En Colombia está en desarrollo un estallido social en donde se combinan toda clase de actores sociales; salen a relucir frustraciones y aspiraciones de diverso tipo que se habían represado en el tiempo; se utilizan formas de lucha históricas y tradicionales y aparecen otras formas de expresión creativas que surgen al calor del momento, y a pesar del miedo acumulado durante décadas de violencia, pareciera estar desatándose un acontecimiento socio-político y cultural de dimensiones históricas. Todo, en medio de la pandemia.
Es interesante identificar las diversas miradas con que se lee este acontecimiento. Cada quien interpreta el hecho con la mirada que ha construido desde antes y, por tanto, a veces es difícil captar lo que está naciendo. Cada quien quiere “vivir” en lo nuevo sin renunciar (“morir”) a lo viejo. Y allí surge un conflicto entre lo que está apareciendo y lo que está muriendo. Entre lo nuevo y lo viejo. Y en ese ejercicio es importante lograr ver cómo lo nuevo se retroalimenta de lo viejo y cómo lo mejor de lo viejo se convierte en lo mejor de lo nuevo. Pero también, puede ocurrir lo contrario y entramos entonces en el “eterno retorno”.
De acuerdo a mi lectura -que puede estar equivocada- nuestro estallido social tiene formas rebeldes y creativas pero su contenido formal es de tipo reivindicativo y reformista. Tiene un trasfondo anti-sistémico, de rebelión anti-patriarcal, de insurgencia juvenil y de género, de incertidumbre por el futuro (crisis ambiental, económica, moral, consumismo, etc.), pero ese trasfondo está allí semioculto, se expresa en formas artísticas, en gestos y señales, pero no se manifiesta como contenido concreto y actuante del estallido social.
Una mirada positiva del momento
A pesar de los asesinatos de jóvenes, de las violencias desatadas y provocadas por el mismo Estado y Gobierno, el Estallido Social está logrando avances sustanciales que deben valorarse.
No valorar los triunfos que se van logrando lleva al desespero y a la aventura.
Duque ha tenido que ceder en puntos importantes y va a tener que ceder mucho más, porque ha cometido demasiados errores. Lanzar su aparato represivo contra el pueblo y asesinar tantos jóvenes, ha sido uno de sus más graves yerros.
Ellos, Uribe y Duque, no midieron el apoyo popular y ciudadano que tiene el movimiento y, tampoco, han contemplado el contexto internacional que lo tienen en contra. Biden, ONU, UE, los tienen en la mira.
Duque ha tenido que ceder en aspectos importantes para el momento. Retiró la Reforma Tributaria, renunció a Carrasquilla y la Blum, aprobó -así sea parcialmente- la matrícula cero, y en lo de la reforma de la salud ya le tiró toda la responsabilidad al Congreso.
Y lo más importante, aceptó negociar.
Pueda que su intención sea desgastar y seguir desatando la violencia para generar un caos mayor y provocar a algunos sectores que participan del movimiento de protesta para intentar una salida de fuerza (conmoción interior o golpe de Estado).
Creo, desde mi perspectiva, que eso ya no es posible. No han logrado posicionar la idea de que el estallido social está dirigido por el «castro-chavismo» (o «petro-madurismo») y que hace parte de un complot internacional.
Esa idea solo se la creen ellos.
Y es por ello que las fuerzas democráticas deben ser las mayores defensoras de la precaria institucionalidad existente. Hay que obligar a Duque -en medio de su debilidad y torpeza- a que termine su mandato.
Querer tumbarlo solo sería una torpeza al mejor estilo de Guaidó.
Uno de los aspectos más importantes a resolver en esas negociaciones es la reforma de la Policía y la investigación de los asesinatos realizados por la fuerza pública en este último año.
Para ello se debe conformar una Comisión Especial con participación de la Comunidad Internacional como lo han propuesto una serie de personalidades.
De resto, creo que vamos entrando en una fase de desenlace positivo para nuestro pueblo, en donde un gobierno débil puede ser instrumento para aislar a Uribe y a sus secuaces. Es claro que el ministro de “defensa” Molano y su general Zapateiro deben salir del gobierno.
Convertir los bloqueos en Asambleas Populares
Para seguir avanzando en esta especie de “guerra de posiciones” que el gobierno ha planteado, en donde ha surgido una situación de “dualidad de poder”, los bloqueos de carreteras se van convirtiendo en un problema para la continuidad y fortalecimiento del estallido social.
Se ha venido planteando que esta forma de lucha (bloqueos) puede transformarse sobre la marcha en Asambleas Populares en barrios y comunas, veredas y corregimientos, municipios y departamentos, que tiendan a convertirse en expresiones de “poder popular”.
Dichas asambleas populares pueden desarrollar tareas importantes:
– Integrar a la lucha a nuevos contingentes de la población para realizar en forma periódica masivas concentraciones en las ciudades que mantengan la presión sobre el gobierno sin afectar la movilidad y el abastecimiento de alimentos, medicinas, combustible, etc.
– Constituir organismos populares de carácter “constituyente” o formas iniciales de un “contrapoder” que sea garante del cumplimiento de los acuerdos que se logren en las negociaciones con el gobierno o de los logros que se conquisten sobre la marcha independientemente de la forma como el gobierno las conceda.
– Darle continuidad al estallido social hacia el futuro como expresión organizada del encuentro entre los más diversos sectores que apenas se conocen y que pueden trazarse multiplicidad de acciones sociales, políticas y culturales para materializar los sueños de cambio que han surgido en medio de esta lucha y fiesta popular.
– Proyectar hacia el futuro transformaciones de mayor calado que son necesarias para garantizar que los logros del “paro” nacional no se queden en el papel.