Introducción Ucronía, dícese de lo que nunca fue, de lo que no existió en ningún tiempo, como Utopía significa «lo que no existe en ningún lugar». Las ucronías son reflejo de los temores de los pueblos, pero también de sus deseos e ilusiones. Cada pueblo tiene las suyas propias: en el mundo anglosajón son famosas […]
Introducción
Ucronía, dícese de lo que nunca fue, de lo que no existió en ningún tiempo, como Utopía significa «lo que no existe en ningún lugar». Las ucronías son reflejo de los temores de los pueblos, pero también de sus deseos e ilusiones. Cada pueblo tiene las suyas propias: en el mundo anglosajón son famosas las especulaciones literarias sobre el triunfo de opciones históricas que hubieran podido cambiar su destino: la Armada Invencible triunfando sobre Drake en el Canal en el siglo XVI, Bonaparte venciendo a Wellington en Waterloo en 1812, la RAF vencida en la Batalla de Inglaterra en 1940… situaciones sobre las que se especula muchas veces jugando con el miedo al qué hubiera podido pasar. En los EE.UU. de Norteamérica las ucronías más famosas son las relacionadas con el triunfo de la Confederación en su guerra civil de 1861-65. La industria del cine y la literatura de los EE.UU. han colonizado el imaginario del mundo entero y sus ucronías parecen ser la únicas. Nada más lejos de la
realidad: serán las más extendidas, pero no son las únicas. En Europa dos países destacan por sus ucronías, sus historias alternativas en el entorno literario; España y Francia. hace solamente unos meses un relato ucrónico de los escritores españoles Ricard de la Casa y Pedro Jorge Romero («El año que hicimos la Transición») fue publicado en los EE.UU y quedo finalista de los Premios Sidewise de historia alternativa. En Francia son legión las novelas sobre mil y temas de historia divergente (desde Cesar derrotado por los galos a, por supesto, el triunfo de napoleón); en 1999, una novela de Pedro A. García Bilbao y Javier Sánchez Reyes ganó la Mención UPC (Universidad Politécnica de Catalunya), su título fue «Fuego sobre San Juan». En esta obra, la guerra entre los EE.UU y España de 1898, se salda con la aplastante derrota norteamericana en Cuba y Filipinas y se basa en el análisis de las opciones estratégicas de ambos bandos en el conflicto. Hay decenas de obras que podía
mos comentar. Quizá lo hagamos.
Lo que presentamos ahora es sólo una ilusión, no fue real, no ocurrió. Hubiera sido imposible por hondos y serios motivos… pero ¿a que hubiera estado bien? Todo empezó con una interesante invitación del escritor argentino Sergio Gaut vel Hartman sobre la posibilidad de preparar una antología de relatos hispano-argentina con el telón de fondo del fantástico y la ciencia ficción. «y las ucronías son bienvenidas», nos dijo. Esto es un sencillo avance de lo que podría ser una de las innumerables ucronías posibles. Se admiten críticas… Sabemos por experiencia que en las ucronías las críticas le llegan a uno desde diversos bandos, desde todos los bandos. Las ucronías son irreverentes, nos obligan a recordar nuestra historia más allá de lo que aprendimos como tópicos e ideas preconcebidas. Y es que la realidad supera la ficción. Lo que sigue es obviamente una ficción; nos servirá para aprender de nosotros mismos. Para contestar a cada paso de la historia ucrónica debemos conocer la
historia real. El punto de divergencia con la historia real que ustedes y nosotros conocemos está en torno a 1800, aunque los cambios empiezan a notarse en 1808. Recuerden, aunque lo parezca no es sólo una ucronía española sino también profundamente americana, hay cosas en nuestra historia común que a todos nos afectaron. No le echen la culpa a Sergio, es cosa de quienes la suscriben, nada más. Y ahora la ucronía…
Empezó en Bailén
El 2 de Mayo de 1808 la población de Madrid se subleva contra tropas francesas que escoltan a miembros de la familia real camino de Bayona, donde el emperador francés mantiene retenidos «para su protección» a los Borbones españoles. La rebelión es sofocada, pero la lucha se extiende y al poco tropas de línea españolas salen al paso del ejército del gral. Dupont que avanza hacia el Sur. En Bailén, los franceses son derrotados…, pero…
