El artículo del «politólogo» es una descarada defensa del nacionalismo español, disimulada con un barniz progresista, pero profundamente reaccionaria. Nos desayuna con una verdad de campanillas: «Pretender adscribir la nación étnica a un territorio determinado o al revés es un error, porque es muy difícil encontrar territorios étnicamente homogéneos.» No nos dice específicamente quién es […]
El artículo del «politólogo» es una descarada defensa del nacionalismo español, disimulada con un barniz progresista, pero profundamente reaccionaria.
Nos desayuna con una verdad de campanillas: «Pretender adscribir la nación étnica a un territorio determinado o al revés es un error, porque es muy difícil encontrar territorios étnicamente homogéneos.» No nos dice específicamente quién es el que afirma hoy que Euskal Herria es un territorio étnicamente homogéneo. Ni siquiera en el Partido Nacionalista Vasco se atreven a afirmar semejante cosa, mucho menos en la izquierda abertzale. Pero el señor Guerra, previo un par de citas de autoridad, contrabandea su propia idea: vascos, catalanes y gallegos podrían ser una nación, pero carecen de territorio. Un pensamiento verdaderamente fascista, desde el cual se niega no sólo a una nación, sino también a un pueblo, porque se le niega el derecho al territorio en el cual vivieron y se desarrollaron durante siglos y siglos.
Tantos años después, un amanuense de la plutocracia española revive aquella frase de la primer ministro israelí Golda Meir: «Tierra sin gente para gente sin tierra». Pretende que vascos, catalanes y gallegos son paracaidistas en la tierra que habitaron desde siempre y que alguien muy generoso -¿los borbones? Dígalo, señor Guerra- les concedieron para convertirlos en vasallos de un estado regido por una monarquía bananera.
Vascos, catalanes y gallegos, se desarrollaron como etnias desde miles de años antes de que nadie pronunciara por primera vez una palabra parecida a «español» (hyspanion, hace unos 600 años). Miles de años antes hablaron su propia lengua, desarrollaron su cultura y construyeron su identidad. ¿Dónde ocurrió esa historia, señor Guerra? Por lo visto, para Ud. ocurrió en un limbo, en una pre-historia metafísica, no en un territorio concreto, sobre el que estos pueblos ejercieron su jurisdicción, su soberanía y hasta tuvieron su estado independiente propio, como en el caso de los vascos con el Reyno de Nafarroa.
¿De quién era ese territorio, señor Guerra, que ahora Ud. con palabras de politólogo del poder le asigna a otros dueños? ¿Cuándo perdieron ese territorio, cómo? ¿Los vascos, cuándo se rindieron y entregaron su territorio? La persistencia vasca en su tierra y la resistencia armada vasca, permitieron sostener estos 7 territorios actuales, que son parte de los 15 territorios que pertenecieron al estado político independiente que tuvieron los vascos: Nafarroa. En esos territorios se construyó la identidad actual, se defendió y se defiende el euskera y se defiende la unidad territorial y la soberanía. En estos territorios se desarrollaron como etnia, se mestizaron y son hoy una sociedad plural que se reconoce en la identidad histórica que construyeron: vascos, catalanes, gallegos, que son y quieren seguir siéndolo en sus propios territorios, que tienen nombre y apellido: Euskal Herria, Països Catalans, Galiza.
El artículo de Guerra es sumamente servicial con la plutocracia que maneja los negocios estatales, en los que ayer Aznar, hoy Rodríguez Zapatero, y siempre el ridículo monarca, son sólo títeres. Esas naciones realmente existentes, pero que flotan como espíritus sin territorio ni fronteras, según el criterio de Guerra, tendrán sólo la posibilidad de simular exteriormente una cultura, pero en esencia deben convertirse en una manada de consumidores estatales, porque cualquier reivindicación de su personalidad histórica y sus derechos como nación será anatematizada por los «polítólogos» del sistema.
Daniel C. Bilbao. Periodista. La Pampa (Argentina)