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Un Fidel que permanece en nuestra memoria

Fuentes: Rebelión

Cuando el 26 de noviembre del año 2016 el mundo se sacudió con la noticia de la muerte del comandante Fidel Alejandro Castro Ruz, la máxima del héroe nacional cubano, José Martí, se hizo más patente que nunca: “La muerte no es verdad cuando se ha cumplido bien la obra de la vida”.

Efectivamente, y cuando hay que referirse al estadista más importante que ha tenido el continente americano en doscientos años de independencia formal, esa máxima martiana se enciende cuando este 13 de agosto conmemoramos los 95 años del nacimiento de ese Fidel Castro, más actual que nunca. Vida y muerte de un personaje histórico, que en casi un siglo ha impregnado la política de Latinoamérica y África en especial y con indudables influencias en el resto del planeta. Y en este año 2021, momento histórico donde la mayor de las Antillas atraviesa momentos complejos, en el marco de una pandemia sanitaria que refleja en toda su dimensión los alcances de la política de máxima presión que ejerce el imperialismo y sus socios incondicionales -latinoamericanos y europeos principalmente- el recordar a Fidel es un bálsamo dentro de tanta putrefacción política.

Ante lo sostenido, traigo a colación parte del escrito que saqué a la luz ese infausto mes de noviembre del año 2016 (1) cuando Fidel Castro Ruz falleció y referí una breve biografía de este hijo de un inmigrante español Ángel Castro – gallego de la localidad de Láncara en la provincia de Lugo, reclutado por el ejército español para la Guerra contra los mambises- y que se avecindó en Cuba a fines del siglo XIX. Su madre, Lina Ruz, cubana residente en Pinar del Río, pero también de origen peninsular – de las islas Canarias – ambos de humilde extracción, que a punto de trabajo lograron una posición económica sólida. De esa relación nace, en la localidad oriental de la isla: Birán, un 13 de agosto del año 1926, el hombre que cambiaría el rostro de su país, Latinoamérica y que se constituyó en una de las figuras históricas más grandes del Siglo XX y los primeros lustros del XXI.  Educado en el estricto marco académico y disciplinario de colegios religiosos, tendrían especial influjo en él la formación jesuita recibida en el Colegio Dolores de Santiago de Cuba y posteriormente en el Colegio Belén de La Habana, de la misma congregación. 

Un hombre multifacético

Un Fidel curioso, deportista –basquetbolista, beisbolista, ajedrecista- que refrendaría a través de un apoyo sostenido de su gobierno al deporte cubano convirtiéndolo en el referente latinoamericano en materia de panamericanos y competencias olímpicas. Una potencia global que elevó muy en alto el nombre de Cuba en el concierto internacional– Unido a ese hábito por el deporte, encontramos un hombre ávido de estudiar, leer y formarse. Un joven, que al ingresar a la Universidad de La Habana vería explosionar su interés por las causas sociales, acrecentadas al convertirse en dirigente de la combativa Federación de Estudiantes Universitarios – FEU – donde llegó a ocupar cargos dirigenciales, a la par de examinar en forma libre las tres carreras que matriculó: Derecho, Derecho Diplomático y Ciencias Sociales.

Su vocación internacionalista se hizo patente, cuando el año 1947, con apenas 21 años participó activamente en los intentos de derrocar al dictador Dominicano Rafael Trujillo, incluso formando parte del desembarco por Cayo Confites, que al ser interceptado por las fuerzas del dictador acabó en su disolución y el escape de Fidel a nado, aprovechando su condición física privilegiada. El año 1948, Fidel Castro, como delegado de la FEU asistió a Colombia a la IX Conferencia Interamericana – que creara la actual organización de Estados Americanos OEA – en el marco de revueltas sociales, que acabarían con la muerte del candidato a presidente Jorge Eliecer Gaitán, durante la rebelión conocida como el Bogotazo.

De vuelta en Cuba, la constatación, que sólo la lucha activa y resuelta de la sociedad cubana podría derrotar a la dictadura del sargento devenido golpista Fulgencio Batista – herramienta del gobierno estadounidense en la isla – Fidel Castro Ruz, junto a un grupo de 160 revolucionarios concretó lo que se denomina en la historia como El Asalto al Cuartel Moncada, llevado a cabo un 26 de Julio del año 1953. Operación que terminó con la detención, tortura y muerte de gran parte de los combatientes en actos que merecieron la repulsa de la sociedad cubana, logrando que no se ejecutara extrajudicialmente a Fidel y terminara en prisión junto a algunos de sus compañeros.