Tras la batalla de Bailén en que las fuerzas napoleónicas sufren su primera derrota en el continente europeo, llega la noticia de que Fernando VII, su padre y hermanos han muerto al ser hundido su barco en la bahía de Bayona por los británicos cuando los franceses les llevaban a lugar seguro lejos de la frontera española. Se reune el Consejo del Reino pero con la desaparición de la familia real los aristócratas no logran ponerse de acuerdo, los liberales se imponen y convocan las Cortes en una ciudad segura, Cádiz. Bonaparte retira sus tropas a la línea del Ebro y declara que Inglaterra al asesinar a la familia Real se ha puesto fuera del mundo civilizado y que apoyará al nuevo gobierno español. Los ingleses desembarcan y atacan Cádiz. Durante el asedio, las Cortes han proclamado la Constitución tras reunirse diputados americanos, filipinos y penínsulares para redactarla. San Martín no ha podido marchar hacia América por el bloqueo inglés y asiste a todo el proceso. Los britá
nicos se alían con los sectores absolutistas para derrotar a los liberales, pero los franceses abren un segundo frente a las fuerzas británicos en el Ebro y el Pirineo y les desgastan sin cesar. San Martín (sí, ese San Martín…) , recibe un encargo: marchar al Río de la Plata con un cuatro regimientos para apoyar al nuevo Virrey, proclamar la vigencia de la nueva Constitución liberal que considera a los colonos como ciudadanos plenos de la nueva Confederación Hispana y vencer las posibles disidencias de realistas absolutistas y de criollos traidores que quieren entregar la colonia a Inglaterra.
San Martín encuentra apoyos rápidamente cuando Liniers, el héroe de la Defensa de Buenos Aires años atrás, reconoce públicamente el cambio de situación política en la península y da por válidas las credenciales de San Martín. En el Palacio del Virrey, Liniers y San Martín proclaman la Constitución de 1809 y las Provincias Unidas del Río de la Plata se unen a la Confederación Hispana que recoge la nueva constitución
En Chile y Perú los realistas absolutistas no aceptan la situación y reprimen a los patriotas que al grito de Viva la nación vitorean la nueva Constitución. San Martin cruza los Andes y derrota a los generales absolutistas y suma Chile a la Confederación. En Venezuela, Bolibar -que pese a vivir felizmente con su esposa y sus hijos pequeños ha encabezado un vigoroso movimiento libertador y se ha convertido en el dirigente principal de los republicanos independentistas- encuentra débiles resistencias a la proclamación de la Constitución, básicamente entre los plantadores y los criollos que desean la independencia para poder explotar libremente a los indígenas y a los antiguos esclavos. Desde el Caribe Inglaterra envía tropas y ayuda a los insurgentes. Bolibar derrota con en los llanos de Venezuela en una gran batalla al contingente de tropas de línea británico que forma el centro del ejército criollo reaccionario mas un puñado de realistas -desorientados por completo tras la si
tuación en la Peninsula- y tras ver arder los transportes ingleses en Cartagena de Indias proclama solemne: «la unidad de los pueblos de América es la única manera de preservar su libertad e independencia. la nuestra es una PATRIA GRANDE y no consentiremos que nadie la divida de forma egoista para crear nuevas esclavitudes a nuestros pueblos ¡¡¡Viva la Confederación Hispana!!!» Bolivar propone a San Martín que América participe con voz propia en el proceso constitucional que vive la península y se amplie la Constitución de 1809. San Martín, que sabe que la división entre ambos sería igual a una terrible guerra y al triunfo de los enemigos de la libertad americana acepta y le estrecha su mano en lo que la historia llamó el Compromiso de Guayaquil, (mayo de 1811).
