No se es necesariamente transgresor -si es que ese fuera el objetivo- por denostar a la tradición. Creo que esa tendencia tan en boga ahora (en redes sociales particularmente) es una mala lectura a los frutos que ha dado la transgresión en sí. Pero ese es otro tema. Tu artículo es precioso y tu espíritu […]
No se es necesariamente transgresor -si es que ese fuera el objetivo- por denostar a la tradición. Creo que esa tendencia tan en boga ahora (en redes sociales particularmente) es una mala lectura a los frutos que ha dado la transgresión en sí. Pero ese es otro tema. Tu artículo es precioso y tu espíritu siempre lo ha sido por esa capacidad tuya de subsumir todas las tradiciones (e incluso lo marginal a ella, lo que mora en sus excentricidades) con absoluto arrobo. Por eso busco leerte: por la belleza de tu mirada. Una belleza que nos reconforta siempre. Quiero sin embargo expresar -y lo hago no por polemizar sino por pura honradez intelectual o quizá incluso porque sea necesario para mí- que discrepo absolutamente de tu juicio sobre Enrique Krauze, como ya lo sabes. Un espíritu humanista no termina, ni empieza, en su posible estupor frente a lo humano. Déjame detallar.
Probablemente Enrique Krauze es un erudito en historia y un erudito en muchos otros campos del saber y, en general, un admirador de las creaciones culturales producto de lo humano y por eso mismo hay, sí, mucho de esteta en él, o todo, si se quiere: un esteta que disfruta de lo humano; un hombre que sabe apreciar la belleza humana y un hombre que, supongo, en sus círculos más íntimos sabe respetar lo humano y que, por esto mismo, sea quizá él mismo un buen ser humano. ¿Cómo saberlo? No lo sé y a priori no lo descarto. ¿Por qué sin embargo no podría tildarlo personalmente de humanista? No por su ideología liberal, sin duda. Ni siquiera por su lucha ideológica en pro de una libertad inexistente (la libertad del liberalismo). Ni (como corolario del punto anterior) porque él de hecho haya denostado diversos procesos de emancipación latinoamericanos. Ni siquiera porque en Letras Libres se destine un espacio para un auténtico odiador como Guillermo Sheridan. No, nada de eso. Ni Enrique Krauze ni nadie en el mundo debe coincidir con mi propia filosofía política -ni con mi Weltanschauung- para aparecer entonces, a mis ojos, como un humanista. No es necesario eso. En verdad. ¿Entonces? Por sus relaciones con el poder indudablemente. Por sus ponderaciones mudables acerca de la vida (humana) que lo mismo lo llevan a despreciar a los estudiantes mexicanos en lucha frente a los asedios del gobierno de Enrique Peña Nieto, que a encomiar a esos mismos estudiantes si ahora están en lucha contra un gobierno cuya ideología y modos a él repugnan (caso Venezuela). Sus categorías éticas están supeditadas a sus adscripciones suprapolíticas y ese sólo hecho -más allá de todas sus omisiones frente a los pequeños crímenes de Estado del gobierno que lo cobija como intelectual, o, en otras palabras, realmente él no es responsable de todos esos crímenes-, esa sola relativización de la vida a lo ideológico me parece suficiente para reconocer que él de hecho no es un humanista. Muy al contrario, está lejos de serlo. Quizá sea un intelectual, quizá un promotor de la cultura. Quizá un erudito. Quizá muchos otros maravillosos motes. Pero no más. Finalizo. No es animosidad [4] lo que me lleva a escribir estas líneas ni mucho menos el deseo de disuadirte de tu apreciación. Supongo más bien es una necesidad similar a la que te llevó a ti a confeccionar tu propio escrito.
PD. Mucho después de haber reconocido para mí misma, en mis cavilaciones, que el criterio último de lo ético y consecuentemente de lo político es la vida humana, tuve acceso a las lecturas de otros filósofos -algunos de ellos de tradición judía-, quienes felizmente me han confirmado en esta convicción. No hay revoluciones que justifiquen la muerte. De hecho, las revoluciones son la respuesta a la muerte en sí, a la violencia.
___________________
NOTAS
[1] La palabra en alemán para ideología -Weltanschauung- es más precisa que la nuestra en español.
[2] Si bien en esta correspondencia planteo las que -por consistencia con la tradición- suelen ser admitidas como condiciones para el humanismo, no debiera necesariamente inferirse de aquí que yo esté pronunciándome en pro del humanismo. Quizá un poco porque, como afirma Sloterdijk en Normas para el Parque Humano, habría que entre otras cosas hablar no ya del Humanismo sino de los posthumanismos. ¿Qué condiciones y bajo qué formas se presentan estos nuevos posthumanismos? Personalmente no me parece tan importante ahora hacer esta situación, esta relocalización; si acaso reconocerlos asistidos por las nuevas tecnologías, las antropotecnias y un nuevo flujo comunicacional no ya al estilo de la antigua carta, sino por los medios que brinda la world wide web.
[3] Confeccioné esta carta tras leer una entrada en el blog, La República de Babel, del escritor José Ulises Velázquez Gil; esto ocurrió en el mes de marzo y se la hice llegar en su momento por medios virtuales, como él mismo podrá corroborar. Ahora que me enteré del reconocimiento dado por la FAES, organización fascista española presidida por el neofranquista José María Aznar a Enrique Krauze, y la reacción por parte de Krauze al premio sin, en apariencia, un solo movimiento crítico, me reafirmo en lo que aquí he expuesto. Así como el historiador condena los orígenes filonazis del Partido Acción Nacional y más recientemente comienza a por fin reconocer las condiciones sociales de opresión de los países latinoamericanos, así -en esa misma forma- apoya, simpatiza y promueve la insurrección contra gobiernos progresistas, en nombre de la libertad, como la Venezuela postchavista: a sus ojos, los innegables conflictos que vive Venezuela son más graves que los múltiples y multidimensionales conflictos de gobiernos neoliberales como el mexicano. Inverosímil.
[4] En realidad, en quienes nos apasionamos por la historia de las ideas y por el pensamiento siempre hay algo de pequeña animosidad. Pero ya no quiero sentirme avergonzada por esto.
[5] He aquí el enlace al post referido que motivó esta carta: http://cliocraciababelica.