Juzgado por el poder judicial de la dictadura de Batista, Fidel realizará su propia defensa legal, en un alegato final conocido como “La Historia Me Absolverá” (2) donde deja al desnudo las contradicciones del régimen y las desigualdades que explican y atienden la necesidad de alzarse contra la tiranía. Un discurso donde esboza los principales problemas de Cuba en ese momento y la necesidad de resolverlos: El problema de la tierra, la industrialización, la vivienda, el desempleo, el problema de la educación y el de la salud. Un manifiesto que mostró la visión estratégica de un dirigente como pocos en ese momento, no sólo en Cuba, sino que en Latinoamérica. “En cuanto a mí, señaló Fidel en su alocución, sé que la cárcel será dura como no la ha sido nunca para nadie, preñada de amenazas, de ruin y cobarde ensañamiento, pero no la temo, como no temo la furia del tirano miserable que arrancó la vida a setenta hermanos míos. Condenadme, no importa, La historia me absolverá”

Condenado a 15 años de prisión, Fidel es liberado luego de 22 meses preso en la Isla de Pinos – actual Isla de la Juventud – tras una amnistía establecida en mayo del año 1955. Convertido en figura pública política cubana, se traslada a México donde comienza a preparar con un grupo de compatriota – donde se une el guerrillero argentino Ernesto Che Guevara de la Serna, el desembarco de un núcleo combatiente que propiciará el derrocamiento de la dictadura de Batista. Así, tras un año de preparación, 82 combatientes, a bordo del yate Granma zarpan del puerto mexicano de Tuxpan un 25 de noviembre del año 1956, recalando en las cercanías de la Playa de las Coloradas en el Municipio de Niquero, en la actual Provincia de Granma, una semana después.

Los problemas del desembarco generaron la pérdida de armas y combatientes, que obligó al grupo revolucionario a reagruparse y marchar hacia la Sierra Maestra, marcando así el inicio de la lucha guerrillera del Movimiento 26 de Julio. Fuerza rebelde, encabezada por Fidel Castro Ruz, que triunfará en la Guerra de liberación sostenida contra la dictadura de Fulgencio Batista. Durante 3 años el Ejército Rebelde, inferior en número y armamento combatió contra un ejército apoyado por los Estados Unidos – conformado por 70 mil hombres – y que terminará con el triunfo de las Fuerzas Guerrilleras el 1 de enero del año 1959 – marcada por la huida de Batista –  Terminada la lucha se da comienzo a una revolución, al trabajo de gobierno en un Estado que sufriría enormes transformaciones y  que cambiaría la cara, no sólo de Cuba como “Territorio Libre de América” sino que del conjunto de Latinoamérica y ejemplo a seguir a seguir por los Movimientos de Liberación en África, Asia y las organizaciones políticas, que encontraron en la revolución cubana el faro y guía que necesitaban como referencia.

Cuba no ha dejado nunca de combatir

Con el triunfo de las fuerzas del Movimiento 26 de Julio, la Cuba revolucionaria, comenzaría a enfrentar una guerra más costosa y que aún hoy se extiende con su carga de desastrosos efectos. Una guerra bárbara de agresiones, de intentos de magnicidio, de bloqueo y embargos. Del financiamiento de campañas de invasión, de cerco a Cuba en todos los ámbitos: sean estos políticos, económicos o diplomáticos. Una agresión que no disminuyó ni tan siquiera cuando el campo socialista se derrumbó. Y quienes creían que muerto el ámbito de apoyo de esta Revolución implicaría su derrumbe, tuvieron que reconocer que la dignidad tiene un precio mayor que aquel que marca el neoliberalismo y así Cuba, cual ave fénix renace de las necesidades de un socialismo que en muchos países no dio el ancho pues, a diferencia de Cuba, no estaba inserto en el ADN de la sociedad.

La revolución cubana, encabezada por Fidel bajo el período conocido como Guerra Fría, sostuvo una estrecha alianza con la ex URSS con hitos históricos como la Crisis de Octubre el año 1962, el apoyo a los movimientos de Liberación Nacional y Guerras de independencia en Argelia, Angola, Mozambique, Nicaragua entre otros. Esa política activa de internacionalismo propugnada por Fidel Castro determinó una política estadounidense destinada, permanentemente a tratar de desestabilizar y tratar de derrocar al gobierno revolucionario y en especial asesinar a Fidel, quien sufrió un total de 638 intentos de magnicidio en las formas más diversas. Destaco que la agresión, durante el gobierno bajo la administración del demócrata y católico John F. Kennedy, fue el sumun de la criminalidad: sabotaje político, económico, intentos de asesinato de Fidel y otros líderes cubanos, quema de cosechas, introducción de enfermedades contagiosas, apoyo a grupos contrarrevolucionarios, intensificación del bloqueo total. JFK, el político con visión de futuro, el prohombre de la democracia y la lucha por la libertad de los pueblos, según sus defensores y admiradores, ha sido el primer responsable de esta verdadera empresa multinacional de atentados y asesinatos políticos.

