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A propósito de la edición de Poesia Rasa. Tria de llibres de Joan Brossa

Una carta de Antoni Tàpies

Fuentes: Rebelión

A finales de 1968 o principios de 1969, Xavier Folch propuso a Manuel Sacristán la confección de un prólogo para la edición de la poesía de Joan Brossa que ediciones Ariel se proponía realizar con el título Poesia Rasa. Tria de llibres. ¿Un prólogo, un texto literario de presentación, para una antología de la obra […]

A finales de 1968 o principios de 1969, Xavier Folch propuso a Manuel Sacristán la confección de un prólogo para la edición de la poesía de Joan Brossa que ediciones Ariel se proponía realizar con el título Poesia Rasa. Tria de llibres.

¿Un prólogo, un texto literario de presentación, para una antología de la obra de un poeta -entonces ni reconocido ni muy conocido- encargado a un lógico competente formado en el Instituto de lógica de Münster, a un traductor incansable, a un filósofo marxista que siempre concibió el marxismo como una tradición de lucha política revolcionaria, a un profesor de metodología de las ciencias expulsado de la Facultad de Económica de la UB en 1965, a un luchador político antifranquista entonces miembro del comité ejecutivo del Partit Socialista Unificat de Catalunya? Había razones para ello, no sólo la amistad motivó la sugerencia de Xavier Folch.

Manuel Sacristán (1925-1985) se había encargado durante tres o cuatro años de la crítica musical, teatral –La piel de nuestros dientes, El deseo bajo los olmos, El Cónsul– y literaria -«Tres grandes libros en la estacada», «Una lectura del Alfanhuí de Rafael Sánchez Ferlosio»- de la revista Laye, «la inolvidable» [1]; había publicado en Revista española una obra de teatro «El pasillo», nunca hasta ahora representada, y había publicado en alemán, firmando como Juan Manuel Mauri, «Spanien: Bühne unter den Fittichen des Regimes» («España: el teatro bajo la tutela del Régimen») [2]. Más tarde vinieron las traducciones de Lukács, Heine, Adorno y de tantos otros, y sus presentaciones a la obra en prosa de Goethe y Heine: «La veracidad de Goethe» y «Heine, la consciencia vencida». Uno de sus últimos escritos de crítica artística fue su aproximación a la obra de Raimon: «Amb tots los bons que em trob en companyia (Raimon 1959-1973)».

Sacristán no sólo escribió el prólogo de la antología de Brossa -que tituló «La práctica de la poesía»-, traducido al catalán por Francesc Vallverdú, sino que también fue entrevistado por Oriflama sobre la obra del poeta barcelonés: «Entrevista sobre el poeta Joan Brossa» [3]. Sin poder asegurarlo, no es imposible que fuera Miquel Martí i Pol el autor de la entrevista.

En estas dos aportaciones, pueden leerse cosas del siguiente tenor. Sobre el supuesto hermetismo de Brossa, señalaba Sacristán «[…] El hermetismo de Brossa no se debe nunca a metáforas raras ni a violencias verbales. La dificultad de lectura, cuando se llega del buen sentido coloquial-funcional, dificultad que es seguramente lo exorcizado como hermetismo, se debe más bien a la imposibilidad de urdir una coherencia confortadora entre lo muy común que muy naturalmente dicen unas palabras del poeta y lo muy común, que muy naturalmente dicen otras luego de punto, punto y coma, coma o conjunción. Pero la evocación de un surrealismo, a lo Dalí, hecho de fragmentos naturalistas, que esa estructura puede sugerir es engañosa: si se hiciera una transposición al campo visual, la imagen del poema de Brossa sería cotidiana, común».

En cuanto a la perfección formal de la obra, apuntaba el autor de Las ideas gnoseológicas de Heidegger: «La imperiosidad de la palabra explica la paradoja de la perfección formal de la poesía de Brossa, milagrosa y casi gratuita algunas veces, sobre todo en la inverosímil perfección de tantos sonetos suyos. Ya el mero ejercicio de metro, ritmo y acento de algunos de esos sonetos pueden poner en vilo, y uno se siente a veces ante ellos como Chaplin, según él cuenta, ante la Pavlova: con ganas de llorar por la impresión que produce «la tragedia de la perfección». Pero desde muy pronto es también la perfección en la poesía de Brossa un cauce terrible del sarcasmo y de la sardónica destrucción de «valores», poéticos o no. Bastantes Sonets de Caruixa (1949) [Sonetos de Caruixa] eran ya espeluznantes como perfectos. Tampoco este elemento se ha perdido en el crecer del poeta».

