Por Silvio Rodríguez, al conocer que la Academia Española de la Música le había otorgado el Premio Latino en reconocimiento a una obra de 30 años con canciones que son «símbolo del compromiso social y político y ejemplo de escritura poética» dijo: «Que te den un premio cuando tú menos lo esperas, por una cosa […]
Por Silvio Rodríguez, al conocer que la Academia Española de la Música le había otorgado el Premio Latino en reconocimiento a una obra de 30 años con canciones que son «símbolo del compromiso social y político y ejemplo de escritura poética» dijo: «Que te den un premio cuando tú menos lo esperas, por una cosa que realmente no la has hecho para eso, lo primero que te causa es sorpresa».
Algo similar expresó cuando hace año y medio (2004) le pregunté: Tienes muchos premios y reconocimientos ¿significa algo especial el nacional de música que acaban de otorgarte?
S. R. : Es un premio que me ha dado un poco de vergüenza. Es que en nuestro país hay muchos buenos y grandísimos músicos y yo no me sitúo en esa categoría. Me siento muy agradecido por lo que el premio representa, pero la verdad es que no me lo creo.
¿Falsa modestia? A Silvio no le va ni necesita de ese traje. Mediando más de 20 años entre un cuestionario y otro, hay un poeta, un hombre con firmeza de criterios (los dejó bien puestos en crucial circunstancia con El Necio) que se merece las credenciales que le han otorgado. Si alguien lo duda, quizás encuentre elementos sustanciales en este diálogo.
P: A inicios de los 80 te pregunté ¿Quién es Silvio Rodríguez, según él mismo? La respuesta fue:
S. R.: Un trovador de la Revolución cubana.
P: ¿Cómo responderías ahora?
S. R. Posiblemente ni más ni menos.
P:_¿Cuáles son tus aficiones favoritas?
S. R.: Escribir canciones, tocar la guitarra, escuchar las invenciones de mi hijo, hacer fotografías, dibujar, mirar las estrellas con un telescopio que tengo, leer, escuchar música, recordar.
P.:¿Añades o quitas algo a tales preferencias en la actualidad?
S. R.:Aquél hijo ya es galán y ahora le cuenta sus invenciones a las chicas. Pero ahora tengo una hijita de la que estoy aprendiendo el sentido de la existencia, así que estoy muy entretenido.
P: Otra pregunta de aquél momento: ¿Cuál consideras que es el mayor compromiso del artista?
S R.: Hay varios tipos de compromiso. Existe el compromiso con lo fácil, que es el compromiso con el bolsillo y la barriga. Pero también existe el compromiso con la verdad histórica, el compromiso con la justicia social, el compromiso con el hombre. Prefiero el segundo.
P: Aunque creo que has sido muy consecuente con lo dicho entonces dime, por favor: ¿qué añadirías ahora a ese criterio?
S. R.: Que lo incoherente no suele atrapar mi atención. Sólo logro identificarme con las cosas que tienen cierto grado de consecuencia, por mínima o contradictoria que esta sea.
P: Como fundador de la Nueva Trova de Cuba, ¿puedes hablarnos sobre el origen o los por qué de este movimiento?
S. R. : Desde que apareció la trova en Cuba, ha habido una suerte de relevo de generaciones. La guitarra ha pasado de mano en mano, de una época a otra, durante cien años. Nosotros significamos un relevo inmerso en una revolución social, de ahí el que nuestra canción, a pesar de mantener viva la tradición de canción amorosa, a veces hiciera hincapié en el compromiso social, en las ideas políticas, en la lucha que ha venido librando nuestro pueblo y en general el hombre.
Pero la nueva sociedad heredó defectos de la sociedad burguesa. Un ejemplo puede ser la deformación a que el mercantilismo sometió a la canción popular. La nueva trova, desde sus inicios, luchó por rescatar la canción de esta condición farisaica, se empeñó en hacer de esta expresión popular un arte tan digno y trascendente como la pintura o la poesía. Esa condición de la canción popular no es un invento nuestro.
