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Una idea para la izquierda: la Renta Básica de Ciudadanía

Fuentes: Rebelión

Hace más de doscientos años, cuando las mujeres francesas, al amparo de la Revolución más transformadora de toda la historia, solicitaron ya el reconocimiento de sus derechos políticos y años después lucharon, junto al resto de europeas, por el derecho a la representación política y al sufragio, los políticos, pensadores, izquierdistas y revolucionarios del momento, […]

Hace más de doscientos años, cuando las mujeres francesas, al amparo de la Revolución más transformadora de toda la historia, solicitaron ya el reconocimiento de sus derechos políticos y años después lucharon, junto al resto de europeas, por el derecho a la representación política y al sufragio, los políticos, pensadores, izquierdistas y revolucionarios del momento, se echaron las manos a la cabeza argumentando que aquello era una idea de locos. O de locas. ¿Qué es eso de que las mujeres tengan derecho al voto? Pues bien, hoy nadie cuestiona esa conquista democrática que, en su origen fue una auténtica bomba de relojería ideológica que afectaba al orden político y social de las estructuras del Estado moderno. Hoy es un derecho, no de ellas, sino de toda la ciudadanía. Pero para que esto fuera efectivo hubo que romper numerosas barreras de orden ético y moral, de concepción de la sociedad y de las representaciones simbólicas de hombres y mujeres. Pues bien, algo similar está ocurriendo con una idea que no es nueva, pero sí muy atrevida. Porque supone superar un orden simbólico, una barrera ética y una concepción del mundo y de la sociedad. Supone un desafío al orden de dominación capitalista. Suena a viejo pero es muy atrevido. Veamos. El pasado día 2 de octubre, el Congreso de los Diputados rechazó una propuesta de ERC y de IU-ICV para crear una Renta Básica de Ciudadanía, en adelante RB. ¿Qué demonios es esa idea que algunos diputados consideraron como reaccionaria, insolidaria, inviable y, hasta diabólica?

No es de extrañar esta lectura. Las grandes utopías suelen tener ese principio. Ese análisis, del que participaron el PSOE, el PNV y el PP, demuestra el altísimo nivel de dependencia ideológica y argumental de nuestro pensamiento político, un ideario sometido al control liberal y capitalista que rige nuestras neuronas intelectuales. La RB es una idea absolutamente revolucionaria que supone que el Estado paga un ingreso a cada miembro de pleno derecho de la sociedad o residente, incluso si no se quiere trabajar de forma remunerada sin tomar en consideración si es rico o pobre, o dicho de otra manera, independiente de cuales puedan ser sus fuentes de renta. Por tanto, no es un subsidio, ni una subvención, ni una ayuda para pobres, ni un seguro condicionado. No hay que cumplir ningún requisito, ni demostrar que se es pobre, tampoco que se es rico, ni certificar con quien se vive, no hace falta estar en paro, ni estar buscando empleo. No hay que demostrar nada. No responde a ninguna contraprestación. No es igual que la conocida renta básica que expiden los servicios sociales. Esta es la carta de presentación de la RB. Una idea que trata de abordar la redistribución de la renta en sentido progresivo, una idea que busca la socialización de la riqueza sin que ello dinamite las conquistas sociales ya alcanzadas por el Estado de Bienestar. Es una propuesta republicana en la medida que se plantea como derecho de ciudadanía.

