Iñigo Urkullu, presidente del Partido Nacionalista Vasco (PNV), llegado al cargo de la mano de Ibarretxe (el último de los lehendakaris) se lamenta de los ataques que recibe su partido desde el Gobierno vasco, parido por el pucherazo que propicia la franquista Ley de Partidos -avalada por el Tribunal de Estrasburgo-, y advierte, con razón, […]
Iñigo Urkullu, presidente del Partido Nacionalista Vasco (PNV), llegado al cargo de la mano de Ibarretxe (el último de los lehendakaris) se lamenta de los ataques que recibe su partido desde el Gobierno vasco, parido por el pucherazo que propicia la franquista Ley de Partidos -avalada por el Tribunal de Estrasburgo-, y advierte, con razón, que esos ataques sólo generan odio. Nada nuevo bajo el sol. A los hijos de la Gran Patria les encanta sembrar odio, basta con leer las manifestaciones de Carlos Iturgaiz, eurodiputado del Partido Popular (PP), en las que desea fumigar (¿con gas Ciclón B, quizás?) no sólo a ETA, sino incluso a los miembros de II-SP, algo que se desprende de su «sabemos que la lista de II-SP es la lista de los criminales» (sic).
Francisco Javier López Álvarez, alias «el Patxi» (Lehendakari ilícito), junto al resto de invasores de Ajuria Enea, ha iniciado una estrategia denominada «el comienzo de la verdadera historia de la sociedad vasca». En consecuencia, van y vienen a Madrid; visitan al obrero presidente Zapatero; se dan una vuelta por las luminosas instancias del ministerio del Interior para convertir a la Ertzaintza en un cuerpo auxiliar de la policía del régimen (conque le cambien el uniforme es suficiente);han decidido terminar con el sesgo (dicen que demasiado independentista) de la radio y televisión vascas; se van a lanzar sobre las ikastolas (según ellos, nidos de etarras en embrión), y no sabemos cuántas cosas más tendrán en mente. Objetivo: destruir la cultura e identidad de un pueblo, alienarlo y borrar la reivindicación de la independencia.
Tras el último atentado de ETA, don Francisco Franco, perdón, quise decir Francisco «el Patxi», advirtió que usaría medios más contundentes, sin aclarar qué clase de medios (échate a temblar Urkullu), y bramó su «euskaldun hiltzaileak hil digu hiritarar» (el asesino vasco nos ha matado a un ciudadano), aclarándonos de esa guisa, que hay vascos y ciudadanos; por tanto los vascos no son ciudadanos, sino asesinos. Por cierto, ¿dónde ubicará al ex preso desaparecido, Jon Anza? ¿Habrá previsto una categoría especial donde incluir a los pistoleros democráticos que tanto gustan de las guerras sucias que parecen regresar?
Afirma el «Lehendakari» que hay nuevos hechos para ilegalizar a II-SP ¿Y cuáles son esos hechos? Pues que II-SP fue votada mayoritariamente por el mundo abertzale. Como es lógico, se congratula de que un tribunal europeo dictamine que la seguridad de la burguesía está por encima de la libertad, lo que, dicho en román paladino, significa marginar miles de votantes, total: una minucia. Lo primero es lo primero, y el recorte de libertades es gloria bendita para la subsistencia de todo Estado burgués. ¿Construirá «el Patxi», una cárcel capaz de albergar, como mínimo, a ciento cincuenta mil vascos que votan revolución e independencia?
Fumigaciones; limpiezas en los órganos informativos; amenazas; medios más contundentes; segregaciones avaladas por Estrasburgo… elementos que dan alas pico y patas a don Francisco Javier López Álvarez, alias «Patxi López», para realizar apologías de la venganza contra las que, seguro, no habrá un fiscal aburrido que abra investigación. Sin embargo, a Alfonso Sastre, por exigir diálogo y paz, lo quieren empapelar. Porca miseria…