Han transcurrido más de cinco años desde que el entonces presidente del Gobierno, el Sr. M. Rajoy fue desalojado del mismo a través de una moción de censura que obtuvo el respaldo del Congreso de los Diputados y en consecuencia el P.P perdía el Gobierno de España.
Desde entonces hasta hoy, los españoles hemos visto una vez más la incapacidad del PP para asumir las derrotas políticas en el marco de la democracia. Sin efectuar un mínimo ejercicio de autocrítica, sin abordar la regeneración política para corregir los graves hechos que le habían llevado a perder el poder con la corrupción como enseña principal, sin ofrecer al país ninguna propuesta de futuro, sin aportar ninguna ayuda al gobierno durante la pandemia sino más bien intentando derribarlo en aquellos durísimos días, el Partido Popular ha mantenido siempre una acción política absolutamente impropia de un partido que ha gobernado el país y que pretende ser alternativa de gobierno en el futuro.
Creo necesario recordar que en estos años el Partido Popular ha tenido como máximo responsable a dos políticos, el Sr. Pablo Casado que consiguió la Presidencia del partido frente a Soraya Sainz de Santamaría, y el Sr. Núñez Feijóo que obtuvo la Presidencia del partido por aclamación y sin ningún contrincante.
Ninguno de estos dirigentes modificaron la acción política del PP, consistente en deslegitimar al gobierno de turno, con mayor virulencia aún cuando éste lo fue de coalición, oponerse a todas las medidas aprobadas por las Cortes generales aunque ellas significaran mejoras evidentes y tangibles para una amplia mayoría social, intentar dificultar los logros que el gobierno de España conseguía en Bruselas, intentando transmitir allí una visión falsa de la realidad de nuestro país. En fin, un comportamiento nada acorde con ese patriotismo que enarbolan con enorme grandilocuencia pero sin ningún contenido.
Al Sr. Casado ya sabemos cómo lo echaron, si se me permite una licencia coloquial con nocturnidad y alevosía, su pecado parece ser consistió en expresar públicamente su rechazo al comportamiento éticamente reprochable y políticamente inadmisible de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Sra. Díaz Ayuso.
Mano dura para quién se atreva a denunciar determinadas cuestiones, eso parece ser fue lo que ocurrió con el Sr. Casado, antes apadrinado por el Sr. Aznar y la Sra. Aguirre. Peligrosa pauta de comportamiento de un partido político en un sistema democrático.
En el contexto de este breve relato por nuestra historia más reciente, muchos creyeron que la llegada a la Presidencia del PP del Sr. Núñez Feijóo podría significar una normalización en la relación que en democracia se produce habitualmente entre los diversos actores políticos; es decir, un gobierno que trata de aprobar medidas que entiende son buenas para la mayoría social y una oposición que hace su labor debatiendo esas acciones tratando de conseguir mejorarlas en aras al interés general y en otros casos oponiéndose a ellas y rechazándolas.
Pues bien desgraciadamente nada de eso ha pasado, el Partido Popular con Feijóo a la cabeza ha insistido aún con más virulencia en una acción política de obstrucción permanente a la totalidad de la acción del gobierno, ha utilizado para ello toda clase de mentiras y falsedades, ha incrementado sus esfuerzos para tratar de impedir que España consiguiera cuantiosos fondos europeos cosa que afortunadamente no ha conseguido, y estableció como principal y casi única oferta electoral al país, la destrucción del sanchismo.
Todo lo anterior estaba aderezado de flagrantes mentiras, negación de logros evidentes del gobierno de coalición con datos oficiales que los avalaban y poco bagaje de conocimientos del Sr. Feijóo en temas de importante trascendencia; esta acción política contó siempre con el altavoz de los medios de comunicación afines que llenaban las portadas de los diarios y ocupaban horas televisivas de máxima audiencia para esparcirlas.
Tras el resultado de las elecciones municipales y autonómicas, los pactos con Vox mostraron a los españoles que el Partido Popular con tal de conseguir el poder, no tenía ningún reparo en formar gobierno y apoyarse en esta formación política de corte neofascista, xenófobo, negacionista del cambio climático, que estigmatiza al colectivo LGTBI y que cuestiona de forma clara la existencia de la violencia de género. Con esos pactos el Partido Popular accedió al poder en diversas comunidades autónomas y casi doscientos ayuntamientos, en ellos de manera prácticamente inmediata se pusieron en marcha medidas acordes con el ideario de la formación de extrema derecha.
El triunfo electoral del Partido Popular en esas elecciones locales y regionales, la permanente campaña contra el Gobierno y en particular contra su Presidente llevada a cabo desde las terminales mediáticas afines al Partido Popular, junto a la multitud de encuestas que prácticamente todas daban un triunfo arrollador a esta formación política cara a las elecciones a celebrar el 23-J, determinaron que sus máximos dirigentes tuvieran pocas dudas de su llegada al gobierno y su candidato Sr. Feijóo a la Moncloa.
Desde esas premisas la campaña electoral llevada a cabo por el PP en las elecciones generales fue aún más pobre en contenidos, con mayor nivel de incompetencia y mentiras del candidato Feijóo, con un programa electoral reducido a un punto, destruir al sanchismo, y con un tono y unas formas que hacía muy difícil distinguirlo de VOX.
