Las embajadas son inviolables. Sus representantes gozan de inmunidad diplomática. El cargo de embajador no es un nombramiento de segundo orden. Suele ser una decisión meditada y responde a los intereses que se desean defender, tanto como proyectar. Sirva como ejemplo la actitud de las diferentes dictaduras militares latinoamericanas que durante décadas consideraron la sede […]
Las embajadas son inviolables. Sus representantes gozan de inmunidad diplomática. El cargo de embajador no es un nombramiento de segundo orden. Suele ser una decisión meditada y responde a los intereses que se desean defender, tanto como proyectar. Sirva como ejemplo la actitud de las diferentes dictaduras militares latinoamericanas que durante décadas consideraron la sede de Madrid como un lugar idóneo para enviar a sus mejores hombres con el fin de hacer negocios y vigilar a los exiliados , a la par que buscaban lavarse la cara. Es cierto que en algunos casos, los nombramientos suelen ser una manera elegante de quitarse a un opositor molesto. También se utiliza para retribuir favores. Incluso a políticos amortizados les facilita un retiro honroso. Sin embargo, no es lo mismo ser embajador de Chile en España que en Luxemburgo. La capital de España se cotiza al alza y juega un rol importante en la política exterior de Chile. Las inversiones españolas suman 14.480 millones de dólares en sectores estratégicos como agua, energía, infraestructuras y telefonía. Son más de mil doscientas sus empresas asentadas en Chile.
En otros términos, España es importante para Chile y viceversa. Hay que llevarse bien. Los negocios son los negocios, por encima de cualquier consideración sobre la defensa de los derechos humanos. No olvidemos que el reino de España hizo todo lo posible por obstruir la petición de extradición del dictador Augusto Pinochet. Antes el dinero que los principios éticos.
No resulta extraño que los embajadores en ambas plazas, Santiago y Madrid, provengan de la esfera política y no de la carrera diplomática. Desde el final de la dictadura, los chilenos que han ocupado el cargo, han sido dirigentes destacados de la Concertación. Como ejemplo sirvan los casos del ex-ministro secretario general de gobierno con Ricardo Lagos, Osvaldo Puccio Huidobro, el demócrata cristiano, ministro del interior con patricio Aylwin (1990-1994), Enrique Krauss Rusque, Álvaro Briones Ramirez, subsecretario de economía y Gonzalo Martner Fanta, economista de profesión y ex- representante de Chile en la OCDE. El caso más relevante es el citado Enrique Krauss, también ex-ministro de economía con Frei Montalva en 1969. Su nombre figura entre quienes participaron del entramado civil del golpe militar para derrocar al Presidente Salvador Allende, aunque, para ser ecuánimes, nunca ocupó cargos públicos durante la tiranía.
También la embajada chilena en Madrid sirvió para ocultar militares con responsabilidades en crímenes de lesa humanidad. Recordemos que en uno de los agregados militares fue el general Juan Cheyre, cuya carrera militar se desarrollo durante los años más duros. Lavado su expediente, acabó a su regreso como Comandante en Jefe del ejército. Hoy, el gobierno de Sebastián Piñera ha roto su palabra y cruzado el umbral de la decencia. Ha nombrado como embajador, con el consentimiento del gobierno de España, a quien fuese durante más de un lustro viceministro de Agricultura de Pinochet y público defensor del criminal dictador hasta el final de sus días, Sergio Romero Pizarro.
Hombre comprometido con la violación de los derechos humanos, los crímenes de lesa humanidad y la protección de torturadores. Defendió, siendo senador, a más datos, presidente del senado y vicepresidente del Partido Renovación Nacional, hasta el último momento a Paul Schäfer, nazi director de Colonia Dignidad, uno de los centros de tortura más temidos. para su vergüenza, Schäfer acabaría acusado y condenado por pederasta, demostrándose que en Colonia Dignidad se asesinó, violó e hizo desaparecer a decenas de ciudadanos durante los años negros del pinochetismo. Pero el actual embajador, se vanagloria de ello, diciendo que no oculta su currículum. Se siente protegido por el gobierno chileno y por el gobierno de España. Se jacta de poseer la Orden de Isabel la Católica como seña de su buena relación con el Reino y la Corona. Su hoja de servicios no es bicoca.
En los años de la Unidad Popular fue presidente de la Sociedad Nacional de Agricultura, organización patronal que mantuvo una actitud beligerante contra el gobierno de Salvador Allende. Fue vicepresidente de Radio Nacional de agricultura, emisora que se plegó al golpe y la desestabilización. Su expediente no atisba ni un ápice de cultura democrática. Por el contrario, todas y cada una de sus acciones han ido en sentido contrario. Por ello, su nombramiento, es un insulto a las víctimas y una falta de respeto a todos los chilenos que han luchado por la restauración de la democracia y las libertades.
Sebastián Piñera debe rectificar y el gobierno de España retirarle el plácet. No sería un hecho extraordinario. Los dos embajadores de Chile en Argentina y Brasil se han visto obligados a renunciar por tener las manos manchadas de sangre y los países anfitriones negarles su plácet. Es cuestión de dignidad, memoria histórica y justicia. La Ministra de Exteriores, Trinidad Jiménez debe optar: negocios o derechos humanos.
(*) Francisco José Pérez Esteban, Secretario de Derechos Humanos y Solidaridad de IU
y Marcos Roitman Rosenmann, Sociólogo y profesor de la U. Complutense de Madrid
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