La prensa habla directamente de «agresión», ni siquiera en el grado de presunta agresión. V.S.T. no agredió al presidente Areces. Presencié los hechos a menos de dos metros de distancia. Además, desde la posición en la que se encontraba la presunta agresora difícilmente podría agredir al presidente Areces, tal como puede comprobarse en la foto, […]
La prensa habla directamente de «agresión», ni siquiera en el grado de presunta agresión. V.S.T. no agredió al presidente Areces. Presencié los hechos a menos de dos metros de distancia. Además, desde la posición en la que se encontraba la presunta agresora difícilmente podría agredir al presidente Areces, tal como puede comprobarse en la foto, la joven se encuentra apoyada en la barandilla de la rampa y el presidente pasa por el tramo inferior de la rampa.
Tampoco parece que haya argumento alguno para fundamentar la acusación con la categoría de «atentado», a lo que habría que añadir similar consideración de presunto atentado.
Tampoco es cierto, como repite la prensa refiriéndose el presiedente «fue agredido y tuvo que ser escoltado por la Policía Nacional», es más de lo anterior, pero con el añadido de que «tuvo que ser escoltado por la Policía Nacional», como si a consecuencia de la presunta agresión se impusiera la necesidad de la «escolta». Areces venía fuertemente escoltado desde que se apeó del tren de la Semana Negra y fue fuertemente abucheado, esto sí que es cierto. Y añadiría que muy mal escoltado porque cuando la comitiva se empeña en salir por la parte central -entre la puerta de salida y la de entrada- se dan de bruces contra la cristalera que separa ambas puertas, de modo que así difícilmente van a poder franquear la salida, ni siquiera contando con los fornidos guardaespaldas.
Tampoco es cierto la expresión de «propinar un manotazo», porque nada sucedió así.
Tampoco es cierto que «Los manifestantes recibieron a la comitiva de la Semana Negra con gritos, insultos, bocinazos» porque en absoluto el abucheo era contra la comitiva de la Semana Negra», según declararon una buena parte de los allí concentrados, sino que la protesta iba directamente contra Areces y en todo caso contra los políticos que le pudieran acompañar. Como tampoco lo fue contra el Director de la Semana Negra Paco Taibo. Ni éste ni los escritores participantes necesitaron protección alguna.
Los hechos. Un instante después de la escena de la foto de más arriba, la joven toca ligeramente el pelo de la cabeza del presidente Areces con la yema de los dedos de la mano derecha, estirándose mucho por encima de la barandilla. No hubo ni golpe, ni tirón de pelo, ni mucho menos bofetada o algo similar. Ni la policía ni los escoltas reaccionaron ni le dieron más importancia si es que se enteraron, sólo unos instantes después, cuando ya todo había pasado, fue el propio presidente Areces quien volviéndose señaló a la joven con la mano derecha diciendo «a por ella», «cojan a esa» o algo similar.
Inmediatamente, el Policía Nacional que iba a lado, como se aprecia en la foto, trepó por la barandilla arrollándome sin ninguna consideración, primero contra la pared y después contra la barandilla para salir en persecución de la joven (el presidente en la parte inferior de la foto).
Ciertamente en el vestíbulo de la estación sí hubo muchos empujones y codazos dada la aglomeración, en esta situación la comitiva y el presidente sólo pensaban en ir lo más deprisa posible y salir al exterior.
Las consecuencias. Una condena anticipada fundamentada en acusaciones que se dan por ciertas antes de celebrar ningún juicio: «atentado» y «agresión».
La situación. Intolerancia a cualquier protesta sin tener en cuenta la situación tan «violenta» en la que se encuentran muchas personas por su precariedad económica. Un Gobierno regional que cada día habla de más recortes sociales pero que no da soluciones. Insensibilidad gubernamental ante la situación de crisis social, esta y otras consideraciones bastante más duras fueron una buena parte de la opinión de los concentrados. La izquierda gubernamental y los sindicatos también gubernamentales no estaban ni allí ni en ningún otro lado.
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