Hace unas pocas semanas hemos asistido a uno de esos debates de la actualidad política española, que si bien no tienen mayor trascendencia práctica para el funcionamiento de la sociedad, pueden, según se miren, acabar convirtiéndose en auténticos ejemplos paradigmáticos de cómo se las gastan en este estado determinados partidos políticos de carácter nacionalista español. […]
Hace unas pocas semanas hemos asistido a uno de esos debates de la actualidad política española, que si bien no tienen mayor trascendencia práctica para el funcionamiento de la sociedad, pueden, según se miren, acabar convirtiéndose en auténticos ejemplos paradigmáticos de cómo se las gastan en este estado determinados partidos políticos de carácter nacionalista español. Me estoy refiriendo, para ser más concreto, a todo lo relacionado con la izada de la bandera española en el ayuntamiento de Bilbao.
Como todos los años, el día 24 de agosto, con motivo de la celebración del «Día grande» de las fiestas de la ciudad vizcaína, las cuatro banderas representativas de las diferentes instituciones políticas a las cuales pertenece la ciudad, fueron izadas por un periodo no superior a la media hora. Como es habitual, toda la atención política estaba focalizada en la presencia de la bandera estatal, bandera que, como es sabido, solo es expuesta en la balconada durante esta fecha. Días atrás, los partidos españolistas, especialmente el PP, aprovechando el revuelo que siempre levanta este acontecimiento, habían iniciado una campaña, con cobertura en todos los medios de comunicación del estado, de acoso y derribo al alcalde de Bilbao, presionando para que, en cumplimiento de la ley de banderas, la enseña constitucional española no solo sea levantada para el acto festivo, sino que permanezca izada todos y cada uno de los días del año.
Da la casualidad que por esas mismas fechas, no hacía tanto que en otro lugar de la geografía estatal se había estado incumpliendo también la ley de banderas, aunque, esta vez, como no podía ser de otra manera al tratarse de Andalucía, la ilegalidad no atentase contra la bandera española, sino contra la bandera (nacional) de Andalucía. Este hecho que, además, no es en absoluto novedoso en las instituciones públicas de estas tierras del sur, no pasaría de ser una mera anécdota, de no ser porque, en este caso, el lugar en donde se estaba llevando a cabo el incumplimiento de la ley, era, nada más y nada menos, que la sede del parlamento autonómico, lugar de máxima representación institucional de la autonomía andaluza, y supuesto centro de la voluntad política de los andaluces.
Más de tres semanas nos hemos tirado los andaluces y andaluzas sin poder ver ondear la bandera blanca y verde en la principal de nuestras instituciones políticas, y nadie, absolutamente nadie, salvo las juventudes del partido andalucista y algunos otros grupos nacionalistas, han tenido el menor inconveniente por ello. Ni PSOE, ni IU, ni, por supuesto, el PP, creyeron conveniente alzar sus voces en contra de este fragante atentado contra la identidad política de Andalucía. ¿Se imaginan ustedes que hubiera pasado si, en lugar de estar gobernando un partido españolista, lo hubiese estado haciendo un partido nacionalista andaluz, y la bandera que hubiese faltado durante más de tres semanas hubiese sido la española? Ahórrense la respuesta, es una pregunta retórica.
Este hecho, que, como digo, por reiterativo, pudiera ser anecdótico de haberse dado en cualquier otro lugar de la comunidad, se convierte automáticamente en un hecho muy grave al tratarse del parlamento. Más aún, si el incumplimiento de la ley coincide en el tiempo con una fecha tan significativa para el nacionalismo andaluz como es la del fusilamiento de Blas Infante, a quien, por cierto, se le rindió un homenaje en el interior del parlamento mientras en el exterior faltaba de su sitio la bandera que él creara para todos los andaluces.
Con acontecimientos como éste, que seguramente se den de una u otra manera en muchos otros lugares del estado, se pone de manifiesto, por si alguien lo dudaba, que lo preocupante para estos partidos españolistas no es si se cumple o no se cumple la ley de banderas en una determinada institución autonómica o municipal, sino que el problema viene única y exclusivamente cuando es la bandera española la que no se iza. Estando levantada la bandera rojigualda, todo lo demás, incluso la desaparición de una bandera autonómica del mástil del parlamento al cual representa, es indiferente, no dando lugar a la menor movilización por su parte. Por tanto, que lo digan claro; No es la ley de banderas lo que les preocupa, es salvaguardar la identidad de España y el honor de sus símbolos lo que de verdad merece una cruzada para estos partidos.
Y partir de aquí, teniendo todos las cartas sobre la mesa, asuntos como el de la no izada de la bandera española en el día a día del Ayuntamiento de Bilbao, pasarían a ser, según la propia lógica nacionalista española, tan justificables ideológicamente como lo es, al parecer, que nadie de entre los españolistas proteste porque en el parlamento nacional de Andalucía no esté presente la enseña andaluza durante más de tres semanas.
Tres semanas en que la memoria de Blas Infante ha sido ultrajada, por más homenajes hipócritas que quieran darle luego en el interior del recinto.
* Foto del parlamento andaluz sin la bandera nacional Andaluza