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Denuncian la situación de “asedio” y la violencia de los vigilantes privados contratados por la Universitat

Un grupo de activistas okupa el Colegio Mayor Luis Vives de la Universitat de Valencia

Fuentes: Rebelión

«La Ingovernable. Espai alliberat». La consigna se divisa en lo alto de la fachada del Colegio Mayor Luis Vives de la Universitat de Valencia, okupado por un grupo de activistas con el fin de recuperarlo, dotarlo de vida y generar un nuevo espacio de «cultura, pensamiento crítico y empoderamiento para la lucha». Los jóvenes okupas […]

«La Ingovernable. Espai alliberat». La consigna se divisa en lo alto de la fachada del Colegio Mayor Luis Vives de la Universitat de Valencia, okupado por un grupo de activistas con el fin de recuperarlo, dotarlo de vida y generar un nuevo espacio de «cultura, pensamiento crítico y empoderamiento para la lucha». Los jóvenes okupas abrieron el pasado primero de mayo las puertas de las instalaciones, que la Universitat de Valencia mantenía cerradas desde el verano de 2012. El día festivo de la clase trabajadora se hizo pública la okupación del Colegio Mayor Luis Vives, tras un proceso iniciado por una veintena de personas hace quince días, informan fuentes de la asamblea de okupas. Los activistas trabajan actualmente en la limpieza y adecuación de «La Ingovernable» (denominación del espacio okupado), y por el momento han rehabilitado cuatro grandes salas. Asimismo dan cuenta, en conversación telefónica, de la situación de abandono y deterioro en el que se encontraron el espacio: «Estamos tragando mucho polvo».

Los medios de comunicación informaron de incidentes en las inmediaciones del edificio la tarde del dos de mayo. Se produjeron cuando los activistas que se hallaban dentro del colegio mayor pretendían salir de las instalaciones, con el fin de realizar relevos y abastecerse de alimentos y agua. Previamente realizaron un llamamiento, al que acudieron, con bienes de primera necesidad, una treintena de personas de círculos afines. Pero los guardias de seguridad, que custodian el recinto, «no dejaron que entrara ni saliera la gente, ni tampoco que se proporcionara comida y bebida al interior», aseguran los jóvenes okupas. Habilitaron entonces un «pasillo» para sortear a los vigilantes. «Hubo forcejeos, porrazos y golpes por parte de los agentes», detallan, «mientras se empezaba a lanzar la comida por encima de las vallas». Fuentes de la asamblea señalan que los vigilantes de seguridad llamaron a los servicios de ambulancia, con el fin de notificar supuestas heridas y lesiones a los agentes de las que pudieran responsabilizar después a los activistas; «así podrían además justificar una posterior denuncia», agrega la asamblea de Okupas.

El mismo día de las agresiones, explican activistas que permanecen en el interior del edificio, se permitió que agentes de la Policía Nacional entraran en el recinto universitario, «lo que consideramos gravísimo». Afirman que además de los guardias que mantienen la vigilancia en el colegio mayor, «la zona está todas las noches llena de ‘secretas’ rondando». El tres de mayo la asamblea de «La Ingovernable» tachó de «invención» las versiones sobre lo sucedido el día anterior propagadas por los medios informativos y los agentes de seguridad contratados por la Universitat de València, que en ningún caso hicieron referencia a las agresiones de los guardias. Por el contrario, añaden los okupas en un comunicado, los vigilantes «fuera de sus funciones, retuvieron de manera violenta a una joven, a la que agarraron por el cuello y golpearon contra la pared; asimismo propinaron golpes a otras personas con las porras».

La asamblea señala la responsabilidad de la Universitat de València en los hechos violentos. Además califican la situación actual de «asedio», aunque la Universitat destaque ante los medios de comunicación un supuesto estado de «normalidad» en el Colegio Mayor Luis Vives, ya que los jóvenes pueden, según la institución universitaria, abandonar el edificio cuando consideren y finalmente se ha habilitado una zona para el suministro de vituallas. Sin embargo, el autor de este artículo pretendió ayer conversar directamente con los jóvenes okupas, lo que le fue impedido por dos vigilantes después de realizar una llamada telefónica. El interlocutor de los guardias de seguridad les dijo a estos que remitieran al periodista al gabinete de comunicación de la Universitat de València.