San Martín y Bolivar convocan un Congreso continental en 1812 que se reune en Bogotá. Sobre la base territorial de los antiguos Virreynatos se eligen diputados y compromisarios y se discute una Constitución Continental que asegure las libertades americanas; la reunión es un éxito y se decide enviar una amplia Delegación de diputados a Cádiz en la península para exponer el proyecto de reforma constitucional que América en pleno demanda. Llegan entonces malas noticias de la Península, azotada por la guerra.
Entre 1809 y 1812, las fuerzas liberales han hecho su bastión de Andalucia Occidental con su base en Cádiz y Sevilla, con enclaves fuertes en Galicia y Asturias, los absolutistas y los británicos les atacan en una curiosa alianza, mientras las fuerzas francesas se mantuvieron en la Línea del Ebro la presión militar contra los liberales fue limitada, pero al retirar Bonaparte sus fuerzas tras la derrota en Rusia, la balanza se inclina contra los liberales.
En junio de 1812, San Martín embarca con 20.000 hombres en la costa de Venezuela, la elite del ejército americano, con soldados de la Gran Colombia, de Chile y con su regimiento de Patricios de Buenos Aires que le ha acompañado desde su cruce de los Andes años atrás. Bolivar y Sucre quedan en América sabedores de la gran tarea que tienen por delante.
En Agosto las tropas americanas desembarcan en la Ría de Vigo y tras reorganizarse trazan un plan para liberar Cádiz y derrotar a los británicos. Rafael del Riego, a la cabeza de los voluntarios asturianos, y el general Lacy con los liberales gallegos se unen al ejército de San Martín. Cruzan el Miño y avanzan por la Costa hacia el Duero. En un mes y medio toman Lisboa y se unen a los liberales portugueses. El campo atrincherado de Torres Vedras cae tras dura lucha con su escasa guarnición privando a los británicos de su retaguardia segura. Wellington levanta el cerco de Cádiz y marcha al encuentro del ejército americano. Durante 4 meses San Martín elude el choque directo y preserva sus tropas. En 1813, Wellington y su fuerza expedicionaria deben reembarcar en Lisboa para reforzar la situación en los Países Bajos por agravarse la guerra con Bonaparte, quien al retirar sus fuerzas de España tiene notable ventaja y está a punto de derrotar a los aliados
En Junio de 1813, San Martín y sus hombres entran triunfantes en Cádiz. El recibimiento es apoteósico y los diputados americanos llevados en hombros. La Constitución Continental de Bolibar y San Martín es discutida y debatida y las nuevas Cortes electas incorporan sus aportaciones, en Diciembre de 1813 se proclama la Confederación Hispana pero esta vez sobre la base de la unión libre de los pueblos de América, de Filipinas y de los antiguos Reinos peninsulares. La guerra ha destruido el país y las infraestructuras, en la Península la Iglesia y los terratenientes desconfían del nuevo gobierno, una monarquía sin Rey, con un gobierno constitucional y una constitución federal, en América los criollos están divididos por la cuestión de la propiedad de la tierra y los derechos de los indígenas y mestizos, pero el comercio con la Península y con Francia (donde Napoleón ha afianzado el Imperio tras la derrota de Wellington y Blücher en la gran batalla de Amiens en enero de 1814) se c
onvertirá en una inmensa posibilidad de desarrollo y riqueza. El siglo XIX se inicia a ambos lados del Atlántico con mucha esperanza en el futuro y una gran ilusión por lograr paz y libertad.
«Pero el futuro, -pensó San Martín, en el buque que le devolvía a Buenos Aires- lo escriben los hombres con sus obras en el presente»
Pedro A. García Bilbao 2004
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