Cualquier acto en defensa de las presas y presos con enfermedades graves (pienso en la manifestación del día 9 en Gasteiz) supone una ingesta del citado fármaco. Tratamiento recomendable, eficaz y sin contraindicaciones Era niño cuando lo escuché por primera vez. Mi escasa experiencia infantil no me permitió comprender entonces toda la carga que aquel […]
Cualquier acto en defensa de las presas y presos con enfermedades graves (pienso en la manifestación del día 9 en Gasteiz) supone una ingesta del citado fármaco. Tratamiento recomendable, eficaz y sin contraindicaciones
Era niño cuando lo escuché por primera vez. Mi escasa experiencia infantil no me permitió comprender entonces toda la carga que aquel refrán encerraba: «En la cárcel y en la cama conocerás quien te ama». Un alegato a favor de las personas más necesitadas: las privadas de libertad o de salud. Apelación especialmente apremiante cuando las dos circunstancias se dan cita en una misma persona que sufre prisión y enfermedad grave.
Bastaría un solo caso de estas características para que la ley se aplicara, los gruesos paredones penitenciarios se resquebrajaran y las alarmas sociales sonaran sacudiendo ominosas indiferencias. Pero resulta que el listado de quienes cargan a un mismo tiempo enfermedades incurables y condenas prolongadas es bastante más largo. Si mis cálculos no fallan, son catorce las personas que se encuentran en esta situación. No ha sido una odiosa casualidad la que ha concitado en estas catorce personas ambas fatalidades. La una es consecuencia de la otra; el encarcelamiento prolongado engendra enfermedades como la carroña provoca hedor o la guerra, muertes. La cárcel reproduce condiciones precarias y agresivas que devoran la salud de la población reclusa. Por lo que se refiere a las presas y presos políticos vascos, es conocido que soportan un régimen penitenciario especialmente cruel: aislamientos largos; estrés incrementado por un acoso continuo; atención médica salpicada de carencias; tratamientos externos que no se ajustan a las fechas y horas de las citas médicas fijadas; privación de dietas necesarias, informes médicos que se traspapelan en los continuos traslados; falta del calor humano que, en caso de enfermedad, es uno de los remedios más eficaces….
Mayo -un mes como otro cualquiera- nos ha dejado el ataque epiléptico de Ibon, la peritonitis de Txema, el desprendimiento de retina que ha sufrido Jose Ramón. A lo que habría que añadir los otros casos más conocidos de afecciones crónicas: el trastorno esquizo afectivo de Jesus Mari; las cardiopatías de Iñaki, Josetxo, Isidro y José Ramón; los tumores cancerosos de Josu, Gotzone y José Angel; los delicadísimos cuadros médicos de Inmaculada y de Gari; la grave alteración óptica de Iñaki o la ósea de Jesús Mari; los trastornos obsesivos de Aitzol y de José Miguel.
Instituciones Penitenciarias está cumpliendo a la perfección el objetivo que se le asignó: destruir a las personas que le fueron encomendadas. Pero no ha conseguido acabar con el respaldo popular; muy al contrario, está activando la imaginación de quienes han asumido a su cargo el cuidado de esta población doblemente golpeada: vehículos reconvertidos en ambulancias, improvisadas enfermeras, rústicas camillas…. A todos estos ingenios, añádase la distribución del viejo y eficacísimo producto que la solidaridad ciudadana patentó y promueve: la Konpromizina. Cualquier acto en defensa de las presas y presos con enfermedades graves (pienso en la manifestación del día 9 en Gasteiz) supone una ingesta del citado fármaco. Tratamiento recomendable, eficaz y sin contraindicaciones.
Jesus Valencia es educador social
Fuente: http://www.gara.net/