El cine, como cu alquier otra disciplina artística sujeta a las imposturas de la hegemonía cultural, tiende a mirarse en el espejo del sector dominante. En los días que vivimos, ese espacio pertenece indiscutiblemente a la industria estadounidense . En la periferia, a lgunos cineastas (y en ese categoría incluyo tanto a directores como a […]
El cine, como cu alquier otra disciplina artística sujeta a las imposturas de la hegemonía cultural, tiende a mirarse en el espejo del sector dominante. En los días que vivimos, ese espacio pertenece indiscutiblemente a la industria estadounidense . En la periferia, a lgunos cineastas (y en ese categoría incluyo tanto a directores como a productores, guionistas y demás elementos que afectan en el proceso creativo) asumen la situación con o entusiasmada o displicente alienación, hacién dose así un lustroso hueco en el universo de las más o menos logradas copias de «usar y tirar». En otros casos, asumiendo las circunstancias y el contexto , los cineastas d espliegan su capacidad para enfrentarse al dominio establecido y absorben el amplio desarrollo del oficio para exponer una perspectiva diferente , fuera del alcance de la industria, contun dente en el fondo y en la forma. Entre ambas posturas, mil matices. Pero la valentía radical de la segunda cuando además logra satisfacer las exigencias más prosaicas del espectador, sabe como una pequeña victoria guerrillera en medio del desolador panorama que ofrece la dictadura cultural del mercado.
Entre esas figuras contemporáneas que han apostado por hacer una propuesta cinematográfica profunda a la vez que impactante y sin concesiones a la corrección política del poder , tiene un lugar destacado el realizador brasileño José Padilha, autor entre otr os títulos de las dos parte de Tropa de Élite , así com o de los documentales Bus 174 o Secretos de la Tribu . La formació n de Padilha es de gran diversidad, habiendo estudiado desde administración de empresas hasta economía política, política internacional y literatura inglesa . Y en unos pocos títulos ha tratado una gran variedad de temas destacables con una visión tan rica en matices como precisa en el mensaje. Además, Padilha es capaz de añadir a sus trabajos un ingrediente fundamental en un medio tan sujeto a las voluntades del mercado dominante: entretiene sin por ello frena r la radicalidad de su discurso. Consigue así cubrir bastante s de las exigenc ias del espectador, desde las más banales hasta las más sofisticadas , si bien su falta de miramientos pueda herir las sensibilidades de aquellos que, paradójicamente, ante la injusticia global se muestran insensibles .
Recientemente Padilha estrenó su último trabajo de ficción: Tropa de Élite 2 , cinta con la q ue Brasil se presentó ante los O scar y que, por cuestiones relativamente obvias, nunca llegó a ser nominada. De una rotundidad inusual en el panorama cinematográfico internacional, la película deja sin aliento ante la catarata inagotable de acciones que dibujan un retrato social crudo y afilado mostrado a un ritmo vertiginoso. Como es de exigir en el medio, e l dominio del oficio favorece el objetivo : guión trazado con precisión milimétrica, buena fotografía funcional subordinada a las exigencias del tema y la trama, edición de clase magistral para enfatizar el potencial del ritmo narrativo, sonido contundente como reclama el género y el estilo, diseño naturalista, actuaciones de alto nivel cinematográfico. El resultado en manos de un director con ideas claras en el ámbito profesional y capacidad crítica para el análisis y el discurso no podía ser otro: la película política y social más completa de los últimos años.
Tropa de Élite 2 continúa el retrato social de la primera parte para centrarse, a través del relato en primera persona de un policía de élite, en la segregación social en Brasil y su relación con los intereses de cada parte para imponer y perpetuar un status quo corrupto del que se alimentan el sistema dominante y los poderosos. El trabajo de Padilha y sus compañeros de escritura (Brául io Mantovani y Rodrigo Pimentel) logra abarcar la comp lejidad del conflicto que refleja en toda su dimensión: el papel de las distintas policías, sus intereses y vínculos con la corrupción y las actividades mafiosas , la s élites políticas, los medios de comunicación como vehículos de discursos sensacionalistas vinculados al poder, la participación institucional en el entramado de intereses , la pobreza y la miseria perpetuada en favor de una minoría dominante…
La cinta de Padilha consigue almacenar en dos horas los ingredientes q ue una serie como la magnífica The Wire expone en varias temporadas, para así mostrar el mapa de intereses cruzados que estancan las posibilidades de una sociedad condenada por el sistema y el poder corrupto y clientelar. Como en la gran tradición de la novela negra que comenzó con las creaciones de Dashiell Hammet, en Tropa de Élite 2 la intriga y el suspense no tienen una función de mero entretenimiento vacuo que se resuelve cuando se conoce el rostro del «malo» de la función . Por el contrario, el «malo» no es una categoría absoluta, sino la relatividad de unas circunstancias sociales que conducen a la degradación moral de todo el colectivo. Así pues, la trama, la intriga, el suspense, la acción… todo ello tiene una función discursiva de precisión política incontestable: son los elementos que sirven para desplegar el complejo entramado que se expone. Así, una vez entretenido y también emocionado, el espectador reflexiona, condena y actúa , al menos en su conciencia, contra la injusticia generalizada que perpetúa la miseria como principal alimento del poder.
No es la primera vez que Padilha trata este tema. Ya en su primer documental de repercusión internacional, Bus 174 , tomaba el dramático evento del secuestro de un autobús local y la tragedia que siguió , para abordar las razones de la segregación social que conducían a actos de violencia desesperados y crueles, el papel del sensacionalismo mediático y su falta de ética periodística , y la brutalidad de un sistema protegido por una feroz policía y un no menos agresivo modelo carcelario. Como se puede suponer, las dimensiones del discurso de Padilha , a pesar de centrarse en la realidad brasileña contemporánea , tienen un carácter universal . No en vano, los abusos del etnocentrismo antropológico occidental y su vinculación con intereses oscuros tanto académicos como corporativos, fueron motivo de interé s por parte del autor en Secretos de la Tribu , trabajo fundamental para entender las consecuencias de un pensamiento bajo el que subyacen altas dosis de racismo.
Tropa de Élite 2 muestra un camino, ya iniciado en la primera parte, para aquellos que plantean un cine político comprometido y de interés social. Su fórmula no es excluyente, quizás tampoco novedosa, sencillamente se asocia a aquellos elementos propios de la tradici ón cinematográfica más reconocibles : estructura narrativa clara, con una trama definida por los giros en función de las motivaciones emocionales del personaje o los personajes principales y un ritmo marcado por las acciones, que en su conjunto con stituyen el discurso implícito, el punto de vista y la posición desde la que el autor elabora su tesis. Suena sencillo, ¿no? Seguro. Pero es má s fácil decirlo que hacerlo, en el cine como en cualquier otra actividad humana.
Es por tanto Padilha hoy por hoy un cineasta de dimensiones enormes, de aquellos que no han cedido concesiones a los reclamos de la corrección política dominante . P or el contrario , ha aprovechado su oficio, así como su amplio conocimiento y capacidad crítica, para realizar una propuesta radical al tiempo que exitosa. La complejidad de una cinta como Tropa de Élite 2 , tanto en su fondo como en su forma , sintetiza la capacidad de su autor comprometido con la realidad que le rod ea y con capacidad para incendiar el panorama gracias a un discurso tan abrasivo como elaborado .
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