La Cuba de Fidel, a pesar de los intentos de destruirla y en ello hacer desaparecer a su máximo líder, será recordada como el ejemplo de un país pequeño capaz de ayudar a la consolidación de la independencia múltiples países: la lucha de Angola por consolidar su independencia de Portugal y el enfrentamiento contra las fuerzas apoyadas por Sudáfrica y el Zaire del dictador Mobutu Sese Zeko con deseos de apoderarse del enclave de Cabinda y su riqueza petrolífera. Un combate sostenido contra las fuerzas terroristas apoyadas por la Sudáfrica del Apartheid como fue la UNITA del mercenario Jonás Savimbi, que en esa lucha conseguiría, no sólo consolidar el proceso angolano, sino también lograr la independencia de Namibia y generar las condiciones que permitieron el derrumbe del sistema del apartheid.

Logro que el propio Nelson Mandela reconocería en su discurso de toma de posesión como el Primer presidente negro de la Sudáfrica sin apartheid. Apoyo que tuvo su expresión de gesta militar en la mítica batalla de Cuito Cuanavale en territorio angolano,  que logró derrotar a las fuerzas sudafricanas y hacerlas retroceder hasta su propio territorio, atravesando Namibia en persecución de las derrotadas fuerzas blancas de Pretoria,  para así obligarlas, no sólo a no volver a agredir directamente a Angola, sino que propiciar la Independencia de Namibia y apuntalar la definitiva caída del totalitario y racista régimen de Apartheid y con ello acrecentar el camino del ejemplo para derrotar a otro régimen de apartheid que aún subsiste y que es necesario eliminar, como es el sionismo, que desde el año 1948 ocupa y coloniza a Palestina, mediante un modelo que imita tanto al nacionalsocialismo del Tercer Reich, como a la Sudáfrica racista.

Escrito en piedra, en una pared de 697 metros, en la Colina del Parque de la Libertad en Pretoria, aparecen, a la par del nombre de 95 mil combatientes sudafricanos muertos en diversos conflictos, los nombres de 2.107 cubanos que murieron defendiendo la causa del internacionalismo. Los medios internacionales, como la BBC de Inglaterra daban cuenta de este hecho de apoyo solidario de Cuba, en la primera visita que realizó a Cuba en julio del año 1991, apenas un año y medio después de salir de la cárcel en Robben Island donde permaneció cerca de tres décadas. Sostuvo Mandela, respecto a Cuito Cuanavale “Aquella impresionante derrota del ejército racista le dio a Angola la posibilidad de disfrutar de la paz y consolidar su soberanía. Le dio al pueblo de Namibia su independencia, desmoralizó al régimen racista blanco de Pretoria e inspiró la lucha contra el apartheid dentro de Sudáfrica (…). Sin la derrota en Cuito Cuanavale nuestras organizaciones nunca hubieran sido legalizadas» sostuvo Mandela ante una multitud el 26 de julio de 1991 en Matanzas, Cuba.

Con la caída de los socialismos reales el análisis fino indicaba que la revolución cubana se vendría abajo, una vez destruido el marco político y económico que sustentaba en forma mayoritaria un gobierno que en un 90% comerciaba con el mundo socialista. Sin duda fue un golpe durísimo, pero al mismo tiempo demostró que Estados Unidos ya no necesitaba la excusa del enfrentamiento este-oeste para seguir desestabilizando a Cuba.  No sirve de justificación para estas acciones, ni siquiera el argumento de los Realistas Políticos, o de los pragmáticos, e incluso de los que avalan las teorías geoestratégicas, el hecho que Cuba haya sido aliada de la Unión Soviética, por tanto, ¿Cómo se seguía justificando la continuación de la agresión contra Cuba, cuando no quedaba nada de aquel mundo bipolar? ¿Cómo se entiende, el endurecimiento constante del bloqueo contra un país soberano, sin existir ninguna resolución de las Naciones Unidas que avalara tal acción?

Cuba, desde el momento del triunfo mismo de su revolución, ha hecho de la resistencia un concepto y práctica de lucha. A un costo altísimo para la población, pero con la dignidad intacta. Oponer resistencia contra cualquiera de las trece administraciones estadounidenses que han pasado por la Casa Blanca mientras la revolución sigue intacta. Desde John F. Kennedy a Joe Biden, Cuba ha resistido, con un Fidel Castro claro, estratega, visionario y sobre todo un estadista como ningún otro en Latinoamérica, a la par de los grandes nombres del Siglo XX y un legado que, a pasar de los intentos desestabilizadores, cuyos últimos capítulos lo vimos el pasado 11 de julio de este año 2021.