Y sé que esta es una idea que cuesta digerir. Porque requiere procesamiento ético y atrevimiento moral para digerirla. Una idea para estómagos fuertes, socialmente hablando. Porque se presta a múltiples preguntas que emergen de la racionalidad liberal, capitalista y clasista que domina nuestro pensamiento político y ético más intimo. La primera barrera ética que debe superar es que esta Renta se concede al margen de que se quiera trabajar o no ¿servirá entonces para fomentar la vagancia, se preguntarán? Hay un 5% de la población, considerada rica y muy rica que nace absolutamente libre para decidir que hacer con su vida. Sin pedir permiso a nadie para vivir. Solo porque es muy rica. Y nadie cuestiona esa libertad de elección, desde la cuna, de no hacer nada. Esta propuesta trata de trasladar esa elección al 95% restante de la población que no es libre a la hora de elegir qué hacer con su vida. Esta propuesta proporciona libertad de la auténtica y autonomía de la de verdad. Porque permite ganar libertad real al disponer de capacidad económica sin tener que pedir permiso a nadie para existir. Porque permite a la gente gestionar su propio proyecto vital sin tener que hipotecar sus derechos políticos, que no reales, ante el chantaje permanente de los poseedores de riqueza que la utilizan como herramienta de sumisión. Hay en España 8 millones de pobres que podrían abandonar este escandaloso estado e iniciar proyectos personales y profesionales hasta ahora no viables.

Hoy esa gente no es ciudadana. Su libertad política es una libertad de saldo. Porque su libertad está a precario. Un ejemplo, hay tres millones de jóvenes con contratos precarios que no aceptarían esos contratos al poder disponer de una RB superior a ese contrato. Dato que el empleador precarizante tendría muy en cuenta puesto que el sueldo que debería ofrecer tendría que ser superior al importe de la RB. Y es que la RB tiene un efecto dinamitador de la economía sumergida. La RB no generará parasitismo social. Y esta es una lectura que se hace desde la indolencia conformista. Nadie cuestiona a aquellos que viven a costa de otros. A aquellos parásitos permitidos y blindados por el sistema. Muy pocas personas buscan no trabajar realmente. Al contrario, se busca realizar una actividad deseada, que nos reconozca, que nos permita realizarnos, que nos haga sentirnos bien. Esta propuesta ayuda a esa realización personal. Porque permite trabajar y seguir cobrando esta Renta. El activo que incorpora es que tendríamos mayor elección laboral y personal. Porque tendríamos un blindaje fijo. Un plus de poder, de negociación personal. De ahí que esta idea tampoco guste a ciertos sindicatos los cuales verían reducido su papel protector. La Renta Básica es viable económicamente. ¿Saben ustedes que, de 100 euros que el Estado se gasta en ayudas sociales de todo tipo y condición: pensiones, desempleo, salarios sociales, medidas contra la pobreza y otras ayudas y prestaciones, solo 40 van a parar a los bolsillos de la gente y los 60 euros restantes se gastan en gestionar esas ayudas, es decir en pagar a un enorme ejercito de fiscalizadores sociales? La RB reconvertiría parte del Estado de Bienestar, puesto que sustituiría al resto de prestaciones que ahora da el Estado (pensiones, subsidios por desempleo, ayudas a sectores desfavorecidos) siempre y cuando éstas fueran inferiores a esa renta. La RB es viable – hay un estudio empírico de viabilidad financiera sobre la base de 2500 declaraciones de renta en Cataluña- porque evitaría esa gestión, o gran parte de ella. Es viable a través de una reconversión del IRPF y de una reconversión del sistema de ayudas sociales. Y esto no es populismo. Es posibilismo. En Alaska, cada uno de los 600.000 habitantes cobra 2200 euros anuales, en este caso pagados por una multinacional petrolífera, que dice que el petróleo es de todos. En Brasil se ha aprobado esta misma Ley a falta de un desarrollo posterior.

El pasado día 2 de octubre esta idea hizo su entrada de honor en el Congreso. Y salió malparada. Era de esperar. Pero se abre un interesantísimo debate que la izquierda debería liderar y que, como plantearon los diputados que la defendieron, será uno de los más importantes e intensos que se produzcan en los próximos 15 años. Y yo añado: Eso, si la identidad, la bandera, el terrorismo, los símbolos, la territorialidad, el Paquirrín y toda la factoría de productos políticos mediáticos desplegados por los media y la clase del establishment dominante no lo impide. Porque los problemas reales de la gente siguen ahí, esperando un liderazgo y una verdadera gestión de los mismos.