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Sobre Fahrenheit 9/11

Un documento para reflexionar

Fuentes: Revista Fusión

He visto Fahrenheit 9/11. La mayor parte de lo que se ve y se oye en el documental ya era conocido para quien se preocupa de estar informado, pero visto todo junto, todo reunido en una sesión, encoge el alma. Curiosamente, a medida que se iban relatando los hechos, a medida que el genial Michael […]

He visto Fahrenheit 9/11. La mayor parte de lo que se ve y se oye en el documental ya era conocido para quien se preocupa de estar informado, pero visto todo junto, todo reunido en una sesión, encoge el alma.

Curiosamente, a medida que se iban relatando los hechos, a medida que el genial Michael Moore iba metiendo el dedo en la llaga, mi mente iba haciéndose estas preguntas. ¿Cómo es posible que España hubiera estado al lado de semejante fraude? ¿Cómo es posible que los que apoyaron, al lado de Aznar, mentiras de tal envergadura, estén hoy en la oposición presumiendo de honestos, de patriotas, de defensores de los valores patrios? ¿Es qué no tienen vergüenza ni dignidad? ¿Habrán visto ellos este documento? ¿Qué pasó por sus mentes si lo vieron?

Cuando termina y te marchas a casa, no puedes evitar seguir reflexionando sobre este mundo, sobre el poder dominante y sus artimañas, sobre el nivel mental de los ciudadanos que tragan con todo, que una y otra vez son engañados, y siempre utilizando esas palabras mágicas que tanta fuerza tienen y tanto impactan en la sociedad, tales como «libertad», «patriotismo», «bienestar».

En cualquier caso, la forma en que Bush y los suyos engañaron y siguen engañando al pueblo norteamericano, es infantil, digna de una sociedad intelectualmente mediocre. Bush queda reflejado como lo que es, un deficiente mental colocado ahí por su padre para poder manejar desde la sombra el cotarro del petróleo con sus amigos árabes.

Bush no piensa, no sabe, por eso es apartado cuando sucede el 11- S hasta que ya está trazada la línea de actuación y entonces le permiten salir a escena con el guión aprendido.

¡Y este elemento es el amigo entrañable de Aznar y el que nos metió en la guerra de Irak!

¿Cuál es entonces el nivel mental de Aznar…? ¿Cuál es entonces el nivel mental de los que le rodearon y le siguen apoyando? ¿A qué nivel de degradación llegó la democracia para permitir que sucedan cosas así, que personajes así gobiernen apoyados por las urnas?

Fahrenheit 9/11 es más que un documento histórico que refleja lo que nunca debió ocurrir. Es, sobre todo, una denuncia a la estupidez humana que permite que indeseables alcancen el privilegio de gobernar y tomar decisiones por todos. Es también una reflexión sobre la fragilidad del ser humano y su fácil manipulación por los poderes.

Ver el documental y sentir vergüenza es todo uno. Vergüenza porque la especie humana no ha evolucionado nada, porque la guerra, al igual que en los comienzos de la humanidad, sigue siendo la lógica imperante, la razón que aplasta los razonamientos y los sentimientos, la necesidad de unos pocos para tener acojonado y maniatado al resto.

Existe en este planeta una jerarquía dominante ajena a los sufrimientos, necesidades y derechos de los pueblos, una jerarquía que utiliza a los pueblos del mundo como materia prima para sus objetivos y que a cambio les da promesas y alguna migaja de sus festines.

Los detractores de este documento le acusan de inexactitudes concretas. Pero… ¿Qué más da? ¿Es acaso eso lo que está en juego? ¿Tienen más peso los pequeños detalles que el hecho de que la familia Bush haya dado un golpe de estado en los EE.UU. y que luego haya puesto en peligro la paz mundial por sus negocios?

Al final, la pregunta clave que queda en el aire, flotando como una sombra siniestra, es…¿Y ahora qué? ¿Qué vamos a hacer los demás…? ¿Vamos a seguir colaborando con un sistema que nos engaña, nos utiliza y nos sacrifica para sus egoístas fines? ¿Vamos a enfrentarnos a toda esta manipulación o vamos a seguir cobardemente ignorando la realidad para así convencernos de que no va con nosotros…?

Sería muy deseable que en España surgiera un Michael Moore que recogiera en una película las cacerías de Fraga mientras el Prestige inundaba de muerte las costas gallegas, o las maniobras vergonzosas de Trillo, las mentiras de Cascos, los desplantes de Aznar a los periodistas y todo lo que motivó su alianza con Bush hasta el punto de dar la espalda al Parlamento y al pueblo español.

Pero aquí no hay un Michael Moore, aquí gobernaba el Opus, que es aún peor que la familia Bush, porque estos tienen negocios de petróleo con los árabes, pero el Opus los tiene con «dios», con el otro «dios».

Es reconfortante comprobar que existen valientes que se atreven a denunciar las mentiras. Son especímenes en vías de extinción en una sociedad de cobardes, de pelotas, de vendidos, de zombis.

Gracias a Michael Moore por contarnos lo que casi sabíamos y por mantener viva la esperanza de que algún día los pueblos del mundo se unan para destruir la jerarquía dominante, que no conoce de patrias ni de humanidad, sólo de poder y de ambición.

* Miguel Coppa. Director Revista Fusión