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Una segunda vuelta con resultado incierto

Fuentes: SegundoPaso ConoSur

Si algo se exteriorizó con certeza, con los resultados de la primera vuelta de las elecciones presidenciales en Chile del 21 de noviembre pasado, es la incertidumbre del resultado en la segunda vuelta, que tendrá su día de definición el próximo 19 de diciembre.

Duda, pues contra todo pronóstico, el ganador en primera vuelta fue el candidato de la ultraderecha, José Antonio Kast, quien un par de meses atrás aparecía con escasas posibilidades de acceder a competir por el sillón presidencial frente a su contrincante, el ex ministro del gobierno del multimillonario Sebastián Piñera Echeñique, el abogado Sebastián Sichel, considerado el político que podía darle continuidad a la derecha agrupada tras la figura del alicaído Piñera, que ocupó el cargo presidencial en dos administración no simultáneas, tras el fin de la dictadura militar. Errores no forzados de Sichel, una narrativa de Kast, que cautivó al electorado de la derecha más dura e incluso al mundo de la coalición oficialista más cercana a posiciones de centro, dieron paso a que el representante del conservadurismo político, valórico y decidido a mantener el modelo económico se apropiara del primer lugar en la primera vuelta.

Un candidato Kast, político de larga militancia en la ultraderecha chilena, quien obtuvo un 27,91% (1.961.122 votos) que le ha dado el impulso y la posibilidad cierta de disputar palmo a palmo la presidencia contra el 25,83% (1.814.809 votos) del candidato del Apruebo Dignidad, Gabriel Boric. Este último, un novel político socialdemócrata, que se convirtió en candidato de la centro izquierda, tras ganar las primarias ante el fuerte alcalde de la popular comuna de Recoleta en Santiago, la capital chilena, el arquitecto y sociólogo Daniel Jadue, militante del partido comunista. El optimismo de las huestes del Apruebo Dignidad en la primera vuelta, los llevaron por el camino de creer que el primer lugar en la primera vuelta era un espacio reservado a Boric. No fue así y el segundo lugar fue un duro varapalo, que obligó al comando de este candidato a modificar su estrategia de campaña en un 180°, incluyendo una narrativa que transita hoy por temas, que parecían reservado al candidato de la ultraderecha.

Tal cambio de rumbo ha significado el comienzo de un periodo de ofertas en áreas que no se pensaba que el Apruebo Dignidad tendría que transitar: orden, seguridad, control migratorio, lucha contra la delincuencia y el narcotráfico, aumentar la dotación de policías e incluso hablar de un universo de apoyo transversal, que está incluyendo a miembros de la vilipendiada ex Concertación y Nueva Mayoría, que habían sufrido el desprecio de los noveles dirigentes del Frente Amplio. Estos voceaban, urbi et orbi que la vieja política estaba enterrada, que la arcaica política de la Concertación y después Nueva Mayoría era cosa del pasado. Se insistía que las nuevas hornadas no cometerían los errores de esas “camarillas”. Sin embargo, cual ave Fénix, viejos rostros de esa coalición, que gobernó Chile bajo la administración de tres presidentes y dos mandatos de una mujer (Michelle Bachelet) han resurgido de las cenizas, incorporándose, ya sea al comando de Gabriel Boric o como parte de diversos consejos de asesores.  

Lo dicho no nos debe hacer olvidar, que nuevamente la alta cifra de abstención significa un llamado de atención, que no se puede esconder tras sonrisitas complacientes. Un 53% del padrón electoral chileno, estimado en 15.030.974 de los cuales 70.018 viven en el extranjero, no acudieron a emitir su sufragio, dejando a esa enorme cantidad de ciudadanos como campo de batalla para ambos contendientes, al igual que el tratar de seducir a quienes votaron por Franco Parisi del Partido de la Gente, Sebastián Sichel de Vamos Chile, Yasna Provoste de Nuevo Pacto Social, Marco Enríquez Ominami del Partido Progresista y Eduardo Artes de Unión Patriótica.

