Los servicios secretos españoles espiaron a políticos vascos en los días posteriores a la masacre del 11-M, según se desprende de un informe del CNI publicado en su edición de hoy por el diario español El Mundo. El citado diario y alguna de sus articulistas utiliza este informe secreto para arremeter contra los líderes políticos […]
Los servicios secretos españoles espiaron a políticos vascos en los días posteriores a la masacre del 11-M, según se desprende de un informe del CNI publicado en su edición de hoy por el diario español El Mundo. El citado diario y alguna de sus articulistas utiliza este informe secreto para arremeter contra los líderes políticos vascos espiados, sin que en ningún momento se cuestione la legalidad del espionaje a políticos democráticamente elegidos en las urnas.
En el informe secreto del CNI enviado al Gobierno el 13 de marzo, día de reflexión previo a las elecciones generales, se hace referencia a los contenidos de conversaciones telefónicas realizadas por el líder de ERC, Carod Rovira, el portavoz de Batasuna, Arnaldo Otegi, el dirigente de EA, Rafa Larreina y el lehendakari, Juan José Ibarretxe.
Según el informe del CNI, el líder de ERC se puso en contacto con Arnaldo Otegi y le instó a transmitir a Ibarretxe y a Larreina el rumor de que un PP con mayoría absoluta suspendería la autonomía vasca. El lehendakari y el líder de EA no dieron credibilidad al rumor, según los servicios secretos españoles, pero «se mostraron partidarios de presionar al PSE para que denunciara la supuesta ocultación de información por parte del Gobierno».
Uno de los espiados, Rafael Larreina, señaló a Radio Euskadi que estos hechos deberían ser investigados. «A mi lo que me parece preocupante es que en un Estado democrático se pueda espiar conversaciones de parlamentarios, que son cargos electos, que tenemos un fuero especial, precisamente por ese carácter de representantes de la ciudadanía, que se pueda hacer con total impunidad, sin ningún tipo de control ni autorización judicial este tipo de seguimiento e intervenciones telefónicas. Yo creo que esto en cualquier país que sea realmente democrático supone la caída del Gobierno».
Larreina desmintió, además, haber recibbido cualquier tipo de presión tanto de Carod como de Otegi para sumarse a la supuesta estrategia que se menciona en el periódico madrileño.