Investigadores, asociaciones de defensa de la sanidad pública y activistas explican en un libro el proceso de mercantilización de la atención sanitaria pública en Cataluña
La sanidad catalana ha sido muy sacudida en los últimos años: escándalos de corrupción y de conflictos de intereses, recortes y aumento de las listas de espera, derivaciones de pacientes a la privada, etc. Para analizar este proceso, investigadores del Grupo de Investigación en Desigualdades de la Salud (GREDS) y activistas acaban de publicar el libro ‘Cómo comercian con tu salud? «(Icaria Editorial) que ha sido financiado gracias a una campaña de micromecenazgo. El libro, que se presentó el miércoles pasado, defiende la tesis que todos estos hechos responden a una lógica de mercantilización del sistema sanitario público. «Hacía falta datos científicos para contraargumentar este discurso dominante, armarnos de argumentos para continuar luchando por la defensa de la sanidad pública», apuntó Gemma Tarafa, directora científica del libro.
El concepto de mercantilización se define en el libro por la introducción de criterios mercantiles en las administraciones públicas con la idea de que el mercado es el más eficiente par la asignación de recursos. Sin embargo, los autores contestan esta afirmación y, tras analizar estudios internacionales, concluyen que «los pacientes atendidos en hospitales con ánimo de lucro presentan unos peores resultados y con unos costes superiores que los de los atendidos en hospitales públicos o privados sin ánimo de lucro».
En opinión de los autores, esta tendencia, sin embargo, no es nueva sino que se produce desde hace muchos años en Cataluña. En concreto, el disparo de salida de la mercantilización fue la reforma de la ley de ordenación sanitaria de Cataluña que introdujo formalmente ‘el ánimo de lucro’ en la sanidad catalana en 1995.
También apuntan que esta introducción del ánimo de lucro ha sido acompañada de una persistencia del carácter «hospitalocéntrico» del sistema sanitario. «Este enfoque», afirman, «genera beneficios considerables en ‘medicalizar’ personas sanas, sobre todo las mayores». Por eso lamentan que el sistema no dé una mayor importancia a la atención primaria a pesar de que «una atención primaria débil se asocia a una mortalidad general y prematura más elevadas».
Después de este repaso histórico, el libro se centra en las consecuencias de los recortes aplicados en los últimos años: 4 centros de atención primaria han sido cerrados, 31 han visto su horario restringido y 58 han dejado de funcionar las 24 horas. En cuanto a la atención especializada, se cerraron 1.132 camas entre 2010 y 2012 y desaparecieron diferentes servicios y actividades en algunos hospitales. A todo ello se añaden el aumento importante de las listas de espera para las intervenciones quirúrgicas o las reducciones de sueldo del personal sanitario.
Luchas y nuevas ideas
El libro no pretende sólo ser un análisis de la evolución de la sanidad catalana. Por eso también contiene un capítulo dedicado a las luchas que se han multiplicado en los últimos años: desde las ocupaciones contra los cierres de centros de atención primaria, contra los recortes en las condiciones laborales del personal sanitario o bien contra el llamado ‘ apartheid sanitario ‘que limita el acceso de los migrantes a la sanidad pública. En el mismo sentido, la activista Clara Valverde dijo durante la presentación que «este libro ayudará a repolitizar, a explicar a la gente que lo que está pasando es fruto de decisiones políticas».
En su intervención, Valverde subrayó la pertinencia de las nuevas luchas a favor de la sanidad pública. Cree más eficaz multiplicar las acciones aisladas como las ocupaciones de CAPs. «Esto contagia, inspira otros grupos», justificó. «No hay que tener un plan conjunto como hacíamos antes cuando nos limitábamos a crear plataformas y firmar manifiestos».
La última parte del libro propone ideas para un nuevo «Sistema Nacional de Salud en Cataluña», que consideraría como entes públicos todos los centros de atención primaria y especializada que reciban financiación pública, lo que, en la práctica pondría fin al modelo actual de consorcios. Pero los autores van más allá y proponen un enfoque «bio-psico-social» de la salud de las personas, es decir menos medicalizado y con menos peso farmacéutico. Finalmente, proponen una democratización del sistema con una participación real de los usuarios y de los profesionales.