El gobierno del PP tenía previsto aprobar en el Consejo de Ministros del viernes 18 de julio la reforma de la ley del aborto. Sin embargo, al tratarse de la primera reunión del gabinete presidida por el nuevo monarca, Felipe VI de Borbón, y por cuestiones de popularidad, el ejecutivo ha decidido posponerla en principio […]
El gobierno del PP tenía previsto aprobar en el Consejo de Ministros del viernes 18 de julio la reforma de la ley del aborto. Sin embargo, al tratarse de la primera reunión del gabinete presidida por el nuevo monarca, Felipe VI de Borbón, y por cuestiones de popularidad, el ejecutivo ha decidido posponerla en principio hasta el próximo Consejo de Ministros, según el digital vozpopuli. La reforma impulsada por Gallardón ha desatado las críticas de organizaciones sociales, partidos de izquierda y principalmente colectivos feministas, que ven en la nueva legislación sobre la interrupción libre del embarazo un nuevo recorte de derechos y libertades. Para la fecha en que se produzca la aprobación, hay convocadas concentraciones a las 19,00 horas frente a las delegaciones del gobierno en todo el estado y, en ciudades y municipios de menores dimensiones, en el ayuntamiento o en la sede del PP.
Una de las acciones más destacadas contra la reforma legislativa tuvo lugar el 1 de febrero en Madrid. Un día antes partió de Gijón el Tren de la Libertad, iniciativa impulsada por la Tertulia feminista Les Comadres y Mujeres por la Igualdad de Barredos, que reivindicaba el mantenimiento de la actual Ley de Salud Sexual y Reproductiva e Interrupción Voluntaria del Embarazo. Previa escala en Valladolid, el tren se dirigía a Madrid, donde confluyó en una gran manifestación (Paseo del Prado-Plaza de Neptuno) con otros colectivos de mujeres y movimientos sociales de todo el estado. La programación de la jornada incluía la entrega de un documento («Yo decido») en el Congreso de los Diputados y la celebración de la «Asamblea por la Libertad» en la sede de Comisiones Obreras en Madrid.
Después de esta jornada reivindicativa, más de 60 mujeres cineastas -directoras, guionistas, productoras, entre otras- de la Asociación de Mujeres Cineastas y de Medios Audiovisuales se unieron para filmar un documental «colectivo y espontáneo» sobre la gran marcha: «Yo decido. El tren de la libertad», estrenado simultáneamente el pasado 10 de julio en un centenar de ciudades y municipios de todo el estado. La idea era producir, a base de trabajo voluntario, un audiovisual que diera cuenta de este acontecimiento «histórico» y, en concreto, de las salidas, los viajes, la llegada a la estación de Atocha y la manifestación hacia el Congreso de las mujeres en lucha. «Para lograr que ni en España ni en ningún otro país se limiten los derechos de las mujeres a decidir libremente sobre su cuerpo y sexualidad, sin que ninguna intervención externa se interponga o medie», apuntaron en un comunicado las productoras del documental.
El Tren de la Libertad partió de Gijón (150 plazas autofinanciadas por las mujeres), pero también de A Coruña, Sevilla, Valencia, Madrid, Albacete, Oviedo, Palencia o Valladolid, entre otras ciudades. Como recoge el audiovisual, el apoyo solidario se extendió a otros países. Hubo, de hecho, movilizaciones en diferentes ciudades de Francia, Londres (desde la estación de Charing Cross hasta la de Waterloo), Italia, Escocia, Bélgica y Holanda. En algunos casos, frente a embajadas y consulados del estado español. Pero la solidaridad cruzó el «charco» y llegó hasta Ecuador, Argentina, México, Chile y la República Dominicana, donde también se desarrollaron movilizaciones.
Pese a la seriedad del contenido de la reforma, el documental de 40 minutos deja espacio para la ironía. Se cita una hipotética iniciativa «Abortion Travel» -con hotel, vuelo y clínica incluidos- que no resultará tan extraña en los próximos años. «El capitán Gallardón y la tripulación del PP les dan la bienvenida a este follón». Y ofrecen, en un vídeo promocional de la campaña, una doble salida de emergencia en pleno vuelo: el aborto clandestino y, para las mujeres con posibles, una interrupción del embarazo fuera del estado español en condiciones de seguridad. El documental incluye, asimismo, imágenes de acciones reivindicativas que ponen cuerpos y voz a las luchas, como la autoinculpación («Yo también he abortado») en la Comisaría de los Mossos d’Esquadra del Raval de Barcelona.