Del peso de la «catástrofe», comentaba el autor de Panfletos y Materiales: «Brossa ha sido uno de tantos jovencísimos soldados del Ejército Popular cuyo servicio militar de vencidos se prolongó en el tedio de los años más negros. El peso de la catástrofe gravita también culturalmente y arranca al poeta las pocas intemperancias contra las concepciones y las expectativas de la generación anterior: El pas del mar rebat aquest farcell/ De peix podrit. Tens cara d´ou, herència! (*). Pero no ahoga el pensamiento ni aplasta la voluntad. En la reiteración de la derrota se va incluso aclarando para el poeta la sustancia de lo enemigo: No resta en peu sinó amistat deserta;/ fent versos em revenjo del meu fat,/ i al fort de la demanda i de l´oferta/ paro tenda, llibert, fora poblat (**)

El pensamiento en derrotada libertad cuaja bien cuando la voluntad se siente feliz en la utopía, en Jauja: Escopir a les monedes, / Aquesta sola llei hi ha (***)

(*) «El paso del mar devuelve este fardel / De pescado podrido. ¡Tienes cara de huevo, herencia!» (**) «No queda en pie sino amistad desierta; / haciendo versos me vengo de mi hado,/ y en lo más fuerte de la demanda y de la oferta / levanto tienda, liberto, fuera de poblado.» (***) «Escupir a las monedas / Esta sola ley hay»»

De la incorruptibilidad del poeta, apuntaba el prologuista: «[…] Yo diría que la constante principal del trabajo de Brossa es la incorruptibilidad. Una incorruptibilidad popular, sin gestos grandilocuentes. La constante principal de la poesía de Brossa es la destrucción de falsedades. Pero es también característico de su poesía que la destrucción permita brotes de utopía, de felicidad» [4]

Muy poco tiempo después de la publicación del libro de Brossa, o acaso a partir de algún manuscrito que el mismo Sacristán les hiciera llegar, Antoni Tàpies y Teresa, su compañera, desde su domicilio en la calle Zaragoza de Barcelona, le escribían una carta, fechada el 14 de junio de 1969 [5], en la que se expresaban en los términos siguientes:

    Querido amigo:

    Acabamos de tener el privilegio de una primera lectura de «La práctica de la poesía» que has escrito para Brossa. Estamos emocionados viendo como por fin, gracias a ti, se aclaran tantas cosas sobre nuestro amigo… y sobre mucho más

    Lo has hecho, además, con un «desenfado» y una «naturalidad» que son un oportuno testimonio de lo que debe ser una añeja posición tuya sobre muchos problemas, desde el innecesario sometimiento a Zdanov hasta la réplica al «hermetismo», desde la puesta en evidencia del «amisticismo» y la «vocación felicitaria» hasta la puntualización histórica de la «elegía política que ha precedido a otras» en la literatura catalana. Pasando por tantas cosas justas y bellas como dices.

    Recibe nuestra cordial felicitación junto con el testimonio de nuestra amista sincera.

    Teresa y Tàpies

Un texto, esta excelente reflexión, esta magnífica carta, que une en un mismo nudo a Antoni Tàpies, Joan Brossa y Manuel Sacristán, tres figuras heterodoxas -cuanto menos en varios momentos de su obra y trayectoria- de la cultura catalana que estuvieron fuertemente vinculados, o en los alrededores próximos, del PSUC, uno de los partidos -sin duda el más importante y decisivo- de los comunistas catalanes.

PS: No ha acuñado bien mi memoria este nudo y mi información es débil, pero salvo error por mi parte, el asunto no ha sido muy destacado ni recordado estos días tras su fallecimiento, Antoni Tàpies ayudó económicamente al PSUC con varias de sus obras y alguna o algunas portadas de Treball le tuvieron como autor.

Notas:

[1] Todos estos trabajos están recogidos en Manuel Sacristán, Lecturas, Icaria, Barcelona, 1985, el cuarto volumen de sus «Panfletos y Materiales».

[2] Dokumente. Zeitschrift im Dienst übernationaler Zusammernarbeit, nº 10, agosto 1954, pp. 319-321, sección: «Sobre la situación del teatro en Europa. Texto inédito en castellano, que ha sido traducido por Marisol Sacristán y Alejandro Pérez.

[3] La traducción castellana de la entrevista, editada en catalán, fue realizada por Juan Ramón Capella. Entrevista y prólogo están igualmente recogidos en Lecturas, op cit, pp. 243-250 y 217-242 respectivamente.

[4] Sobre el teatro de Brossa, sobre El dia del profeta concretamente, anotaba Sacristán: 1. El friso hace que muchas cosas estén sólo por la totalización no aristotélica, no intrínseca. 2. Graciosísima transposición política de Wittgenstein, frase final del acto 1º (Del que no podem parlar, hem de callar). El acto I es patente lucha de clases con presentación de las conquistas como vencedores futuros. 3. La lucha de clases se suma a la lucha contra la Iglesia (que es la base: J. B. es un ilustrado al que han hablado de las clases).

[5] Carpeta de Correspondencia, parte de la documentación de Manuel Sacristán depositada actualmente, para su consulta pública, en la Facultad de Económicas de la UB.

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