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Reseña de La teoría poscolonial y el espectro del capital (Akal), del sociólogo Vivek Chibber

Una defensa del marxismo y la Ilustración frente a los particularismos

Fuentes: Rebelión

“La idea principal de los Estudios Subalternos es acentuar la diferencia”, afirma el sociólogo y profesor en la Universidad de Nueva York, Vivek Chibber, especialista en imperialismo, teoría marxista y economía política del desarrollo.

Su libro de 2013 La teoría poscolonial y el espectro del capital, reeditado en marzo de 2021 por Akal, tiene entre sus objetivos explicar el “fracaso” de la argumentación sobre la diferencia, que considera central en la Teoría Poscolonial.

Los Estudios Poscoloniales desarrollados en las universidades tienen, además de una jerga común, algunos rasgos compartidos, a juicio de Chibber: la crítica del eurocentrismo, del nacionalismo (respecto a la “forma nación”), la ideología colonial y el determinismo económico; además subrayan la importancia de la especificidad cultural “del Este” y la historia “desde abajo”. Uno de los puntos de referencia son los volúmenes de Subaltern Studies, que comenzaron a publicarse en 1982 y tuvieron como mentor al historiador de la India Contemporánea Ranajit Guha.

La teoría poscolonial y el espectro del capital aborda de qué modo el capitalismo afectó a la historia de los países no occidentales. El autor se apunta, en polémica con el historiador bengalí Dipesh Chakrabarty, a las tesis de los autores marxistas: “La historia local se ve sometida a las mismas fuerzas que han actuado sobre las historias de otras partes del mundo capitalista. La historia de la India moderna, de Nigeria o Argentina se vuelve parte de la historia capitalista”. En ello radica, de hecho, la universalización del capitalismo. Más allá de “heterogeneidades”, concluye Chibber, las luchas del mundo del trabajo contra la universalización y reproducción del capital –por un salario digno, la tierra, la sanidad o la autodeterminación- son también universales.

Vivek Chibber publicó en 2003 el libro Locked in Place: State-Building and Late Industrialization in India y es fundador de la revista Catalyst: A journal of Theory and Strategy. Afirma que el capitalismo puede coexistir con formaciones políticas, sociales y culturales diferentes: las mantiene o disuelve, pero también las genera. Asimismo critica los Estudios Subalternos (por ejemplo las tesis del politólogo Partha Chatterjee respecto al nacionalismo modernizador en la India poscolonial), por sobreestimar el papel de la ideología y minusvalorar los límites que impone el capitalismo, cuyo funcionamiento estos autores “no comprenden”.

De manera más clara, frente a las tesis de los teóricos poscoloniales, “las dinámicas políticas de las colonias no alcanzaron una clase de modernidad distinta, en lo esencial, de la europea”, subraya el profesor de Sociología. Otro argumento medular en el libro de Akal es la validez de las categorías universalizadoras del pensamiento de la Ilustración. Y del marxismo, al que no se le puede tachar de “eurocentrismo” sólo por haber surgido en Occidente, ya que las dinámicas históricas que analiza son comunes al Este y el Oeste.

En algunos pasajes el ensayo de Chibber eleva el tono de la crítica: “Los Estudios Subalternos tampoco pueden ser la vanguardia de la crítica anticolonial o antiimperial porque resucitan los peores ejemplos de la mitología orientalista”. Así ocurre, explica en las conclusiones del libro, cuando sostienen que los ciudadanos del Este actúan con una psicología diferente a los del Oeste, de lo que podría inferirse que no valoran los derechos y libertades civiles ni las necesidades materiales; “quizá este sea el embuste más viejo de la visión orientalista del mundo”, recalca Vivek Chibber. A ello se suma que el colectivo de Estudios Subalternos –Chatterjee o Chakrabarty- vincule exclusivamente a Occidente la racionalidad, la objetividad, la ciencia, la secularidad o la cultura democrática.

