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Comenzó la segunda edición de la cátedra de los libertadores en Argentina

«Una revolución de las conciencias»

Fuentes: Página 12

Mientras en Europa se estudia restringir las comunicaciones privadas y reprimir la protesta social, el jueves se inauguró en Buenos Aires la segunda edición de la Cátedra de los Libertadores con la mesa Capital intelectual y revolución cultural en los procesos emancipadores de América latina. El ciclo -que se extenderá hasta fin de año por […]

Mientras en Europa se estudia restringir las comunicaciones privadas y reprimir la protesta social, el jueves se inauguró en Buenos Aires la segunda edición de la Cátedra de los Libertadores con la mesa Capital intelectual y revolución cultural en los procesos emancipadores de América latina. El ciclo -que se extenderá hasta fin de año por todo el país- tuvo un lanzamiento marcado por contrastes y coincidencias que tal vez se resuelvan en soluciones para el futuro.

Por lo pronto, arrancó con una amable polémica. El coordinador de la Unidad Bicentenario de la Secretaría, Julián Kopecek, dio por comenzada la discusión cediendo la palabra a la historiadora Carmen Bohorquez. «Pero a mí el título de este debate me incomoda», deslindó la caribeña. «‘Capital’ y ‘revolución’ no se llevan bien. Sí hay un conjunto de herramientas que han permitido a nuestros pueblos seguir afirmándose en su derecho a ser distintos. Es preciso rescatar las enseñanzas que nos dejaron Simón Rodríguez, Juan Bautista Alberdi y José Martí.» Como miembro de la comisión presidencial para la conmemoración del Bicentenario de la Independencia en Venezuela, la investigadora resaltó que una de las misiones pendientes es identificar las causas que impidieron que se concretara el proyecto libertador. «No lograremos la victoria si no conseguimos generar, junto a la revolución política y económica, una revolución de las conciencias. Y frente a un imperio militarista como el que estamos enfrentando, en ese esfuerzo nos va la vida», avisó.

El historiador Norberto Galasso se dedicó a una interpretación amplia de la dinámica americana. «En contraposición a lo que pasó en el Norte, aquí no triunfaron las burguesías industriales sino las de los puertos, dando nacimiento a países raquíticos con cabezas enormes. Fue el producto de una gran derrota: se ha dicho que fuimos argentinos porque fracasamos en ser latinoamericanos», puntualizó. El relato de los vencedores fue un arte de la omisión. «Cuando yo iba a la escuela, hace miles de años -bromeó-, nos decían que nuestras dos figuras más importantes no se llevaban bien. Con el avance de las investigaciones nos enteramos de que en su casa de Europa San Martín tenía un cuadro de Bolívar, justo frente a su cama. Lo veía al acostarse, al levantarse y hasta cuando se cambiaba. Eso no es llevarse mal, me parece. El desprestigio hacia Bolívar -el intento por mostrarlo taimado y tramposo- fue sistemático y tuvo uno de sus principales promotores en Bartolomé Mitre, fundador del diario La Nación.»

La batalla cultural es una confrontación que los conservadores siempre supieron valorar sin ambages en función de sus intereses. Sorprende, eso sí, que tantos sectores medios hayan evaluado mal su rol en la disputa. Tomó la posta Coscia: «Cuando Perón cae, la Plaza de Mayo se llena. ¿Había tantos oligarcas y terratenientes, ganaderos y burgueses? No. Hubo sectores colonizados en su subjetividad. También en la época de la primera independencia hubo batallas que se libraron en ‘el interior de las cabezas’. No hay que olvidar el Batallón Numancia que venía de las filas reales, pero se pasó a la causa independentista, ejemplo de hombres que avanzaron en su noción de justicia y se convirtieron en lo opuesto a los cipayos. Deberíamos usar esa palabra, ‘numancios’, para los que a pesar de estar del otro lado se dan cuenta de su error», propuso.

Por último, Eduardo Anguita destacó el peso de la educación en la refundación simbólica que es preciso encarar. «Afortunadamente -recalcó el periodista- ya tenemos una base. Hoy los alumnos argentinos gozan de mayor presupuesto respecto a la década pasada, van a las aulas 180 días por año y aunque falta mucho por hacer, sus docentes pueden sentarse a negociar paritarias.»

Fuente: http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/espectaculos/17-22588-2011-08-13.html