La edición de los premios «Príncipe de Asturias» ha culminado con su entrega, el pasado sábado 21, en el Teatro Campoamor de Oviedo. Además de la rutina de otros años repecto al presunto glamour con que se pretende impregnar esta ceremonia, y la curiosidad de una masa importante de vecinos de a pie, que acude a […]
La edición de los premios «Príncipe de Asturias» ha culminado con su entrega, el pasado sábado 21, en el Teatro Campoamor de Oviedo.
Además de la rutina de otros años repecto al presunto glamour con que se pretende impregnar esta ceremonia, y la curiosidad de una masa importante de vecinos de a pie, que acude a los alrededores del teatro a contemplar de cerca de los galardonados y a los invitados de lujo, una novedad de la presente entrega ha sido la intervención del embajador de Estado Unidos en España en la mañana del acto oficial.
A esa hora, el embajador se reunió con tres de los galardonados, que son estadounidenses, y se mostró contento con los premios. Manifestó que estas distinciones «son una fuente de orgullo para EEUU», describió a los premiados como «emprendedores de los cambios que la sociedad necesita», y consideró que los galardonados «merecen el máximo reconocimiento de su país», mostrándose finalmente dispuesto a colaborar para impulsarlos.
Por la tarde de ese mismo día, a la hora del acto de la entrega, y mientras desfilaban los invitados regios, los galardonados y los príncipes de Asturias por la alfombra azul camino del interior del teatro, surgió la sorpresa: un grupo de empleados de la televisión pública del Principado expresaba clamorosamente su descontento por los recortes anunciados en el ente, que darían en el paro con muchos de sus actuales trabajadores. El acto, que años atrás discurría sin apenas incidentes, empezó a deslucirse.
Por si esto fuera poco, surgió una segunda novedad absolutamente rigurosa: los del 15-M desarrollaron una performance en la Plaza de la Escandalera, colindante con la del teatro, y mientras transmitían en directo la ceremonia interior por medio de una gran pantalla de televisión, muy cerca, los 15-M, organizaban la entrega de premios alternativos a los concedidos. Dichos galardones, más pegados a la dura realidad y exentos de cualquier glamour y despilfarro, recayeron en Ángela Merkel, en la OTAN, en el Banco Mundial, en los mozos de escuadra y en el medio Intereconomía. La representación culminaba con una marioneta llamada Rubaljoy, movida por los hilos del Fondo Monetario Internacional. La gente, lejos de molestarse, aplaudía.
La «otra alfombra» todavía nos sorprendió con otra novedad en esta entrega. Por vez primera un premiado era contestado de forma pública en el momento de comenzar la ceremonia.
El premio de cooperación internacional había recaído en el estadounidense Bill Drayton. Dicho personaje preside una fundación filantrópica denominada Ashoka que presume de tener métodos para cambiar el mundo a través de sus líderes, a los que proporciona financiación, instrucción y apoyo. Llama a sus protegidos «emprendedores sociales» y los conecta con empresarios para, juntos, ir a hacer negocio con los pobres.
Tal fundación fue públicamente cuestionada en los momentos en que la comitiva desfilaba por la alfombra azul en busca de la gloria.
Los motivos de la contestación se podían deducir de los contenidos de las pancartas exhibidas por los contestatarios. Tales activistas, sedicentes alternativos y anticapitalistas, procedentes de Andalucía, Castilla y León y Oviedo, portaban como decimos pancartas en las que se podían leer algunos eslóganes como los siguientes:
Ashoka = Monsanto
Ashoka= Neoliberalismo
Ashoka Fuera de África
Ashoka Transgénicos en África
Stop Ashoka
Ashoka infiltrada en las ONG
Era evidente que los manifestantes consideraban a la citada fundación como vinculada al gran capital, con relaciones con la multinacional Monsanto, que juntos pretenden llevar a África los alimentos genéticamente modificados, según su carácter neoliberal.
Esta novedad no pasó desapercibida para el público, que durante la hora y media larga que permaneció en pie esperando el inicio de la ceremonia, no paró de preguntar a los manifestantes por aquellos eslóganes bastante desconocidos para ellos; explicaciones que eran bien acogidas.
Al día siguiente de la ceremonia, la prensa local y la TVE en su informe semanal habían recogido las novedades que hemos relatado.
Pero por primera vez, uno de los premiados había sido recusado en el propio acto de entrega del premio a los nuevos «príncipes», de forma pública.
Un «príncipe» ha sido destronado.
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rCR