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Un título tendencioso: Patria

Fuentes: Rebelión

La literatura, como la vida misma, siempre ha estado influenciada o contaminada por diversos factores. Empezando por la adjudicación de los premios Nobel, pasando por las supuestamente más neutras de nuestras pequeñas galaxias institucionales y culturales, y no digamos las adjudicadas por las grandes editoriales. Hay excepciones, como en todo, pero la mayoría de las obras y sus autores son promocionados y premiados por cálculos políticos y/o comerciales.

Una prueba de lo que digo es la polémica existente en torno al libro Patria (premio nacional de literatura), escrito por el donostiarra Fernando Aramburu. Un libro pretendidamente veraz, y sin embargo escrito con pretensiones ideológicas (ganar a ETA la batalla del discurso) que van mas allá de la creatividad literaria. “La ideología es como la halitosis, solo se nota la del prójimo”. En el caso que nos ocupa se aúnan ideología y prejuicio…

Un título tendencioso: Patria

La obra de Amin Maalouf “Identidades asesinas” trata de la identificación del fundamentalismo (sobre todo) religioso con su propensión al asesinato. Mª Dolores Martín-Consuegra Martín-Fonte nos alerta de que el título de la obra –y puntualizo, sobre la novela patria- resume el contenido de la misma. De forma más o menos sutil unas patrias, unas identidades serían las asesinas. Y sin embargo, no hay identidades -esencialmente- asesinas, hay asesinatos y genocidios que se realizan en nombre de tal o cual identidad, sin embargo poco se menta a las identidades asesinadas (y los genocidios), sea por quienes dicen no ser identitarios, por ejemplo los impulsores de la globalización neoliberal y los Estados Nacionales y sus ideólogos, o por fundamentalismos varios: el ISIS contra los azaríes.”

¿Qué patria resulta perjudicada del título de la obra? La vasca. ¿La defensa de la patria vasca, da cobertura al asesinato? El patriotismo PNV-ista incluso durante la dictadura (ahora dispone de la Ertzaintza la cual con otras fuerzas se seguridad se asigna el monopolio de la violencia) tenía por seña de identidad la resistencia pacífica, y el lendakari Leizaola consideró el magnicidio de Carrero Blanco por parte de ETA, como un acto indigno y de malos vascos. Ni lo uno ni lo otro. Ningún patriotismo es de dirección única. Se da el ¡Patria o muerte! de la revolución cubana. Y el ¡Todo por la patria! de la Guardia Civil.

Es imposible negar que en defensa de la patria vasca (y de una forma de concebirla, pues hay diferentes formas de concebir y defender dicha patria vasca) se ha vertido sangre. El Eusko gudariak es un himno guerrero y un canto a favor de verter la propia sangre (y la ajena) en defensa de la patria. Así lo hicieron los gudaris en el 36, derramando la propia y la ajena, y los milicianos y el ejército popular en defensa de la república. Y posteriormente ETA en la lucha contra la dictadura; y siguieron vertiéndola contra el régimen del 78, entrando en una espiral incontrolada que arrastró tras si antiguas referencias políticas, éticas y morales.

En realidad no hay causas (ni símbolos) emancipatorias, sean de carácter patriótico o de otro género, que no hayan sufrido diferentes grados de contaminación que contradicen su aspiración última, y que son difíciles de expurga. Pero llama la atención que Aramburu mente la lacra de la tortura, pero no la relacione con la defensa de la Patria, la española, que “con razón o sin ella,- afirma Rafael Vera- la patria al igual que la madre, siempre debe de ser defendida”. El recientemente fallecido Ion Arretxe, narró en su libro la Sombra del nogal las torturas sufridas en el cuartel de Intxaurrondo (nogal en euskera) donde el ¡Todo por la Patria! luce en todo su esplendor.

Está fresca en mi memoria la sentencia de Mikel Azurmendi, antropólogo euskaldun, antiguo militante de ETA y posteriormente protegido del PP, quien llegó a renegar públicamente de su lengua natal el euskera por considerarla idioma de asesinos. Renegar del euskera, no del castellano ni del inglés, idiomas en cuyo nombre se han propiciado genocidios, asesinatos físicos y culturales, y que sin embargo, sería absurdo endilgarles una naturaleza asesina. Los idiomas, las lenguas, no asesinan; las identidades tampoco, son las personas y los hablantes los que asesinan, lo hagan en nombre de lo que lo hagan.

Sin embargo en esa guerra sucia y desigual, camuflada de literatura, es útil identificar asesinatos con determinadas patrias, idiomas, religiones, pero ocultando las que están agazapadas. El patriotismo vasco, tiene sus lacras (¿qué patriotismo no las tiene?) señalar la paja del ojo ajeno cuando en el propio hay tamañas vigas, es cuando menos curioso. Pienso que hay patrias y patrias, que cada cual elija la suya si puede hacerlo.

Escribí ya hace tiempo:

“Conviene no olvidar que las primeras revoluciones de la época moderna, la francesa y la americana, fueron realizadas por gentes que querían dotarse de una patria. Ciertamente se trataba de un patriotismo republicano y no romántico, más ligado al mundo de las libertades cívicas y el autogobierno del pueblo, que a las reivindicaciones étnico-culturales. Pero no hay que exagerar la distinción. Siempre me ha parecido artificial la división tan tajante que se hace, entre el modelo nacional alemán (supuestamente romántico-étnico) y el francés (supuestamente, republicano-ciudadano); igualmente la que se realiza entre el modelo historicista y el del plebiscito diario, ya que no hay nación (salvo en situaciones de dictadura) que no asuma en sus constituciones valores cívico republicanas, y que a la vez que no se reclame de una determinada historia y sustrato nacional, o que deje de defender su lengua considerada nacional (la Francia republicana, considera una reivindicación étnica la oficialidad del euskera, pero acaba de convertir al francés en lengua oficial y nacional). Ocurre otro tanto, en relación, al cosmopolitismo y el patriotismo. El humanismo cívico, según expresión del federalista canadiense Charles Taylor “necesita una vinculación sólida con la comunidad”. Dicho de otra forma, “el patriotismo es tan necesario como el cosmopolitismo porque los Estados democráticos modernos son empresas comunes sumamente exigentes con el autogobierno”. En consecuencia, “la batalla a favor de un cosmopolitismo civilizado se debe de librar desde un patriotismo abierto a las solidaridades universales”.

El irlandés James Conolly fundador del Partido Republicano Socialista Irlandés y uno de los revolucionarios patriotas, fusilados tras la derrota de la Insurrección de Pascua, consideraba que “el verdadero patriotismo busca el bienestar de cada uno en la felicidad de todos, y está en desacuerdo con el deseo egoísta de una riqueza mundial, que solo puede alcanzarse con la explotación de unos mortales menos favorecidos. Es misión de la clase obrera el dar al patriotismo esta significación superior y mas noble”.

Joxe Iriarte Bikila autor entre otros libros de ‘¿Los obreros tienen patria?’ (ed. Gakoa).

Fuente: https://www.naiz.eus/es/hemeroteca/gara/editions/2020-09-29/hemeroteca_articles/izenburu-maltzurra-aberria

Traducción: Joxe Iriarte Bikila