Fui uno de los invitados, por el Ministerio de la Cultura de Venezuela, al Primer Encuentro Mundial de Intelectuales y Artistas en Defensa de la Humanidad, celebrado entre el 2 y 7 de diciembre. Llegué unos días antes para adelantar un reportaje sobre las incidencias del Plan Colombia en este país. Realizando entrevistas para ello, […]
Fui uno de los invitados, por el Ministerio de la Cultura de Venezuela, al Primer Encuentro Mundial de Intelectuales y Artistas en Defensa de la Humanidad, celebrado entre el 2 y 7 de diciembre. Llegué unos días antes para adelantar un reportaje sobre las incidencias del Plan Colombia en este país. Realizando entrevistas para ello, algunas autoridades estatales me hablaron sobre la posibilidad que a Venezuela hubiera sido desplazado un comando especial de las fuerzas de seguridad colombianas, idéntico al que había detenido en el Ecuador al dirigente de la guerrilla de las FARC, Simón Trinidad. No me aclararon si el comando estaba ahí de manera legal.
El día 3 de diciembre, personas muy cercanas a la embajada colombiana en Caracas me confirmaban lo anterior, además de advertirme sobre el aumento considerable de miembros del Departamento Administrativo de Seguridad, DAS, la policía política colombiana, adscritos a la embajada. El comando tendría como objetivo el capturar a dirigentes guerrilleros colombianos de las FARC y del ELN.
El día 15 de diciembre, en horas de la mañana, descendí al parqueadero del Hotel Hilton. Casi de frente me encontré con dos camionetas ocupadas por hombres con cara de poco amigos, varios de ellos portando lentes oscuros. Cuando le pregunté a uno de los guardias del lugar si sabía quienes eran, me respondió que agentes del DAS colombiano y de la DISIP venezolana. Cuando comenté a alguien sobre ello, me dijo que esos agentes no estaban ahí para cuidar a la delegación del ministro de la Defensa de Colombia, quien se encontraba en Caracas para llegar a acuerdos sobre la represión al «narcoterrorismo» (que, entre otras cosas, fueron firmados).
Al día siguiente, leyendo en internet la prensa colombiana, conocí que Rodrigo Granda, más conocido como Ricardo González, había sido detenido en Cucuta, ciudad fronteriza colombiana, el lunes 13. Decían las informaciones que las autoridades colombianas aseguraban que esa captura era más importante que la de Trinidad, por ser un destacado miembro del equipo diplomático de las FARC, y con más de 20 años de trayectoria guerrillera. La noticia me sorprendió porque yo lo había visto en los pasillos del Hilton, dialogando con varias de las altas personalidades que habían asistido al Encuentro.
El viernes 17 leí en el periódico bogotano «El Tiempo», que el director del semanario «Voz», Carlos Lozano, aseguraba que Granda había sido detenido en Caracas en un operativo de agentes de la DISIP, presumiéndose la participación de agentes colombianos, y luego trasladado dentro del baúl de un vehículo hasta Cucuta.
Poco a poco han salido mas detalles de esa captura y posterior secuestro. Granda fue detenido, efectivamente, el lunes 13 de diciembre, hacia las 4pm. Estaba conversando con un periodista colombiano en la cafetería de la Clínica Razzeti, cerca a la estación del metro «Bellas Artes», muy cerca del Hotel Hilton. Aparentemente una mujer lo llamó aparte, y como si él la conociera se le acercó y salieron del lugar. Había pasado casi una hora cuando al fin el periodista se extraño por la demora de Granda, empezando a preguntar por él a las personas del lugar.
Posteriormente se supo que Granda fue detenido por varios hombres que se movilizaban en cuatro vehículos, quienes se identificaron a los pasantes como agentes de la Disip, aunque algunos de ellos tenían acento colombiano. Según mis averiguaciones, Granda fue inmediatamente introducido al baúl de uno de los vehículos y trasladado a una dependencia de la Disip. Parece que no fue maltratado. Varias personalidades políticas, y hasta de los servicios de seguridad, no estuvieron de acuerdo con ese procedimiento y presionaron para que lo dejaran en libertad, exigiéndosele que dejara inmediatamente el país; también propusieron que se le detuviera y se le pusiera en prisión de acuerdo a las leyes venezolanas, mientras se le investigaba. Nada de ello valió. No he podido saber quien dio la orden, pero debió ser a muy alto rango, pues después de viajar 14 horas en el baúl de un vehículo fue entregado en Cucuta a la policía colombiana. Por lo menos hasta el martes en la noche había es! tado en la Disip. Hoy se encuentra detenido en la cárcel de máxima seguridad de Cómbita, en el Departamento de Boyacá, Colombia.
¿Qué autoridades venezolanas son responsables de este secuestro? Independiente de que Granda sea un guerrillero, este acto va en contra de todo procedimiento judicial y administrativo de la República Bolivariana de Venezuela, y agrede el Derecho internacional.
Lo preocupante es que no es el primer caso. Ya son varios, y no tanto a miembros de la guerrilla colombiana. La mayoría de capturas, secuestro y entrega a las terribles agencias de seguridad colombianas, o a sus grupos paramilitares, se han realizado contra dirigentes sociales que han buscado refugio a su seguridad en la patria de Bolivar. Además de los que han sido asesinados. En ningún otro gobierno venezolano se había dado este arbitrario procedimiento en las cantidades actuales.
Me es imposible pensar que el presidente Hugo Chavez haya dado estas directivas. Me es muy fácil pensar que los organismos de seguridad venezolanos están infiltrados a alto nivel por elementos que no descansan por desestabilizar el proceso revolucionario que adelanta Chavez. Elementos que tienen todo el apoyo de los servicios de seguridad colombianos y estadounidenses, dentro de la estrategia del Plan Colombia, donde acabar con la Revolución Bolivariana es una de las metas.
Poner en enfrentamientos a la guerrilla colombiana con el gobierno de Chavez puede ser un buen recurso. Buscar que el movimiento social y popular colombiano le retire el apoyo a la Revolución Bolivariana, serviría al aislamiento de un proceso que viene siendo agredido por el gobierno fascista y paramilitar del presidente Uribe Velez.
Hasta el día de hoy no existe una nota oficial sobre este secuestro. Como no se ha dado ante los asesinatos y secuestros de dirigentes sociales colombianos. Ella se hace impostergable.
Hernando Calvo Ospina es periodista y escritor colombiano residente en Francia
«Es el apoyo norteamericano el que instiga la guerra y es responsable de la muerte de miles de colombianos»
Pascual Serrano
13-12-2004