Sumado a la abstención, otro elemento que llamó enormemente la atención, en esta primera vuelta, fue la irrupción de un candidato virtual, que logró seducir a 899.483 chilenos con la idea de la democracia digital. Con una campaña efectuada íntegramente vía telemática desde Estados Unidos, en un caso inédito en la política mundial. Franco Parisi es el nombre de este candidato de la matrix, que mediante el partido de la gente logró elegir, además, 6 diputados, que tendrán un papel decisivo en una cámara baja dividida, entre el mundo de la derecha y la centro izquierda.

Parisi, disfrazado de tecnócrata, un político como todos pero que dice aborrecer la política y a los políticos, que no pisó suelo chileno en toda la campaña y no lo hará hasta que se solucione su litigio por el no pago de la pensión alimenticia a sus hijos. Un candidato de las redes que ha levantado la discusión respecto a responder la siguiente pregunta “¿Para qué estar en terreno, si puedo, desde mi sala de estar hacer una campaña que además me convierte en un político y líder de un partido que puede definir al ganador el próximo 19 de diciembre”. Macondo versión 2.0 llevada al cono sur latinoamericano.

En todo caso, cualquiera sea el resultado el próximo 19 de diciembre la realidad del nuevo senado y la cámara de diputados indica fragmentación, pero también un virtual equilibrio en el análisis de los posibles apoyos y alianzas. Y, sobre todo, la indiscutible necesidad que el futuro mandatario tendrá que negociar cada propuesta en el seno del Parlamento, contando, además, que a esa fecha ya se encuentre en su etapa de término la elaboración de la nueva constitución, que se está trabajando en la convención Constitucional, con mayoría opositora al gobierno actual pero que ha ido, poco a poco, llevando las originarias reivindicaciones de acabar con el “antiguo régimen” hacia posiciones menos caldeadas. Es indudable, que el próximo presidente va a tener un parlamento poco alineado con el ejecutivo y por eso los candidatos del balotaje, han establecido la necesidad de buscar caminos de unidad y no de separación en el marco de una nueva carta magna.

El Difícil camino de Boric

Los paupérrimos resultados de Gabriel Boric con Apruebo Dignidad, Yasna Provoste con el Nuevo Pacto Social y Marco Enríquez Ominami del Partido Progresista genera la interrogante respecto a resolver dónde está parte importante del 80% del apruebo a la convención constitucional, que parecía mostrar un camino de ahogar a la derecha e impedirle salir a tomar aire impulsado por el estallido social, resolver donde esta esa masa implica generar estrategias de seducción. A esa debilidad se une a las fuertes tensiones de la coalición del Apruebo Dignidad que reúne a socialdemócratas y el Partido Comunista, con fuertes tensiones en materia de política exterior y que se irán agudizando en la medida que las nuevas exigencias del balotaje conduzcan a Gabriel Boric hacia un camino más al centro y con exigencias de mayores condenas a Cuba, Nicaragua, Venezuela, presiones desde Washington, empresariales, económicas y las amenazas de nuevas denuncias de medios de información, que tendrán que enfrentarse y solucionar de manera radical como fue el caso de la candidata a senadora Karina Oliva.

El camino de seducción de nuevos votantes para la campaña de Boric implica, en estos días, alejarse de la narrativa inicial y de las exigencias de cambios estructurales, medulares que requieren estar en el mapa electoral de balotaje. Como esas reivindicaciones no son parte del ADN de José Antonio Kast ¿debería ser el camino, que debería tomar la campaña de Apruebo Dignidad? En lenguaje llano “hay que sacar a la cancha al candidato de la ultraderecha” enfrentarlo fuera del discurso conciliador que anima la nueva estrategia de Gabriel Boric. ¿Será capaz este candidato de adentrarse en todos los temas que diferencien su coalición de la de Kast?

