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La trampa del pacto educativo

Una ideología para ocultar la naturaleza (política) del sistema escolar

Fuentes: Rebelión

He leído con atención, pero con inevitable desagrado, las Bases para un pacto por la educación en Aragón, documento aprobado recientemente en el seno de las Cortes de Aragón. El título es ya de por sí elocuente: más por lo que no dice que por lo que dice…, porque podría decir «Bases para un pacto […]

He leído con atención, pero con inevitable desagrado, las Bases para un pacto por la educación en Aragón, documento aprobado recientemente en el seno de las Cortes de Aragón. El título es ya de por sí elocuente: más por lo que no dice que por lo que dice…, porque podría decir «Bases para un pacto por la educación pública», o «Bases para garantizar el derecho constitucional a la educación»…, pero ¡no!, dice exactamente lo que dice y nada más. Bueno, al menos no fantasea con la «educación aragonesa».

Me interesaba saber hasta dónde habían llegado nuestros representantes políticos y veo, atónito, que el texto es papel mojado de la primera a la última palabra y declaración de buenas intenciones y banales psico-pedagogiquerías (inclusión, bilingüismo, calidad, igualdad de oportunidades, asistencialismo barato y más «emociones» en el currículo…), que quedan totalmente en nada al eludir los problemas fundamentales que, desde luego, ni se mencionan. Por citar algunos: el primado del «derecho» a elección de centro, la existencia (en permanente crecimiento) de centros privados financiados con dinero público, los imparables procesos de privatización y mercantilización que aquejan a los sistemas escolares en el marco de la U.E., o la indiscutida gestión empresarial (y por tanto antidemocrática) de nuestras escuelas -que, además, queda arteramente garantizada, blindada diría yo, vía aceptación de la «evaluación de los centros», de la «carrera docente» y de otros muchos temas que, por lo que veo, ha tragado y, al parecer, ya digerido con total provecho la izquierda del PSOE ahí firmante -me refiero, claro está, a Podemos e Izquierda Unida-. En fin, una auténtica fruslería que, además de no servir para nada (el pacto educativo es un falso debate y será siempre una trampa para la izquierda realmente transformadora), cada vez amplía más el trágala de la izquierda haciendo ya totalmente innecesaria la abolición de la LOMCE… ¡¡Nada de lo que hay ahí escrito, la contradice en sus argumentos de fondo!! La izquierda no ha hecho su trabajo.

Una reflexión final. Ya que la idea de consenso se presenta como epicentro en este tema y otros muchos, viene que ni pintiparado traer a colación las atinadas consideraciones de carácter general que al respecto vertía Jesús Ibáñez, uno de pensadores críticos más agudos de final del siglo pasado, hace más de treinta años. En términos sencillos, venía a decir el sociólogo cántabro que el consenso equivalía a la solución cerrada, productora de certezas, y que el disenso era la solución abierta, produce dudas. Eso es precisamente lo que pretende el poder cada vez que usa y esgrime la idea de consenso: eliminar las discrepancias y los antagonismos convirtiendo la política en mero espectáculo de una gestión tecnocrática. En cada consenso político palpita una voluntad de bloqueo frente a quien se opone; eso sí, «con los brazos abiertos». El pacto educativo, como casi todas las operaciones de la misma naturaleza, no responde a una noble y desinteresada búsqueda de concordia y solución concertada. Es, sencillamente, un arma más en la confrontación. En esos términos debemos leerlo y, en consecuencia, impugnarlo, de la «a» la «z». Como decía Audre Lorde, con las herramientas del amo no desmontaremos su casa (The Master’s Tools Will Never Dismantle the Master’s House).

Juan Mainer Baqué. Profesor de Historia y miembro de Fedicaria

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.