Si no despertó del letargo, hágalo pronto. Ese es el mensaje que debemos enviar a la izquierda inocente que a estas alturas se sorprende del procesamiento de un juez por investigar los crímenes del franquismo. Si algo debemos agradecer al juez Varela, que encausa a su colega Garzón, es en poner luz sobre una mentira […]
Si no despertó del letargo, hágalo pronto. Ese es el mensaje que debemos enviar a la izquierda inocente que a estas alturas se sorprende del procesamiento de un juez por investigar los crímenes del franquismo. Si algo debemos agradecer al juez Varela, que encausa a su colega
Garzón, es en poner luz sobre una mentira repetida muchas veces: el Reino de España es una democracia.
La lucha contra la impunidad y el pacto de silencio de la Transición ha sido una constante en la últimos siete años tanto por el movimiento republicano como por las asociaciones de memoria histórica. Los trabajos jurídicos del Equipo Nizkor en la ONU dejaron con el culo al aire al Estado español, que gozaba hasta entonces de una aureola democrática por la sonora orden de detención internacional de Pinochet. La reacción no se hizo esperar. El presidente Zapatero intentó a través de la ley de la memoria histórica limpiar una vez más la cara del régimen. Pero hay una cosa clara y universal: no hay memoria histórica si persiste la impunidad.
A día de hoy preguntarse: cómo es posible que los falangistas ganen judicialmente estando en ‘democracia’, es todo un ejercicio de puerilidad política. Y es que el intrépido juez estrella ha tocado hueso. Ha topado con la naturaleza del régimen. Aunque duela a progres y extraños, el juez Varela tiene la razón jurídica: Garzón prevarica saltándose a la torera la ley de amnistía -traducido a román paladino- la ley de punto final del franquismo. Sin embargo esa verdad jurídica no quita un ápice de razón política a las asociaciones de memoria histórica, que por otro lado, tienen todo el mérito (y no Garzón) de intentar que no reine la impunidad. No obstante, es importante que la izquierda real y sus militantes aclaren su estrategia para no dar palos de ciego.
Muchos somos los que compartimos la indignación de las asociaciones de víctimas antifascistas. Hacen bien en salir a las calles contra el franquismo judicial. Pero no es suficiente. Contra la impunidad, es necesario levantar un proyecto político transformador y no quedarse en la crítica por la baja calidad de la «democracia» o en la defensa indefendible del «juez estrella» (1). No volvamos a ejercer de ilusos. Es la hora de la lucha política.
APORTES DEL MOVIMIENTO REPUBLICANO DE LOS 8 PUNTOS
En ese sentido el movimiento por la III República que se aglutina en torno a los 8 puntos (2) ha realizado aportes significativos en la caracterización del actual régimen, así como en su apuesta por un proceso constituyente popular. Entre ellos cabría destacar:
1.- El régimen jurídico emanado de la constitución del 78 no es democrático puesto que nace de una reforma del franquismo. Además, su única legitimidad de origen responde al golpe de Estado contra la II República y el Frente Popular, y por tanto, se erige sobre la sangre de los cientos de miles de demócratas y revolucionarios asesinados por el fascismo. Para poner fin a la impunidad es necesaria la ruptura democrática.
2.- Los Pactos de la Moncloa, o lo que es lo mismo, la incorporación de la oposición democrática al régimen, fue un proceso de autolegitimación de un régimen franquista en descomposición. Mientras que se iba desmantelando el movimiento popular, hasta arrinconar las tesis de ruptura revolucionaria a la marginalidad (salvo Euskal Herria), el régimen franquista, ya sin oposición, iba transformándose en un Estado burgués moderno con sus dosis de cretinismo parlamentario (y corrupción), su Estado de bienestar (actualmente en extinción) y sus libertades formales (bastante limitadas). Prueba de ello son mil presos/as políticos/as, en su mayoría vascos independentistas pero también anarquistas y comunistas. Otra ración de impunidad ha venido de la mano del caso Egunkaria: ¿quién reparará los daños económicos y personales? El periódico se cerró, sus dirigentes fueron encarcelados y torturados. Y por supuesto: hoy nadie se hace responsable de ello, ni va a ser castigado.
