La derrota de la derecha ha sido todo un acontecimiento y tiene muchísima importancia. Desde el PP a Vox, pasando por todo el aparato mediático que les apoya, están consternados, no pueden explicarse que hayan perdido las elecciones cuando todo apuntaba a su victoria. Habían vendido la piel del oso antes de cazarlo, y ahora están fuera de sus casillas. Para la izquierda, el resultado representa frenar los ataques más que previsibles que hubiera desencadenado un gobierno PP-Vox y, también, la oportunidad de arreglar la situación de nuestra casa.
Ya hace tiempo que necesitábamos tener una alegría, y el 23J lo ha sido. La derecha ha mordido el polvo y eso tiene un extraordinario valor, porque da confianza en que es posible vencerla, en que la lucha y la militancia sirven. La euforia y el descaro con que se lanzaban a aplicar medidas reaccionarias en todos los nuevos gobiernos PP-Vox de los distintos ámbitos, municipal y autonómico, ha sido un primer factor determinante: había que pararles los pies y lo hemos hecho.
Hay al menos otros dos elementos importantes: por una parte, la movilización del respaldo al PSOE, que se ha beneficiado del voto útil. Hay que reconocer que la audaz decisión de Pedro Sánchez de convocar elecciones ha dado resultado. Pero, además, ha sido decisiva la existencia de la candidatura unitaria de SUMAR, que ha dado un referente unitario a la izquierda del PSOE justo cuando era más necesario que nunca. Sin ella, es muy probable que estuviésemos asistiendo a las negociaciones entre PP y Vox para formar un nuevo gobierno.
Es cierto que SUMAR ha recogido menos apoyo del que Unidas Podemos y Más País tuvieron en 2019, y eso hay que tenerlo presente. Pero lo cierto es que hasta las autonómicas y locales de mayo UP estaba en caída libre. Si no se hubiese fraguado esta candidatura, con todos sus defectos —que no tenemos necesidad de negar—, lo más probable es que hubiésemos sufrido un descalabro general y hoy el PP y Vox estarían a punto de entrar en La Moncloa.
El ambiente social ha cambiado
Quienes hemos hecho campaña en los barrios estas últimas semanas hemos sido testigos de un cambio en el ambiente. A diferencia de lo que vivimos en mayo, con una falta de participación abrumadora de personas ajenas a la militancia (o incluso de ésta) en los actos y actividad, en esta campaña hemos contado con muchas más personas para hacerla, a pesar de ser en julio. Donde se ha abierto a la participación de todo el mundo, hemos visto como acudían personas no afiliadas que se sumaban a la labor electoral con ilusión y ganas, mientras parte de nuestra militancia seguía impregnada de escepticismo, cansancio y desconfianza.
En el caso de Madrid, el acto final de campaña del pasado 28 de mayo y el de estas elecciones, fueron como la noche y el día en el volumen de personas, al menos 6.000 personas asistieron al cierre de las generales, y el ánimo que lo presidía. No son los mítines de los años 80 ni de la etapa posterior al 15-M, pero el crecimiento de la participación es indudable.
De hecho, desde la esferas dirigentes de SUMAR se concibió la campaña como algo fundamentalmente mediático, pero donde se ha contado con la gente ésta ha respondido con una gran participación.
Por supuesto, no debemos echar las campanas al vuelo e ignorar que seguimos teniendo multitud de problemas sin resolver en nuestras organizaciones: una gran dificultad de trabajar de forma unitaria, una fuerte caída de la participación de la militancia, una dependencia de los hiperliderazgos, una obsesión por el control interno por parte de las direcciones, un excesivo peso del trabajo institucional, falta de formación política, casi ausencia de medios de comunicación propios, etcétera.
Sin embargo, partiendo del reconocimiento de nuestros problemas, el resultado electoral y la experiencia de la campaña nos muestran que tenemos un punto de partida bueno para seguir adelante y resolverlos. Hoy estamos en mejores condiciones para ello que hace un mes. Por poner un ejemplo: en la ciudad de Madrid, en 10 de los 21 distritos con la mitad de la población, el bloque de izquierdas ha sido más fuerte que el de derechas (en 9 claramente, en uno han empatado). En ellos, SUMAR ha sido tercera fuerza política y ha rozado el 20% de apoyo. En muchos distritos se han creado grupos de apoyo a SUMAR, integrados personas militantes de las distintas organizaciones que lo componen y no militantes, con una gran participación. Hay terreno de sobra para empezar a reconstruirnos si cambiamos algunas de nuestras prácticas.
