Se trata de una sátira de fuerte contenido social bajo la apariencia de una estrambótica propuesta para acabar con los pobres
No es la sátira un género literario demasiado utilizado en nuestros días, y cuando lo es suele hacer acto de aparición de una manera tangencial o en pequeñas dosis. Esto significa que autores como Rabelais, Ramóm María del Valle-Inclán o Ambrose Bierce esparcen sus influencias en muy contadas ocasiones. Otro de los destacados dentro de esta lista de autores es Jonathan Swift, principalmente gracias a su obra «Los viajes de Gulliver».
Al margen de esta obra, ya acomodada entre las destacadas de la literatura universal, escribió algunas otras todavía más evidentes en este terreno como pueden ser «Cuento de una barrica» o «Una modesta proposición», esta última realizada en 1729. Se trata de un breve panfleto (ahora que parece estar de moda esta modalidad) en la que el escritor se disfraza de estadista y ensayista para «liberar» a la Irlanda de la época del gran mal que suponen los pobres y su prole.
Huelga decir que se trató de una obra polémica, achacada de ostentar mal gusto, y que leída hoy en día, algo que no se sabe si es bueno o malo, todavía levantaría ampollas en muchos, siempre y cuando se entendiera de manera correcta y no interpretada bajo lecturas superficiales, que a la larga además sirven para destapar la ideología subyacente en muchos casos.
Este breve libro lo que pretende, de ahí su fuerza trasgresora, es mostrar sin delicadezas ni ambages, el pensamiento dominante y su actitud ante las clases desfavorecidas. Para ello inventa un mecanismo, y como bien dice su título completo (para impedir que los hijos de los pobres de Irlanda sean una carga para sus padres o para el país), es apartar de la faz de la tierra a los niños que nacen en un entorno desfavorecido y que por lo tanto las sociedades no pueden recoger beneficios de ellos.
Utilizando fórmulas, estadísticas, números y teorías supuestamente validadas, llegará a la conclusión de que la solución es utilizar un pequeño número para criar y fecundar y el resto serán «donados» a familias adineradas para que les cuiden convenientemente para poder ser convertidos en manjares, es decir, cocinarlos y utilizarlos como alimento. En este aspecto, en el que se toma muchas «molestias» a la hora de explicarlo, es uno de los momentos en que plasma su lapidario humor negro y que entronca con una de las obras a las que más se asemeja, «Del asesinato considerado como una de las bellas artes» de Thomas de Quincey.
Para aquellos que en una primera lectura crean ambigua la posición de Swift, el libro está trufado de varios ejemplos de la situación que se vive en esos momentos en Irlanda. Valgan como ejemplos el inicio de la obra en el que dibuja la situación del país «plagada de mendigos»; la situación laboral («los terratenientes, quienes, como ya han chupado la sangre a la mayoría de los padres»); la moral, en este caso relacionado con el trato a las mujeres y la » predisposición a golpearlas o patearlas (práctica que es muy frecuente)» y por encima de todo la larga enumeración de políticas posibles y razonables por las que se podrían optar pero que no parece que vayan a ser llevadas a cabo por los poderes.
Nórdica Libros reedita esta pequeña, en cuanto a longitud, obra en un coqueto formato bilingüe y aderezado con unas sobrias y calculadas ilustraciones (realizadas por Raquel Marín) que sirven de refuerzo para mantener después de casi 300 años su fuerza (e ironía) intacta y la demotración de cómo la crisis se ceba en los más necesitados y además son ellos el saco de los golpes de cualquier decisión.
Fuente: http://www.tercerainformacion.