La muerte física de un líder, que marcó a fuego la política mundial en general y la Latinoamericana en particular es sólo un detalle, un evento propio de la vida, el paso natural la muerte. Hoy conmemoramos su nacimiento, así como recordamos su muerte. Y hablo que ambos extremos son un detalle pues para comprenderlo, en toda su magnitud, hay que recurrir al Héroe Cubano, a José Martí, admirado y alentado en sus estudios por Fidel y la Revolución en el sentido que “La Muerte No es Verdad Cuando se ha Cumplido Bien la Obra de la Vida” y, en ese plano, la obra de Fidel sobrepasa barreras físicas, geográficas, idiomáticas situándose como una figura histórica innegable. Prueba de ello es la enorme cantidad de homenajes que están programados para este 13 de agosto para conmemorar sus 95 años desde que nació en Birán.

Hoy, más que nunca a la par de las figuras imborrables de la Revolución Cubana como Ernesto Che Guevara, Camilo Cienfuegos, Celia Sánchez Manduley y los millones de internacionalistas militares, educadores, médicos (como las brigadas que apoyan la lucha contra el Covid 19 en 56 países del mundo), obreros, ingenieros, enfermeras, alfabetizadores, que elevan el nombre de Cuba hasta los más alto, se alza el nombre de Fidel Castro Ruz, que entra en la categoría de los imprescindibles. Un hombre cuyas palabras certeras avizoraron gran parte de los problemas que hoy nos aquejan como humanidad: crisis climática, deuda externa, el papel perverso del sionismo. La inequidad y bestialidad del capitalismo, entre otros. (3)

Un dirigente que en diciembre del año 2014 en su discurso en el por el XXXII aniversario del desembarco del Granma, fundación de las Fuerzas Armadas Revolucionarias y proclamación de la Ciudad de La Habana «Lista para la defensa en la primera etapa», 5 de diciembre de 1988 en la Plaza de la Revolución «José Martí» sostuvo con claridad “ Aun cuando un día formalmente mejoraran las relaciones entre Cuba socialista y el imperio, no por ello cejaría ese imperio en su idea de aplastar a la Revolución Cubana, y no lo oculta, lo explican sus teóricos, lo explican los defensores de la filosofía del imperio. Hay algunos que afirman que es mejor realizar determinados cambios en la política hacia Cuba para penetrarla, para debilitarla, para destruirla, si es posible, incluso, pacíficamente; y otros que piensan que mientras más beligerancia le den a Cuba, más activa y efectiva será Cuba en sus luchas en el escenario de América Latina y del mundo. De modo que algo debe ser esencia del pensamiento revolucionario cubano, algo debe estar totalmente claro en la conciencia de nuestro pueblo, que ha tenido el privilegio de ser el primero en estos caminos, y es la conciencia de que nunca podremos, mientras exista el imperio, bajar la guardia, descuidar la defensa” (4)

Fidel era un profundo conocedor de la historia y su consejo, en este plano reviste la necesidad de tomarlo al pie de la letra “ “es nuestro deber conocer la historia y es nuestro deber trabajar para que las nuevas generaciones conozcan la historia, porque eso les ayudará a mantener levantado el espíritu y la conciencia revolucionaria, el reconocimiento y la gratitud hacia las generaciones que se sacrificaron, el deber de seguir adelante por los caminos del socialismo, por los caminos del comunismo y por los caminos del internacionalismo” (5) Así lo entienden los revolucionarios en Venezuela, Palestina, Irán, entre otros, que día a día cumplen la máxima de tener siempre presente la necesidad de resistir frente a los embates del imperio.

Notas:

1. https://www.telesurtv.net/bloggers/La-muerte-no-es-verdad-cuando-se-ha-cumplido-bien-la-obra-de-la-vida-20161127-0007.html

2. http://biblioteca.clacso.edu.ar/clacso/se/20191016101300/la-historia-me-absolvera-fidel-castro.pdf

3. https://rebelion.org/autor/fidel-castro-ruz/

4. https://lapupilainsomne.wordpress.com/2014/12/28/fidel-aun-cuando-un-dia-formalmente-mejoraran-las-relaciones-entre-cuba-socialista-y-el-imperio/

5. Fidel Castro Ruz: Palabras en Swietochlowice, 8 de junio de 1972, El futuro es el internacionalismo, Instituto Cubano del Libro, La Habana, 1972, p.245.

Articulo cedido por Segundo Paso Cono Sur