El triunfo en la elección presidencial de Gabriel Boric generó altas expectativas que, a medida que pasaron los días, han generado una creciente insatisfacción y desaprobación de su gestión. Un “despegue con turbulencias”, definió el joven mandatario a su primer mes en el gobierno.
La encuestadora Cadem otorgó un 40% de apoyo y un 50% de desaprobación a la gestión boricista, un aumento de 9 puntos porcentuales en una semana, mientras Pulso Ciudadano, indica que la aprobación llega a un 27,8%, y que su desaprobación ascendió al 51%,
La encuesta de Cadem muestra un alza de 30% en la desaprobación desde que asumió Boric como jefe de Estado y que los segmentos donde se registra la desaprobación más alta recaen en las personas entre 35 y 54 años (61%), de sectores medios (56%) y bajos (54%), que se identifican con la derecha (80%) e independientes (59%) y que votaron por José Antonio Kast (86%) o no votaron (58%).
El primer mes de gobierno anuncia lo que serán los meses siguientes. Una encarnizada lucha cotidiana ante los desafíos inmediatos, junto al avance del proceso constituyente. Ambos procesos convergerán a mediados de año, cuando un texto constitucional se someterá a la aprobación del país y la presidencia se verá enfrentada a una opinión ciudadana.
El plebiscito del 4 de septiembre próximo no será solamente una opinión de la ciudadanía respecto al nuevo orden constitucional, sino que simultáneamente se transformará también en una evaluación del gobierno.
El Gobierno no termina su fase de instalación, donde conviven dos agendas: la de las promesas de campaña -cambios sustantivos en temas como la previsión, salud, educación, descentralización, los derechos de género y la preocupación medioambiental- y la de los desafíos más urgentes que afectan a la población como la inflación, los diversos temas de la seguridad interior, la migración masiva e ilegal, la reanimación de la economía.
Para Gabriel Gaspar, las primeras semanas muestran que la actual administración ha consumido sus mejores esfuerzos en atender las demandas heredadas y no ha logrado instalar su propia agenda. Convengamos también que, en la mayoría de estos casos, la solución no es fácil y, por cierto, tampoco será rápida.
El gobierno deberá consolidar su dirección única, al tiempo que enfrenta a un Congreso donde carece de mayoría. Este gobierno no tiene cuatro años para afianzarse, sino apenas un semestre, de aquí a septiembre, para consolidar su posición. El escenario más difícil para Chile es que en los meses que vienen se profundice la inflación y persistan los problemas de orden público.
La oposición política no se ha desplegado a plenitud, y el antiguo Pacto Chile Vamos está en revisión profunda. Los partidos tradicionales de derecha examinan su pasado reciente y no vislumbran futuro, pero el emergente ultraderechista Partido Republicano seguramente cope al sector, señalan los analistas. De este modo, el gobierno de Boric enfrentara una férrea oposición de la ultraderecha y una emergente oposición de izquierda, con eventuales estallidos sociales, que lo acusará de “amarillo”.
Un mes para debilitarse
El primer mes de gobierno estuvo cruzado por cuestionamientos y el debilitamiento de su ministra del Interior, Izkia Siches, luego de que anunció una millonaria inversión en más represión en el Wallmapu, el territorio mapuche en el sur de Chile, y la creación de un nuevo sistema de inteligencia del Estado.
Las disputas internas de las diferentes coaliciones (en especial el Frente Amplio y el Partido Comunista), la inclusión de sectores de la ex-Concertación (coalición que llevó a la presidencia a Michel Bachellet) y del Partido Socialista (PS), que de socialista le queda el nombre, la mano de los viejos momios debilitando las decisiones antineoliberales, marcan la carencia de bases sólidas para lograr una transición política pacífica e institucional que termine por dejar atrás los efectos de la revuelta del 2019.
El nuevo gobierno quedó tensionado entre el reformismo comunista y del progresismo neoliberal socialdemócrata, parte fundamental en mantener el modelo neoliberal cuestionado por la rebelión de finales del 2019, como expresión de fuerzas económicas, sociales, políticas y culturales que cruzan el Chile posrevuelta.
La tecnocracia concertacionista que el mismo pueblo movilizado había repudiado con los “no son treinta pesos, son treinta años”, entró colada a La Moneda, que eligió a este gobierno para no caer en manos de la derecha oligarca ni en la lógica de la impotencia del pasado, que fue el sello de la Nueva Mayoría (Concertación + PC) y que le pavimentó el camino al autoritarismo neoliberal y represivo del segundo mandato de Sebastián Piñera.
Así fue como la integración de la exConcertación (hoy Socialismo Democrático) al gobierno fue decidida por el presidente Boric con su círculo de hierro. Fue una política de hechos consumados. El copamiento del gobierno fue hecho en nombre de la responsabilidad y la “expertise”, y también del imperativo de gobernabilidad de las derechas concertacionistas, pero banalizando el rol anterior de consolidación del neoliberalismo jugado por el mismo concertacionismo, señala Leopoldo Lavín.