3.- La salida de la crisis sobre el sacrificio de las clases trabajadoras pone en evidencia que no están representadas por este régimen. Las nuevas generaciones ya directamente no sienten a la monarquía como algo suyo, entre otras cuestiones porque nunca la han podido elegir (según las encuestas mayoritariamente la suspenden). Una conclusión básica del movimiento es que la República tiene que ir unida necesariamente a una reivindicación de cambio social de las clases dominadas.
4.- La asunción de las tesis republicanas por parte de Izquierda Unida tiene una doble lectura. Una positiva porque reconoce a un movimiento político y social (republicano) que se estaba constituyendo a su izquierda (viéndose obligada a rectificar lo que rechazaron en congresos pasados). Y una negativa: la posibilidad que diluya al movimiento republicano en una utópica salida reformista (incluida en su programa electoral). Abogan por utilizar los procedimientos legales que prevé una constitución muy rígida, más aún cuando afecta a la monarquía (título preliminar). Según el artículo 168, es necesaria una mayoría de dos tercios de cada cámara para realizar una reforma republicana del Estado. Así pues, no sólo debe pasar el filtro parlamentario (ley electoral y opinión publicada), sino que hace falta también una bancada hasta del 66%. Sabiendo esto: ¿Todavía queda algún reformista? En otras palabras, lo que viene a decir el articulado constitucional es que se evitarán las repúblicas, y en caso de no haber remedio: sólo se aprobarán Repúblicas oligárquicas apoyadas por los viejos partidos burugeses. Esto es importante que lo sepan los militantes de base de IU y PCE.
5.- Se consiguió romper el tabú social y mediático de la monarquía. Y este éxito es compartido con los independentistas (y su elocuente quema de retratos). La campaña de propaganda del año 2007, junto a una torpe gestión represiva de la Audiencia Nacional, puso en apuros mediáticos a la monarquía. Inmediatamente después ese desgaste fue superado parcialmente a través de eventos deportivos, recuerden la propaganda de «la roja» en La Sexta y los primeros planos y declaraciones planificadas del Rey y su vástago heredero. Vomitivo.
PERSPECTIVAS DE FUTURO
La situación organizativa, a pesar de no tener el empuje ilusionante inicial cuando se realizaron manifestaciones de más de 20.000 personas, es positiva. El movimiento aunque parece que tiene un techo, en realidad lo que se evidencia es que tiene un suelo de hormigón: ha venido para quedarse. La tricolor sigue penetrando en los poros de la sociedad. Sigue extendiéndose en las pegatinas de carpetas o chapas de chavales de instituto, que así expresan su deseo de cambiar el mundo. Aunque todavía débiles y escasos, los ateneos republicanos son una realidad de hoy, inconcebible hace diez años. Escritores y personalidades de prestigio nos han apoyado en las tesis de la Sombra de Franco en la Transición, de los 25 años sin Constitución, del Intervenido PSOE al servicio del Soberano o del golpe triunfante del 23-F que para algunos nunca existió.
Las organizaciones de izquierda, independientemente su ideario máximo, debemos confluir estratégicamente en un programa de cambio rupturista de régimen. El objetivo es un proceso constituyente democrático y popular donde tenga cabida el debate y la decisión sobre la autodeterminación y el régimen económico que quieren dotarse los pueblos.
La lucha estratégica por un frente de izquierdas en torno a los 8 puntos y la colaboración táctica con las izquierdas independentistas, son las grandes asignaturas pendientes de una izquierda atomizada, cuya bajada de pantalones durante la Transición hoy ya podemos concluir: que por fin ha tocado suelo. Ahora toca subírselos construyendo ateneos que ejerzan contrapoder popular y fortaleciendo la coordinación política para realizar una oposición eficaz al Estado monárquico y capitalista.
La mejor forma de honrar a nuestros muertos es continuando el proyecto histórico del Frente Popular. La historia es de los pueblos.
Nikolai Nechaev es militante de Iniciativa Comunista
Notas:
(1) Para conocer la otra cara de Garzón. «La paradoja de Garzón», por Jorge del Cura: http://iniciativacomunista.
(2) Los 8 puntos:
1. Recuperación Democrática
2. Restablecimiento de la soberanía popular
3. Derecho de Autodeterminación de los Pueblos
4. No a la OTAN.
5. Derogación de la Constitución de 1978
6. Recuperación de la memoria histórica
7. Defensa de la República, con carácter laico, democrático, popular y federal
8. No a la imperialismo europeo
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