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Una visión sobre el tema de la vivienda

Fuentes: Alasbarricadas

Que la economía es cuestión de fe, debería ser un hecho más que dado por supuesto. Pero en el mundo regido por esta nueva religión -Nuestra Señora de la Santa Economía- el lenguaje pseudo-científico que utilizan nos hace perder la perspectiva, y nos hace creer que su sistema socioeconómico es el único posible. Una de […]

Que la economía es cuestión de fe, debería ser un hecho más que dado por supuesto. Pero en el mundo regido por esta nueva religión -Nuestra Señora de la Santa Economía- el lenguaje pseudo-científico que utilizan nos hace perder la perspectiva, y nos hace creer que su sistema socioeconómico es el único posible. Una de las paradojas de la economía capitalista, la del libre mercado, es precisamente la repetición periódica de crisis del sistema. Sin duda estamos ante el anticipo de una de ellas. Y no será pequeña. Pocas veces a lo largo de la historia contemporánea hemos vivido un momento de crecimiento casi constante, con sólo unas cuantas crisis (las de la reconversión industria, la del crack del 87, la crisis asiática…) -pequeñas a escala global- que no afectaron el normal funcionamiento del sistema por lo menos desde aquella, lejana ya, crisis del petróleo.

Y sin embargo, la generalización del sistema de crédito, el endeudamiento de los ciudadanos, ha cambiado muchas cosas. Se explica por el bombardeo desde los medios de propaganda del capital, la sensación de que «todo va bien», que no habrá más crisis en el horizonte, y que es el momento de endeudarse para consumir más y más (un coche nuevo cada dos o tres años, una segunda residencia, una nevera nueva…). Con esta medida han conseguido que 2 millones de personas en el estado español (aunque sea una tendencia mundial) se metan en una dinámica de deudas a largo plazo que puede cambiar sus vidas para siempre.

Y es que el precio de «vivir bien» (¿lo material hace la felicidad?) es verse envueltos en una vida sometida. Con hipotecas a 30 años no puedes permitirte el lujo de quedarte en el paro. No puedes permitirte que te echen de tu lugar de trabajo por no dejarte pisar o por pedir mejores condiciones. Al contrario, pisarás a tu compañera/o y harás lo que esté en tus manos por seguir cobrando a fin de mes el dinero suficiente para pagar tus hipotecas. Al fin y al cabo, crees que tienes una casa, un piso, un coche… aunque la realidad es que son propiedad del banco hasta que no termines de pagar el último plazo.

Nos meteremos de lleno en una época que recuerda al feudalismo. ¿Alguien ha oido hablar de hipotecas de 120 años que hay en los EEUU? Ya hay hipotecas de 50 años en España. Son créditos que seguirán pagando las generaciones futuras. Hemos perdido el sentido de la realidad. Parece que no sepamos a qué estamos jugando. Vivimos en el mundo de los esclavos felices.

Aunque la vivienda siempre ha sido motivo de especulación, no es hasta cerca del año 2000 cuando su valor se ha disparado. Una de las causas es la mejora del nivel de vida general, de occidente (no hablemos de la rapiña que se ha hecho en el resto del mundo para conseguir este nivel). Otra causa es que las fortunas hechas a partir de aquélla llamada revolución tecnológica en la que se ganó tanto dinero (la comparaban con otra revolución industrial) se reinvirtieron en la construcción. Y así nos va: ya hemos construido casi toda la costa mediterránea (el 19% de toda la costa española según GreenPeace). Se construye a mansalva, más que nunca. Y muchas de estas nuevas viviendas apenas serán habitadas. Esto es lo triste. Son construidas directamente para especular.

He dicho antes que se acerca una crisis en este tema. Todo lo que sube tiene que bajar. Y es que el valor real de los terrenos y de los pisos es el valor catastral, que viene a ser hasta la cuarta parte del valor por el que se están vendiendo algunos pisos. Nos venden humo. Por eso digo que la economía es cuestión de fe. Si tú te crees ese precio, es lo que vale. Un papel no tendría valor si nadie se lo creyera, y ahora lo tiene (los billetes o los cheques de banco por ejemplo). Lo mismo ocurre con la propiedad. Mucha gente cree que el pisito que hoy compras a 50 millones lo podrás vender a 80 y lo que compres a 80 a 100… es como una lotería en la que todos ganan… hasta que nadie te compre tu casita y entonces te la tienes que comer.

La crisis está en la inminente subida de los tipos de interés y del índice Euríbor por el que se calcula el valor de los créditos. Vemos que por culpa de la comatosa situación de la economía norteamericana (déficit público, ingentes gastos militares, corrupción a mansalva…) y la aparición de un serio competidor (el euro) se está perdiendo la confianza en el dólar. Y desde la Reserva Federal, se defienden subiendo los tipos de interés. Con ello tratan de hacer más atractiva su moneda haciendo que el interés generado por tener dólares crezca. Europa para contrarrestar tiene que hacer lo mismo con los tipos que regulan el Euro, entrando por ello en una etapa alcista. También tenemos el Euríbor, que es un tipo de interés entre los bancos (cuando uno le presta a otro dinero) y está entrando en la misma tendencia alcista.

Esto a nivel familiar o personal se traduce en que el dinero que tienes en el banco genera más interés, pero que a la vez, si le debes dinero al banco éste interés aumentará. Y como tenemos casi 2 millones de hipotecas, pues el dilema está ahí. Aumentan los avisos alarmistas desde los medios. Por ejemplo, la Asociación Hipotecaria Española (AHE) [1] alerta de que el sistema se ha descontrolado. Y que si esto de hipotecarse sigue así, la cosa va a irle muy mal a mucha gente. Vemos ya mismo cómo aumentan los deshaucios [2] a personas que no se pueden permitir seguir pagando estos precios. Ahora será cuando veamos de veras el lado inhumano del sistema.

Los tipos de interés no van a bajar. Se habla de un 4% para finales de año. Y como el dólar caiga, la cosa va a ir a peor. No será una crisis pasajera, sino permanente. Y ya veremos si eso de que «cada cual se saque las castañas del fuego» es verdad. La solidaridad comunitaria está bajo mínimos en este sistema deshumanizado e individualista. Por eso resultan raros los casos de vecinos protestando el deshaucio de otra gente. Pero el caso es que alternativas no faltan.

En primer lugar hay que volver a generar estas comunidades de resistencia que ahora están agonizantes. Actualmente tenemos la respuesta. Hay que evitar los deshaucios y los desalojos. Se necesitan grupos de resistencia. No se puede dejar actuar a los bancos impunemente. Habría que convertir cada desahucio en una lucha entre la comunidad y los bancos -por que afecta o puede afectar a todos.

Y se debe entender que esto es una parte más de la vida precaria que muchos llevamos. La lucha contra la precariedad debería estar ligada con la lucha por una vivienda digna y con la lucha contra este tipo de desalojos. Por ello se debe fomentar algún tipo de huelga de hipotecas y de alquileres. En principio es muy complicado poner de acuerdo a tanta gente para realizar acciones directas de este tipo. Pero no debemos desmoralizarnos. Con el tiempo habrá mucha más gente interesada. Esta debería ser una labor a más largo plazo, con campañas extendidas en el tiempo.

Y cuando existan edificios vacíos, no se debe dudar recurrir a su okupación. A parte de en el mundillo alternativo se ha hecho en Sevilla una okupación vecinal con relativo éxito [3]. La única alternativa a ser esclavos de los bancos con hipotecas imposibles de pagar es luchar. Crear comunidad, acción directa, confluencia con otras luchas y no rendirse. Como dicen los futboleros: A por ellos !