Son múltiples las referencias al pasado y las comparaciones con la coyuntura actual. En los primeros minutos del reportaje afirma una veterana luchadora feminista: «las generaciones más jóvenes se han encontrado con las cosas hechas, pero nosotras tuvimos que luchar mucho; actualmente el retroceso es brutal». Mujeres extranjeras también muestran en Madrid sensibilidad con la causa: «Si España decide prohibir el aborto, otros países pueden tener la misma idea»; o manifiestan su «solidaridad para defender nuestros derechos en todos los países de Europa».
Una marea morada con banderas republicanas, ikurriñas, enseñas asturianas y de otros territorios jalonaron la marcha por las calles de la capital. El documental posee la elegancia de la sencillez, el don de la naturalidad y la simplicidad de las reivindicaciones justas por elementales. Sin narrador ni voz en off, el único hilo conductor son las declaraciones de mujeres (sobre todo) pero también de hombres conscientes. Su mensaje claro y desnudo. Como máximo, acompañan a los testimonios las consignas (desde el recurrente «esto nos pasa por un gobierno facha» hasta el «Sí es puede» o «fuera los rosarios de nuestros ovarios»). Pero sobre todo, fiesta, violines, bongos y mucha emoción.
Las militantes más avezadas no pierden de vista los años 70 y la apolillada realidad del franquismo. «30 años no han servido para nada en este país», afirma una de ellas, casi resignada, que ahora, como tantas otras, asiste a las manifestaciones con sus nietas. Las productoras del audiovisual acompañan esta declaración de unas imágenes color sepia de feministas pidiendo, en la Cataluña de los años 70, amnistía para las mujeres junto a furgones de la guardia civil. Otra militante que mira de reojo al pasado y lo enlaza a posibles nuevos escenarios: «la gente joven no sabe lo que es quedar un parque o en una casa de incógnito, y no poder ir al hospital porque de ahí vas a la cárcel».
El documental es ágil, vívido y dirigido a la piel. No aspira, en 40 minutos, a una comprensión intelectual de la reforma que impulsa el gobierno del PP, ni a ejercicios de tipología, casuística ni derecho comparado. Lo fundamental le llega al espectador a través de consignas, a veces vertidas en pancartas: «Defienden la vida para matarnos de hambre»; a veces con testimonios de jóvenes que condensan aspiraciones vitales: «queremos una alternativa, una manera diferente de ser hombres»; o de mujeres indignadas ante la propaganda oficial: «da la impresión de que las mujeres quieran quedarse embarazadas para luego abortar». Algunas preguntas, por afiladas, dejan al poder desnudo: «¿y los niños con malnutrición? ¿Y los recortes en las ayudas a la dependencia?».
En los últimos minutos del reportaje se alcanza uno de los puntos álgidos. Las manifestantes llegan a las puertas de un Congreso que se halla blindado por vallas y policía antidisturbios. Por razones de seguridad, se dice. Al control, la vigilancia y la excepcionalidad de la carrera de san Jerónimo, algunos carteles exhiben verdad y frescura: «Iglesia y estado, mi cuerpo es mío» o «leyes clericales, machistas y medievales». El contraste retrotrae de nuevo a los años 70. A fotografías en blanco y negro en las que las pancartas exclamaban «basta de represión, dimisión cardenal», las mujeres pedían la amnistía para compañeras condenadas por abortar o policías nacionales de marrón arrastraban por el suelo a militantes feministas.
En la presentación del audiovisual en la Librería Primado de Valencia, la actriz y miembro de la Asociación de Mujeres Cineastas y de Medios Audiovisuales, Rosana Pastor, ha destacado que únicamente «ha habido que poner la cámara y dejar que la gente se expresara por sí misma». «No ha habido mucho más que hacer», refrenda Teresa Font, la jefa de montaje. Respecto a los actores del audiovisual, «la gente de la calle era sin duda la protagonista, de hecho, las profesionales del cine, colaboradoras en montaje y grabación, se quedaron voluntariamente detrás». El resultado, una producción llena de vida, emoción y dramatismo, que -a lo mejor sin decirlo- denuncia la fría crueldad del poder. El documental, que puede descargarse en http://www.eltrendelalibertad.
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