Y ese buen ambiente y participación ha sido algo generalizado en todo el Estado, lo cual es un síntoma inequívoco del cambio en la situación.
Conectar con la mayoría de la clase trabajadora y sectores populares
El apoyo a SUMAR es un buen síntoma. Pero no debemos perder de vista que el flanco más débil sigue siendo la baja participación en los barrios y zonas más humildes de las ciudades. Sin remediar eso no se puede ganar a la derecha, por eso es necesario construir fuertes vínculos con los estratos más oprimidos de nuestra clase de los que todavía carecemos.
Es cierto que el mayor apoyo de SUMAR se da en los barrios de renta más baja, pero estamos muy lejos de movilizar todo el potencial existente. Y es que, para la mayoría de quienes sufren las peores condiciones de vida, las medidas del gobierno de coalición saliente apenas les han cambiado su existencia. El Ingreso Mínimo Vital no llega a la mayoría de quienes lo necesitan y es muy insuficiente. Por supuesto que con la derecha sería peor, por eso han perdido, pero eso no basta para ganar a nuestros adversarios.
SUMAR debe ser un punto de partida. Durante la campaña hemos tenido muchas muestras de afecto de personas migrantes y jóvenes, otro sector que sufre las peores condiciones de vida y que, sin embargo, ya está mirando hacia nosotros.
El nuevo Gobierno de coalición, que posiblemente se acabará concretando, se va a enfrentar a una situación mucho más difícil para lograr avances. Por un lado, la UE ya está pidiendo la vuelta a la “austeridad” fiscal y las perspectivas económicas son, como mínimo, de una desaceleración. Y, por otro, este nuevo gobierno dependerá del PNV y de Junts per Catalunya, dos fuerzas de la derecha nacionalista que no van a dar su visto bueno a medidas de izquierdas bajo ningún concepto.
Por todo eso, que habrá que discutir en detalle en septiembre, nos interesa transformar los buenos resultados de SUMAR y la actuación generada, en más organización, en un creciente movimiento político y social, desplazando el eje de nuestra actividad de la gestión institucional a la movilización y la generación de alternativa.
Hay que evitar quedar atrapados en una política del “mal menor” y convertir nuestras demandas para garantizar una sanidad pública adecuada, la educación pública, el acceso real a la vivienda, al empleo digno, el fin de las colas del hambre y todos los derechos democráticos, en una movilización que adquiera fuerza suficiente para ser capaces de vencer en unas próximas elecciones. La tendencia de la dirección del PSOE será seguir los pasos de la segunda legislatura de Zapatero, y SUMAR no puede quedar atrapada ahí. Nuestro lema debe inspirarse en el del movimiento de pensionistas: gobierne quien gobierne, nuestros derechos se defienden. Ese será, además, el mejor arma con el que podemos apoyar a las compañeras y compañeros que estén en el Gobierno y en el frente institucional.
Dicho de otra manera: para ganar a la derecha no basta con el rechazo o el miedo a su política, hace falta un programa ilusionante capaz de afrontar de manera real los problemas sociales, económicos y medioambientales que afrontamos. Y ese programa y ese movimiento hay que construirlo desde abajo, colectivamente, cambiando los métodos que hoy sufrimos en la izquierda.
En los barrios, en las localidades, hemos de seguir construyendo lo que hemos puesto en práctica en estas elecciones. Hay que superar la división con unidad, libertad de crítica, métodos democráticos y programa. Y buena voluntad. Y todo ello hay que hacerlo fortaleciendo los vínculos con nuestra clase social en los barrios, desde abajo. Igual que hemos luchado juntos bajo el paraguas de Sumar para derrotar a la derecha en estas elecciones, debemos trabajar juntos por el derecho a la vivienda, a la sanidad, al empleo digno, sin renunciar a nuestros distintos puntos de vista. El 23J, desde la base hemos demostrado que es posible. SUMAR debe continuar y construirse inspirándose en las propuestas abiertas y participativas que se exponen más arriba.
Una fuerza como IU puede jugar un papel clave empujando en esa dirección, aportando ideas y buen ejemplo. IU debe defender una propuesta que vaya a la raíz de los problemas y que una las demandas más básicas a la superación del capitalismo y a la construcción de una sociedad socialista y democrática. Y empezar a dar ejemplo de esa sociedad a la que aspira con su forma de construir la organización y el movimiento político y social que necesitamos.
Tenemos una nueva oportunidad, aprovechémosla.
Jordi Escuer (integrante de la Coordinadora regional de IU Madrid y de Manifiesto por el Socialismo)
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