La okupación del colegio mayor se inspira en principios netamente anarquistas, tal como se infiere de los comunicados del grupo promotor. Los activistas hacen referencia al «control de nuestras vidas», la fuerza colectiva, la libertad, la horizontalidad y la autogestión. «La solidaridad y el apoyo mutuo son nuestras mejores armas, nos mantenemos ingobernables», afirman. Destacan la necesidad de espacios de grandes dimensiones en la ciudad, donde los movimientos sociales puedan desplegar actividades culturales, conciertos y asimismo recaudar fondos con los que afrontar las causas por represión. También manifiestan su solidaridad con las luchas universitarias, por ejemplo contra la subida de las tasas, el Plan Bolonia o las dificultades de los jóvenes con menos recursos para acceder a las licenciaturas. «Hay gente que ha tenido que abandonar una carrera por no poder pagar la matrícula», afirma un activista de la asamblea.

Uno de los puntos de polémica es el estado del edificio. Ubicado en el campus universitario de la avenida Blasco Ibáñez, el Colegio Mayor Luis Vives fue inaugurado en los años 50 del siglo pasado como residencia para estudiantes y centro cultural, informó la Agencia Efe. En un teletipo emitido el primero de mayo, la agencia añade -citando fuentes de la Universitat- que el edificio cerró sus puertas el 31 de julio de 2012 para su restauración, ya que los informes técnicos aconsejaban una reforma estructural. La denuncia cursada por la Universitat de Valencia ante la Policía Nacional subraya estas deficiencias y alerta sobre la peligrosidad del edificio. Sin embargo, los jóvenes respondieron en un comunicado que las versiones sobre la falta de seguridad y las fallas estructurales son «fraudulentas», y se difunden «para deslegitimar nuestras acciones». Sustentan esta tesis en las declaraciones de la Fundación Goerlich (por el nombre del arquitecto autor del colegio mayor, Javier Goerlich) y en la observación sobre el terreno de las instalaciones. Además, «se trata de un pretexto ya desmentido desde hace tiempo por algunos medios de comunicación», concluyen fuentes de la asamblea.

Los jóvenes se encontraron las instalaciones en situación de «total abandono», según afirman, «con una capa de alrededor de un centímetro de polvo por todo el edificio; casi no se puede ni respirar». Enumeran ejemplos del caos en el interior del colegio mayor: sillas arrojadas, la cocina «hecha una mierda», neveras tiradas por el suelo, montones de libros desparramados… Otro aspecto denunciado por los activistas es el trato por parte de los guardias de seguridad. «Algunos intentan manipularte, otros ‘pasan’ de ti y hay otros vigilantes que se emplean con modos agresivos, te increpan y coaccionan; en alguno de los casos la provocación es continua». En las redes sociales han difundido las expresiones de alguno de los vigilantes: «Si yo os pillo por aquí fuera os vais a acordar de mí después de esto»; «Os va a salir cara la bromita» y «os vais a arrepentir para toda la vida», afirmaba este guardia al tiempo que movía las esposas de modo intimidatorio, siempre según la versión de los activistas.

Los okupas de «La Ingovernable» han constatado un aumento de la vigilancia -de efectivos privados y de la policía- desde que se iniciara la okupación. Lo consideran una estrategia de «desgaste», para «bloquear cualquier apoyo desde el exterior». Mientras, lanzan un llamamiento de apoyo, al que se han sumado la mayoría de los sindicatos universitarios. «Estamos en fase de resistencia y rehabilitación del espacio, no vamos a ceder ante ningún chantaje o amenaza», concluyen vía telefónica, al tiempo que insisten en la crítica a la Universitat y al rector, Esteban Morcillo, «la cara más autoritaria de la institución». «Es un cobarde, que sólo sabe mandar a sus esbirros». Critican que la Universitat de València se haya negado a dialogar, con independencia del posterior resultado de las conversaciones: «nadie se ha pasado por aquí». Así, desde el tres de mayo los jóvenes okupas reciben por una ventana del edificio, según confirman, agua y alimentos: «Gracias a ello sobrevivimos en el interior».

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.