigrantes que se refugiaban en los árboles cercanos a la cerca, para luego en la noche lanzar el salto.
El primer salto de inmigrantes indocumentados de cierta envergadura desde el otoño tuvo lugar ayer de madrugada, poco después de las cinco, entre el puesto fronterizo de Farhana y la zona de Zoco Had. Provistos de escaleras artesanales medio centenar de subsaharianos intentaron escalar la verja.
Cinco lo consiguieron, pero uno de ellos se desplomó desde los seis metros de altura. La Guardia Civil explicó, en un principio, que falleció a consecuencia de la caída, pero poco después el delegado del Gobierno, José Fernández Chacón, rectificó esta versión.
«(…) Que la muerte se haya producido por disparos de arma de fuego» es, reconoció el delegado en rueda de prensa, una de las hipótesis que se baraja con más fuerza a la espera de que se conozca, en las próximas horas, el resultado de la autopsia. El fallecido presenta un orificio de entre tres y cuatro centímetros en el esternón.
Fernández Chacón se apresuró en precisar que en ningún caso las balas que acabaron con la vida del subsahariano podían haber sido disparadas por la Guardia Civil porque sus agentes «no utilizan armas en la vigilancia del perímetro». «Sólo se usa material antidisturbios».
Pero tampoco ha podido perder la vida a causa del impacto de una pelota de goma, porque, subrayó Fernández Chacón, «en la zona donde está la sirga sólo se puede disparar al aire» porque no hay ningún otro ángulo de tiro.
Entonces, ¿la bala incrustada en el esternón del subsahariano es marroquí? El delegado echó balones fuera en su respuesta a esta pregunta, pero recalcó, eso sí, la «colaboración» que brinda Rabat para controlar la frontera.
Otros cuatro inmigrantes lograron entrar vivos en Melilla aunque uno de ellos con un desgarro abdominal, probablemente provocado por los alambres de la verja, del que fue operado en el Hospital Comarcal. A última hora de ayer su evolución era favorable. Los tres subsaharianos que resultaron ilesos son originarios de Camerún y de Burkina Fasso.
Las autoridades marroquíes aseguraron, por su parte, que sus agentes -en torno a Melilla están desplegadas la Gendarmería, las Fuerzas Auxiliares y el Ejército- hicieron sólo disparos al aire.
«(…) Pese a los disparos intimidatorios de los agentes de turno, los inmigrantes ilegales continuaron escalando la valla de alambradas», reza un comunicado marroquí. «En consecuencia siete inmigrantes resultaron gravemente heridos a causa de alambres cortantes». Uno de ellos «falleció durante su traslado al hospital Hassani de Nador», una ciudad situada a 12 kilómetros de Melilla.
Aunque puede provocar cortes es difícil que el alambre de la verja cause la muerte, según indican ONG que operan en Melilla. De ahí que surja la duda sobre si este otro inmigrante no falleció también, como el primero, a causa de los disparos efectuados desde Marruecos. Pasada la medianoche el balance oficial elevó a dos las víctimas del lado marroquí, según France Press, que citaba a la agencia oficial marroquí MAP.
En la madrugada del 6 de octubre de 2005 seis inmigrantes murieron tiroteados durante un masivo intento de saltar la valla melillense, según acabó reconociendo el Ministerio del Interior marroquí después de haberlo negado durante horas.
La incomodidad que le producen a Rabat estos fallecimientos en la frontera quedó ayer de nuevo puesta de manifiesto. La agencia de prensa oficial marroquí (MAP) no dio, por ejemplo, la información en su página web en francés, la más leída de todas.
En Melilla, Fernández Chacón se esforzó, por su parte, en demostrar que lo sucedido ayer no tiene «nada que ver con los asaltos masivos de épocas pasadas». «Ha sido un grupo aislado, vienen desesperados y van a intentar cualquier método» para dar el salto.
En toda la vecina provincia de Nador no hay, según él, más de 180 inmigrantes y, por tanto, las «avalanchas» de subsaharianos están descartadas. Para más seguridad la instalación de la sirga, que obstaculizará aún más el acceso, se efectúa a buen ritmo y «estará lista antes de que acabe el año».
En un intento por controlar el constante flujo de inmigrantes que se juegan la vida para llegar a este país en busca de mejoras económicas, el gobierno español estableció contactos con 10 estados africanos.
Sin embargo, no se ha logrado con todos conciliar intereses para la devolución de los inmigrantes y permanece la difícil situación a pesar del patrullaje de las costas de los estados de origen y de destino.