En cuba, en América Latina y en otras partes del mundo siempre han existido cantores que elevaron la canción a categoría de gran arte (Sindo Garay, Violeta Parra, Atahualpa Yupanqui, por ejemplo) aunque estos cantores hayan sido marginados por los intereses mercantiles de la radiodifusión capitalista, ellos son los verdaderos pioneros de nuestro esfuerzo y a ellos debemos gran parte de nuestra convicción y voluntad.
P: ¿Hubo o hay alguna interacción especial entre el Movimiento de la Nueva Trova y el auditorio? ¿Una buena sintonía artista- público?
S. R. : Cuando a mediados del sesenta surgió la Nueva Trova la juventud urbana estudiantil estaba cada vez menos interesada en nuestra música tradicional. Todo en nuestra patria estaba en pleno proceso de transformación, lo nuevo vencía sobre lo viejo en casi todas las manifestaciones sociales. Sin embargo, la música popular y la canción se mantenían aferrados a fórmulas inventadas por nuestros abuelos y nuestros padres. Era necesario que surgiera algo que, partiendo de nuestras raíces y costumbres creara el sonido y los versos de aquella juventud.
… y aunque en aquella etapa nuestro instinto de ruptura era grande, también nos era característica una vocación de continuidad (…) Para cantarle a aquella juventud aguerrida era preciso estar a su nivel. Afortunadamente, antes que artistas, primero fuimos hombres que amaban su país y que admiraban su Revolución y gracias a esto nuestra primera divisa artística siempre es y ha sido compartir las luchas de nuestro pueblo.
P: ¿Tus favoritos en la literatura, la plástica y otras manifestaciones culturales?.
S.R.: Hay obras de arte que nunca nos cansamos de admirar. Son aquellas que habiéndolas saboreado muchas veces, siempre nos incorporan algo nuevo cuando regresamos a ellas. Mis preferencias, en este caso, son demasiadas. Me temo que hacer un inventario de mis gustos sería largo. Aún así pondré algunos ejemplos: De la literatura: las mil y una noches. De la poesía: Martí, Vallejo, Quevedo. Del cine: Chaplin. De la música: Violeta Parra y Beethoven. De las artes plásticas: Picasso, Rodin y Gaudí.
P: ¿y los intérpretes musicales preferidos?
S.R.: John Williams, Rischter, Brouwer, Frank Fernández. Son solo algunos de ellos, por supuesto.
P: ¿Te sientes impelido a añadir al menos un nombre más?
S. R.: Ahí van dos: Vladimir Horowitz y Nikolaus Harnoncourt.
P: Qué salvarías de un supuesto incendio en su hogar?
S.R.: Mi cepillo de dientes.
P. : Fue una humorada, supongo ¿Darías igual respuesta hoy día?
S. R.: Mi familia y mi cepillo de dientes (cuando la pregunta anterior vivía solo).
P: Nuestra especie siempre ha tenido retos. ¿Cuáles consideras los más apremiantes para la sociedad planetaria actual?
S. R.: Antes que nada tomar conciencia de la importancia de la vida ajena y sentirla entrañable. No se puede pretender vivir y a la vez obviar el derecho a la vida de los demás. Junto a eso, aprender a amar la naturaleza y reconocer en ella algo más importante que el dinero, el poder y la gloria.
P: Viendo el público que mayoritariamente asiste a tus conciertos, busca o canta tus canciones, es evidente que continúas como preferido de los jóvenes. Algunos lo achaquen a eso llamado suerte.
S. R.: Creo que hay mucho de lo último. He tenido la suerte de encontrar canciones que le faltaban al paisaje, pero sobre todo de que existan personas que se den cuenta.
El día antes de responder a estas preguntas el cantautor había realizado un largo espectáculo en la escalinata de la Universidad de La Habana bajo una insistente lluvia. Así concluía una exitosa gira nacional que debió concluir en el teatro Carlos Marx, pero enterado de que las entradas estaban siendo revendidas en dólares, Silvio decidió hacer el concierto a cielo abierto y gratis. Sus admiradores no lo defraudaron, con paraguas, capas y a pie firme, le escucharon o cantaron, una vez más con él, al amor y a la vida.