La Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) cumple 10 años. Una década demostrando que sí se puede, como dice su grito de guerra. Sí se puede parar desahucios, sí se puede conseguir alternativas habitacionales y sí se puede cambiar leyes desde la calle. En 2013, con la campaña de escraches para defender la aprobación […]
La Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) cumple 10 años. Una década demostrando que sí se puede, como dice su grito de guerra. Sí se puede parar desahucios, sí se puede conseguir alternativas habitacionales y sí se puede cambiar leyes desde la calle.
En 2013, con la campaña de escraches para defender la aprobación de su Iniciativa Legislativa Popular en el Congreso de los Diputados, añadieron a su lema «sí se puede» el «pero no quieren». Eso último también se ha demostrado de sobras. Los gobiernos y mayorías parlamentarias que ha habido desde entonces no han querido regular la dación en pago, no han querido poner fin a los desahucios sin una alternativa habitacional y tampoco han querido regular los precios del alquiler para garantizar viviendas asequibles.
La PAH no ha dejado de dar respuestas. Ocupan pisos vacíos, negocian con los bancos, ocupan sus sedes… Es lo que han venido a llamar la autotutela de derechos, dar las respuestas que no da la administración. Nunca han esperado soluciones mágicas, porque la PAH nace de una larga trayectoria de embates por el derecho a la vivienda, con algunas victorias y muchas derrotas.
En las manifestaciones de «No tendrás casa en tu puta vida» en 2006 y 2007 había gente que impulsó la PAH, y que hoy siguen luchando contra los alquileres desorbitados. En el Taller contra la Violencia Inmobiliaria y Urbanística que ya en 2005 denunciaba el drama de los desahucios en Barcelona había gente que impulsó la PAH, y que hoy ven como se sigue especulando y expulsando vecinos y vecinas del centro de la ciudad. En el movimiento que plantó cara al Fòrum de les Cultures de 2004 y a lo que representaba para la ciudad, había gente que impulsó la PAH, y 10 años después comprobaron que tuvo un sobrecoste de 30 millones de euros. En el movimiento okupa de Terrassa que cantaba el «Desalojos son disturbios» de KOP había gente que impulsó la PAH, y sus centros sociales sufrieron varios desalojos, como los han seguido sufriendo muchos que han venido después.
Estas derrotas están en el bagaje de la PAH, todos los aprendizajes de años de luchas diversas vinculadas de una forma u otra al derecho a la vivienda. También las victorias, todo aquello que sí funcionó, que no fue poco.
Pero las derrotas más importantes que han podido florecer con la PAH son las personales. A la primera asamblea que celebraron el 22 de febrero de 2009 en la Casa de la Solidaritat del Raval acudieron unas setenta personas que no sentían rabia contra un sistema injusto, sino que sentían que habían fracasado en su proyecto vital. Lo mismo pasa hoy en día con quien llega por primera vez a las asambleas que celebran semanalmente en plataformas de todo el Estado. Esas derrotas personales se convierten en una lucha colectiva.
Muchas de las personas que se acercaron a una asamblea cuando se encontraban en un callejón sin salida coinciden en decir que la PAH hoy es su familia, que les ha dado la vida. El apoyo mutuo ha servido no sólo para responder a los problemas de vivienda, sino para tejer redes, hacer comunidad, y hasta enfrentar, desde esos vínculos, el machismo o el racismo.
El «sí se puede» de la PAH está lejos del pensamiento de autoayuda de que «querer es poder», esa idea tan individualista. Para que se pueda es necesario informarse, organizarse, movilizarse y cuidarse. Antes del «sí se puede» vino el «no estás sola». Hoy todavía lo repiten, en la PAH no tienen soluciones mágicas, pero quien entra por la puerta de sus asambleas puede confiar en que no enfrentará sus problemas en soledad.
Después de una década de ese «sí se puede», cabe preguntarse si la PAH ha podido. Las pequeñas victorias personales podrían ser suficiente para decir que sí. Cada familia que no se ha quedado en la calle es motivo para decir que sí. Sin embargo, el acceso a la vivienda sigue siendo un problema estructural. Superados los años más duros de la crisis hipotecaria parece que la historia se vuelva a repetir; alquileres por las nubes -más que nunca-, inquilinos desprotegidos, los medios repitiendo otra vez que comprar es más barato que alquilar…
Hace pocos días una derrota, la suspensión por parte del Tribunal Constitucional de la ley catalana para hacer frente a la emergencia habitacional impulsada gracias a una iniciativa ciudadana, volvía a convertirse en victoria. El tribunal levantó la suspensión, tras meses de presión de la PAH a los gobiernos catalán y español. Esta victoria debe ser señal que se seguirá pudiendo.
Fuente: http://catalunyaplural.cat/es/un-si-se-puede-que-nacio-de-muchas-derrotas/