De manera gráfica, el sociólogo estadounidense de origen indio sitúa en  la diana de su crítica al “intrépido especialista que está buscando innumerables ‘particularidades e inconmensurabilidades’, ya sea India, Bolivia o Turkmenistán. Cuanto más marginales y más misteriosas, mejor. Las diversas prácticas se interpretan como maneras de ser o, todavía mejor, maneras de conocer, que han escapado de la garra totalizadora del capital y que por ello se presentan como potenciales vías para escapar de él”.

Uno de los aspectos que ha hecho más atractivos a los historiadores poscoloniales son la crítica al eurocentrismo y su énfasis en la singularidad de la experiencia colonial. Sin embargo incurren en la contradicción de promover el eurocentrismo, precisa Chibber, ya que dibujan un mundo donde las categorías materialistas son válidas para el Oeste mientras que el Este se reduce a “un inmutable y estancado espacio de tradición, sinrazón y religiosidad”; o en otros términos, de un “culturalismo esencializador”.

Tal vez la crisis sanitaria actual de la COVID pudiera validar algunas de las tesis del investigador marxista. A principios de mayo India registró picos de 400.000 contagios y más de 4.000 muertes diarias, lo que la situaba como uno de los puntos neurálgicos de la pandemia. Son cifras (diarias) de fallecidos similares a las que alcanzó Estados Unidos en diciembre de 2020 o Brasil durante el pasado mes de abril. Las medidas de confinamiento, amenaza de colapso en  los sistemas sanitarios, la recesión y el desempleo son también comunes –en mayor o menor grado- a todo el planeta.

Vivek Chibber se detiene en la crisis económica de 2008 y  amplía la perspectiva: “Las crisis, en la historia del capitalismo, siempre han tenido un impacto global”. Menciona como otro ejemplo de universalismo el de la Primavera Árabe de 2011 en Egipto y Túnez, entre otros países, en los que se reivindicaba pan, derechos, empleo y democracia. Se trataba de aspiraciones “seculares, universalistas y materialistas” reivindicadas por los movimientos. El científico social pone énfasis en este argumento: “Lo que pedían las masas de jóvenes revolucionarios era libertad, justicia y dignidad, demandas que –si se da credibilidad a la teoría poscolonial- se podrían oír sólo en las calles de París o Nueva York”.

Gamal Abdel Nasser, presidente de Egipto entre 1954 y 1970, pero también podrían citarse los ejemplos de Siria e Irak. “El nacionalismo secular fue la principal ideología política de Oriente Próximo en las décadas centrales del siglo XX”, subraya Chibber. A partir de los años 70 el ideario islamista cobró fuerza entre la sociedad civil, en detrimento de las formaciones seculares y de izquierda. Cuando ya el islamista Mohamed Morsi, candidato de los Hermanos Musulmanes, ganó en Egipto las elecciones presidenciales de 2012, lo hizo en buena medida porque “era el partido de la oposición que estaba mejor organizado, con una presencia nacional y profundas raíces en las comunidades”, argumenta el intelectual nacido en Delhi. Las razones no fueron básicamente culturales, sino políticas.

La teoría poscolonial ha tenido auge en las dos últimas décadas del siglo pasado, en un contexto de grandes derrotas políticas de la izquierda. Entre los motivos de su expansión, argumenta el texto de la editorial Akal, la inversión de cuantiosos recursos, el apoyo de periodistas, departamentos universitarios, foros académicos y colecciones de libros en editoriales. “Nada de esto acabará pronto sólo porque la teoría sea profundamente defectuosa”, auguraba en 2013 el autor de La teoría poscolonial y el espectro del capital.  

Un resumen de sus críticas al poscolonialismo puede hallarse en un artículo de título provocador, publicado en 2014 por Vivek Chibber en la revista Le Monde Diplomatique: Los nuevos asesinos de Marx. El universalismo versus los particularismos culturales. El entonces estudiante de Sociología en la Universidad de Nueva York, Jonah Birch, le realizó una entrevista sobre el contenido del ensayo en la revista Jacobin (2013), traducida al castellano y reproducida por la argentina Herramienta. El alumno preguntó a Vivek Chibber si rescataba algún aspecto de la teoría poscolonial; este respondió que Ranajit Guha y especialmente el libro Dominación sin hegemonía. Historia y poder en la India colonial, en el que Guha plantea una crítica a los líderes de la independencia india.