Lo inédito de la situación actual
Hemos planteado que Colombia ha entrado en un nuevo momento político. No significa que esté asegurado el triunfo de las fuerzas progresistas y de izquierda. Es solo una ventana de oportunidad.
Si no somos conscientes que estamos frente a esa inédita situación, no seremos capaces de transformar nuestra forma de pensar y de actuar. Entonces, repetiremos la historia de 1946[1] y 1991[2].
Lo inédito consiste en que las castas dominantes saben que las fuerzas progresistas y de izquierda tienen una oportunidad real para acceder al gobierno central. Y por eso, tienen miedo.
Quienes siempre han monopolizado el poder en Colombia están a la defensiva. No tienen un proyecto político de futuro. Tienen miedo y solo pueden ofrecer miedo como estrategia política.
Esas castas dominantes que instrumentalizaron la Constitución de 1991 para fortalecer sus bancos y empresas con dineros del narcotráfico, saben que no puede ceder la Presidencia de la República.
Son conscientes que el Congreso, cortes judiciales, órganos de control, etc., dependen del Ejecutivo y que es un peligro que sectores políticos que ellos no controlan puedan acceder a ese cargo.
Mucho más en un momento en donde la Justicia Especial de Paz (JEP) empieza a esclarecer crímenes de lesa humanidad que comprometen a importantes sectores de esas castas dominantes.
Los antecedentes
En 1991, nos vendieron la idea de la apertura económica y democrática. “Bienvenidos al futuro” decía César Gaviria, quien heredó el capital político del inmolado Luis Carlos Galán, asesinado por ellos mismos.
En 2001, le dieron vuelta de tuerca a la política colombiana con Álvaro Uribe Vélez, quien aprovechando los graves errores y crímenes de las Farc, convenció al pueblo colombiano de que con la derrota de la guerrilla se arreglarían todos sus problemas.
Y entre 2014 y 2018, ante la evidencia de que no lograron derrotar militarmente a la guerrilla, acompañaron tímidamente a Juan Manuel Santos en la búsqueda de la “paz”, que para ellos sólo era la desmovilización y el desarme de sus integrantes.
La actualidad
Hoy hace crisis el modelo neoliberal que nos vendieron como solución. Hace agua la economía que construyeron en estos 30 años que depende de la exportación de materias primas (petróleo, carbón, oro, agronegocios). Si no fuera por el narcotráfico este país ya hubiera colapsado.
Además, la pandemia ha agudizado la situación. El Estado está quebrado y endeudado, y el gobierno de Duque para poder mostrar algo de inversión social tiene que aprobar nuevos impuestos y reformas que afectaran a las clases medias y al pueblo.
Esa es la tragedia que están viviendo. Todos los pronósticos son negativos para ellos. La tormenta perfecta que afecta sus intereses está diagnosticada y anunciada. Uribe lo dijo: “Ojo con el 2022”.
Pero además, no tienen un candidato que muestre liderazgo y que unifique a sus huestes políticas que están en plena descomposición moral y política. Y es por ello que se ha desencadenado una verdadera feria de aspiraciones presidenciales en los partidos políticos de la oligarquía[3].
La política del miedo
Ante esa realidad política que se hace evidente con el avance del proyecto progresista y el debilitamiento de las fuerzas del “centro”, las castas dominantes se aferran a la política del Miedo.
Dejan que los grupos armados ilegales se fortalezcan en las regiones para generar un clima de desestabilización. Quieren revivir a las Farc en cabeza de Gustavo Petro. Ya lo hicieron en 2018.
Buscan identificar la protesta social con grupos armados y con el llamado vandalismo. Realizan masacres de todo tipo para generar reacciones entre los sectores democráticos que los medios de comunicación manipulan hacia la matriz “castro-chavista”.
Generan falsas iniciativas como la de alargar el período de Duque para probar lealtades, debilitar a los legisladores que muestran cierta independencia, y asegurar mayorías parlamentarias para impulsar sus reformas regresivas.
Nada de raro tiene que en su desespero, especialmente de las fuerzas uribistas, quieran generar un caos artificial para impulsar una aventura golpista. Lo inédito del momento da para todo.
Un Pacto Histórico que venza al miedo
Se ha planteado la construcción de un Pacto Histórico por parte de una serie de fuerzas políticas encabezadas por Colombia Humana, PDA, MAIS, UP y otras.
Es una propuesta importante y viable para el momento que debe tener en cuenta que:
– Se necesita un esfuerzo y una acción extraordinaria que rompa con la práctica tradicional.
– La sola unidad de los partidos, movimientos y grupos políticos existentes, así fueran todos los llamados alternativos, no alcanza para garantizar ese triunfo.
– Lo inédito de la situación debe llevar a revisar las debilidades de nuestros procesos políticos.
– Ser más conscientes de lo difícil que será derrotar a las castas dominantes en el terreno electoral.
– Enfrentaremos la más descarada compra de votos, el chantaje, la mentira y la manipulación.
– Se requiere un triunfo contundente y mayoritario para derrotar el fraude electoral del CNE.
– Se necesita un esfuerzo descomunal que logre movilizar al pueblo abstencionista, que es aquel que no cree en partidos políticos ni en la misma institucionalidad.
– Se hace urgente volver a entusiasmar a miles de activistas sociales que se defraudaron con las prácticas burocráticas y aspiraciones individuales que se apoderaron de los pequeños grupos denominados “partidos alternativos”.
– Hay que aterrizar el programa del Pacto Histórico en cada departamento y municipio.
– Se debe aprovechar la división de los partidos tradicionales. Hay que atraer a todos los sectores que acompañaron la lucha por la paz y están en la tarea de derrotar a Uribe.
– Es indispensable desarrollar una acción muy amplia, con nuevos sectores de la sociedad “no organizada” pero que se expresa políticamente en las calles y en la vida diaria, en la producción, cultura, educación, salud, ambientalismo, lucha de género, etc.
[1] 1946: el Partido Comunista apoyó al candidato liberal de la oligarquía en contra de Jorge Eliécer Gaitán.
[2] 1991: el M19, después de ser la principal fuerza de la Asamblea Constituyente, hizo parte del gobierno neoliberal de César Gaviria prestándose a una serie de acuerdos con la oligarquía que le quitaron el empuje al proceso de cambio.
[3] Ya están en actividad 6 aspirantes conservadores, 5 liberales, 4 de la U, 2 de Cambio Radical, 4 del Centro Democrático, y varios independientes provenientes de los partidos tradicionales. Se destacan la actual Vicepresidente, varios exministros de Hacienda, exgobernadores y exalcaldes de Bogotá, Medellín y Barranquilla.