Mi Impresión es que el candidato de la centro izquierda frenará su discurso del ala progresista, para atraer así, al electorado de centro, donde Boric tendrá mucho que ofrecer, pues la vieja concertación, tiene sangre en el ojo y a pesar de las palabras de buena crianza tratará de ganar posiciones en este remozado Apruebo Dignidad, que tiene nueva jefa de campaña: la ex presidenta del colegio médico, Izkia Siches. La política de las negociaciones, de lo que se pueda conseguir, ha hecho renacer la vieja máxima “no importa dónde me pongan, pero pónganme donde haya” buscando acomodos, prebendas, cargos en la esperanza del triunfo y en ese plano el proyecto que ante el triunfo de Borci, la profesional médico Iskia Siches ocuparía el cargo de ministra de salud. La idea que está tomando cuerpo, desde las filas de la izquierda de Apruebo Dignidad, es apoyarse en la convención constitucional y atraer sus opiniones en beneficio de lo que se definió con el apruebo de octubre del año 2020, es decir “un cambio estructural”.

Vienen semanas de disputa electoral, un balotaje de fuerte ofensiva ultraderechista en materia de dar énfasis a conceptos como: orden, seguridad, detener el Comunismo, salvar a Chile, detener la violencia. Priorizar la seguridad para garantizar la inversión. No es casual que las candidaturas de Kast y Parisi hayan obtenido altísimos porcentajes de adhesión en el norte chileno, vinculado estrechamente al tema inmigración. Feudos tradicionales de la izquierda hoy en manos de la ultraderecha y este liberalismo livianito de Parisi. 

Lo claro en este panorama de incertezas que nos trae el balotaje el 19 de diciembre, que entregará el nombre definitivo del próximo presidente es que la candidatura de Kast no augura democracia, no entrega aires de un país distinto al que ha administrado Sebastián Piñera. Ofrece un viento huracanado de todo aquello que el ultraderechismo tiene en su arsenal: negación de los derechos humanos, ataque a las libertades y derechos conseguidos por las mujeres, los trabajadores, los pueblos originarios a golpe de sacrificio, muerte y dolor. No es casual que hable de clausura el Instituto Nacional de Derechos Humanos, buscar la coordinación internacional, entre gobierno de derecha, para vigilar y perseguir a los movimientos “radicales de izquierda” como los denomina en su programa, al estilo de un plan Condor en versión Siglo XXI. Crear más y más cárceles. Militarizar aún más el wallmapu, ofrecer todo el apoyo y reforzamiento a las cuestionadas y corruptas fuerzas armadas y carabineros. Kast y esto no es política del terror, pues lo expresa claramente en su programa plantea un país autoritario, con medidas represivas al estilo de quien fue su gran mentor: el dictador Augusto Pinochet Ugarte.

La gran tarea de Boric y su coalición es cómo va a enfrentar esas ofertas, cómo va a lidiar con una población que en un 53% no asistió a votar, como alertar que Kast representa un peligro para el país en que, cual cantos de sirena ha sido seducido en un porcentaje importante, por conceptos como el de orden, seguridad, no a la inmigración y un no al comunismo que presenta a Kast como una especie de personaje que revive el macartismo estadounidense post segunda guerra mundial. Boric y su coalición tiene un enorme trabajo por delante, que implica seducir a una parte de los que no votaron en las elecciones, atraer a los que no se inclinaron por su propuesta socialdemócrata, pero que no votarían de ninguna manera por Kast pero que al mismo tiempo desconfían del candidato del Apruebo Dignidad.

Un Boric que deberá generar tranquilidad social y no dejarse llevar por esta dicotomía interesada y perversa desde el lado de la candidatura ultraderechista, que trata de imponer el discurso del miedo, del llamado a elegir entre democracia o comunismo. Para no ser menos desde las huestes del Apruebo Dignidad se llama a elegir entre Democracia o fascismo. Alea jacta est, los dados están echados y sólo el resultado final nos mostrará cual estrategia tuvo mejor resultado.