Tratar de destruir al adversario político deshumanizando a la persona, mentir de forma compulsiva y negarlo con un cinismo absoluto, no conocer al conjunto de los españoles y el sentimiento de rechazo que hacia el fascismo profesa una amplia mayoría social en nuestro país, fueron cuestiones que determinaron que el 23-J el sanchismo no sólo no fuera destruido, sino que obtuviese mayor respaldo popular y que el Partido Popular obtuviese un resultado mucho peor de lo augurado por las diversas empresas demoscópicas.
El resultado electoral del 23-J vino a ratificar que toda la derecha española, un Partido Popular muy escorado a la derecha y la extrema derecha representada por VOX, no conseguían el número de escaños necesarios para poder gobernar, toda vez que el rechazo a ese tándem, era absoluto y rotundo por parte del resto de fuerzas políticas con representación parlamentaria. El Partido Popular toma conciencia de que no va a gobernar y ello le conduce a una peligrosa deriva en su acción política.
El candidato Feijóo, comenzó un recorrido político muy difícil de comprender en un líder de un partido con experiencia de gobierno. Tratando de confundir a la ciudadanía, comenzó a transmitir la idea de que por ser la suya la lista más votada tenía que gobernar, cuestión que él sabe era otra mentira más.
Pidió reiteradamente que el Jefe del Estado le propusiese a la investidura y cuando ello se produjo convirtió el proceso de su investidura (inviable salvo transfuguismo) en un espectáculo esperpéntico, donde más que recabar apoyos para conseguir ser investido se comportó como un político que pretendía ganarse el puesto de líder de la oposición al gobierno que pudiese formarse posteriormente, desvirtuando así el proceso de investidura recogido en el texto constitucional.
Una vez se consumó el rechazo del Congreso a que el Sr. Feijóo fuese investido Presidente y se produjese posteriormente la propuesta del Jefe del Estado para que optase a la investidura el candidato socialista, y conocida la predisposición a negociar apoyo a su investidura por parte de los partidos nacionalistas catalanes y vascos para formar un nuevo gobierno de coalición con Sumar, el Partido Popular alineado ya junto a VOX ha iniciado una peligrosa deriva hacia acciones y planteamientos que producen un daño grave a las instituciones de nuestro sistema democrático.
El proyecto de ley de amnistía que figura en el acuerdo firmado con Esquerra Republicana y que también está en las negociaciones con JUNTS, ha generado un cambio cualitativo en las acciones contra el posible gobierno que surgiese si el Sr. Pedro Sánchez logra ser investido, por parte de los sectores más reaccionarios del país. Para el Partido Popular, acuciado por Vox, se trata de conseguir un clima de crispación social que dificulte al máximo el normal funcionamiento de las instituciones democráticas incluyendo la capacidad de las Cortes Generales para debatir los proyectos de ley presentados conforme a los procedimientos establecidos y posteriormente aprobarlos o rechazarlos. Parece olvidarse que es en las Cortes Generales donde reside la soberanía popular y por tanto impedir su normal funcionamiento es cuestionar la democracia.
La campaña de actos y movilizaciones iniciadas por el Partido Popular contra la ley no nacida de amnistía, era un intento desesperado más de impedir la formación de un nuevo gobierno de coalición y desde su comienzo era ciertamente peligrosa. Declaraciones como la del Sr. Aznar indicando que Pedro Sánchez era un peligro para la democracia y que había que moverse en su contra o la aparición pública de la Sra. Aguirre que haciendo un ejercicio de desclasamiento de nobleza, animaba a cortar el tráfico frente a la sede madrileña del PSOE, no ayudan nada en facilitar una rectificación en la línea de actuación del Partido Popular que en mi opinión es profundamente errónea. La ausencia de una condena expresa y rotunda por parte de la Dirección del PP y su presidente el Sr. Feijóo de los violentos hechos ocurridos hoy en Madrid, es un hecho muy grave que pone de manifiesto la deriva hacia posiciones muy reaccionarias del Partido Popular.
Ese clima de malestar que se iba creando ha sido un caldo de cultivo perfecto para que Vox y demás grupo de extrema derecha hayan entrado en acción provocando graves incidentes en torno a la sede madrileña del PSOE, donde los manifestantes han proferido gravísimos insultos no sólo al presidente del Gobierno en funciones, sino también contra el jefe del Estado e incluso contra la Constitución.
En democracia es muy peligroso que un partido político no acepte sus derrotas electorales y trate de deslegitimar los gobiernos que forman los adversarios políticos; también es muy peligroso que un partido político no respete las instituciones, sino que las erosione.
En mi opinión los graves incidentes ocurridos estos dos últimos días eran perfectamente previsibles y la corresponsabilidad del Partido Popular en ellos, es a mi juicio incuestionable.
Alentar o unirse a quienes no respetan la democracia es muy peligroso porque se corre el riesgo de no poder controlar posteriormente sus acciones. Estoy convencido que la inmensa mayoría de votantes y militantes del Partido Popular son ciudadanos respetuosos de la legalidad y amantes de una convivencia pacífica y me gustaría pensar que serán capaces de exigir al partido mayoritario de la derecha española efectúe una rectificación en toda regla de su actual deriva reaccionaria.
Para concluir quisiera indicar que en mi opinión lo más beneficioso para el país es que se produzca ya la investidura y se forme el nuevo gobierno para actuar con plenitud de competencias y seguir avanzando en la senda del progreso y aumento de derechos y libertades.