“Fue el abrazo del oso concertacionista para apagar la llama que porta aún la generación de los cambios: el proyecto asumido por la generación estudiantil luchadora y los movimientos sociales como el de mujeres, salidos de las clases medias se ve así ensamblado a las viejas prácticas dilatorias de los dirigentes de la transición. Es decir, asociados a una cultura política institucional que desconfía de la movilización popular para generar transformaciones sociales”, añade.
En otro campo, la política exterior de Chile, en un contexto de extrema complejidad multipolar y de alta conflictividad, sigue siendo un feudo de algunos iniciados de la casta política. Hoy el debate de la cuestión pública en esa materia ha sido silenciado por los partidos de la coalición gobernante y dirigentes del PS y el PPD, que siempre fueron incondicionales del partido Demócrata de EU y acallan las operaciones militares destinadas a asentar la hegemonía militar de Washington.
Mientras, la inflación alcanza el 9,4% anual, los efectos de la pandemia y el golpe a la economía global por la invasión rusa a Ucrania, generan turbulencias en la situación económica de millones de chilenos, muchos de los que votaron a Boric con la expectativa de un cambio.
El gobierno que en campaña prometía el el fin de las AFP, el sistema de pensiones privado, se encaminó en una moderación hacia la derecha y insiste que su propia coalición rechace en el Congreso, la posibilidad de que las personas hagan un quinto retiro adelantado de sus fondos. Fue desconcertante el rechazo popular que generó el salvataje que el gobierno terminó haciendo a las AFP.
Manuel Riesco, influyente economista del Partido Comunista y admirador de Boric, señalo que “El gobierno y su coalición han quedado en una situación complicada que se va a prolongar y agravar con un costo político creciente. El camino de solución lo dio el propio presidente al justificar su apoyo como diputado del cuarto retiro, contra la opinión de sus asesores. Escucho a mis asesores, pero también al pueblo’ dijo.
Riesco,que coincide con la opinión del ex candidato de Apruebo Dignidad, Daniel Jadue (PC), agregó que “El pueblo tiene toda la razón al exigir los retiros. No la tienen sus asesores al oponerse a los mismos. Se trata de una demanda justa que confirma la ilegitimidad absoluta del sistema de ahorro forzoso AFP. Para intentar frenarlos, los partidarios de mantener e incluso agravar este abuso exageran los aspectos negativos de los retiros mientras soslayan sus evidentes aspectos positivos”.
Pablo Torres afirma que «Las presiones en el régimen, en los medios y en el empresariado, buscan correr el cerco de la situación y del gobierno hacia la derecha, con los pedidos de renuncia a Siches, los cuestionamientos para fortalecer el orden público y las policías, la criminalización de la protesta, la instalación del discurso delincuencia, terrorismo en el sur”.
“Los golpes a la Convención Constitucional por parte de todos los grandes personajes del régimen como (el expresidente) Ricardo Lagos. Las amenazas –por parte de Hacienda, de banqueros, medios y empresas- de una inflación desatada de aprobarse un nuevo retiro de pensiones, el discurso de “austeridad” y de ajustarse los cinturones. Todo ese movimiento en las alturas se dirige hacia la derecha: a moderar las reformas y hacerlas con gradualidad, para no joder a las grandes empresas», añade Torres.
Diego Sacchi afirma que la pérdida de apoyo que vive la gestión de Boric es expresión de los límites del proyecto “progresista anti neoliberal” que buscó representar y que por ahora, es más neoliberal progresista que otra cosa, decidido a no hacer cambios profundos que generen el descontento de los empresarios y otros sectores de poder.
Es cierto que las condiciones económicas son desfavorables: no hay súper ciclo del cobre que garantice muchos dólares, tampoco hay viento de cola favorable, más bien la inversión retrocede. Quizá el aumento de la inflación histórica en 30 años en Chile, y en el mundo, son las «turbulencias» a las que se refirió Boric.
Pero lo cierto es que el actual presidente responde con las viejas recetas neoliberales, buscando “enfriar” la economía a costa de bajar el consumo de masas y evitar tocar las ganancias de los empresarios. Cada hecho del gobierno lleva a la agenda hacia la derecha, sin responder a las expectativas de millones que lo apoyaron, añade Sacchi.
La guerra sucia
En febrero, los centros de análisis de la conversación política en redes sociales detectaron la reactivación de la campaña del Rechazo, bajo el mismo patrón usado para el plebiscito por una nueva Constitución de octubre de 2020: distribución masiva de fake news, así como de material que busca el desaliento y la desilusión para minar la credibilidad del proceso constituyente, a través de campañas políticas pagadas en Facebook, denunció Roberto Bruna en El Mostrador.
En este grupo destacan la Fundación Ciudadanos en Acción”, donde participa el convencional Bernardo Fontaine, la página «El Descueve», que ha distribuido publicidad política durante las primeras semanas de abril; y «La Convención al instante», que también ha desembolsado dinero en propaganda desde el 4 de abril.
Otro caso singular es el del “hacheísmo”, página controlada por el publicista Humberto Boellert, una figura del activismo de la ultraderecha. En su página pide aportes a cambio de acosar y hostigar a sus adversarios políticos. “Los voy a tapizar en tweets sarcásticos, imágenes poco favorables y mails para meterles presión. Van a querer dejar su teléfono en la casa…”, señaló.
Cecilia Vergara Mattei. Periodista chilena, asociada al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)