En mayo de 2005, el Juzgado de Instrucción número 25 de Madrid archivó la denuncia por torturas de Unai Romano. Sus abogados interpusieron un recurso de apelación contra el sobreseimiento del caso. No obstante, en un auto fechado el 10 de enero, al que GARA ha tenido acceso, la Audiencia Provincial rechaza este recurso dando […]
En mayo de 2005, el Juzgado de Instrucción número 25 de Madrid archivó la denuncia por torturas de Unai Romano. Sus abogados interpusieron un recurso de apelación contra el sobreseimiento del caso. No obstante, en un auto fechado el 10 de enero, al que GARA ha tenido acceso, la Audiencia Provincial rechaza este recurso dando así por concluidas las diligencias, y avalando los criterios por los cuales el Juzgado de Madrid dictó el archivo provisional. Con ello, el caso queda sobreseído de forma definitiva por los tribunales españoles, a falta de lo que pueda decir el Tribunal Constitucional, instancia a la que llegarán los abogados del joven gasteiztarra.
Pese a la prueba gráfica del estado en el que Romano ingresó en prisión el 7 de setiembre de 2001, un día después de su detención en Gasteiz, la juez dice no observar indicios de torturas y se inclina por la teoría de la autolesión, es decir, la versión defendida por la Guardia Civil. Es más, considera «acreditado que el denunciante aportó un informe de audiometría falso a fin de lograr objetivar su denuncia de haber sido golpeado en el oído».
Ya en uno de los primeros párrafos del auto, concluye que «el recurso no puede prosperar porque las diligencias tendentes a averiguar la naturaleza de los hechos ya se han practicado y de las mismas no se desprenden indicios delictivos».
Aunque reconoce la existencia de lesiones, más que evidentes en las fotografías y en los cortes seriados de la Tomografía Axial Computerizada (TAC) que le practicaron el 7 de setiembre de 2001 en un hospital madrileño, la magistrada ponente insiste en que «no fueron causadas por los imputados», decantándose una vez más por la teoría de que Romano se golpeó a sí mismo.
«Contrainformes objetivos»
«Si bien hay un informe presentado por el perito de la acusación particular que considera que pudieran haber existido malos tratos, existen una serie de contrainformes más objetivos que no sustentan dicha versión sino que avalan la autolesión», reitera la magistrada.
El informe al que se refiere en tono crítico es el realizado por el prestigioso especialista en Medicina Legal y Forense Francisco Etxeberria, que concluyó que el origen de las lesiones de Romano «son múltiples golpes de no mucha intensidad en distintas partes de la cabeza». Este diagnóstico concuerda con el relato del joven sobre lo ocurrido cuando estaba en manos de la Guardia Civil.
Tanto en su valoración médica como en la declaración que prestó el 30 de setiembre de 2004 en el Juzgado de Instrucción número 25 de Madrid, Etxeberria descartó «totalmente» que el cuadro clínico que presentaba tras su detención se debiera a «un fuerte traumatismo craneal en la región frontal», como alega la Guardia Civil en su teoría de la autolesión.
El TAC muestra «una distribución de hematomas que superan la región frontal», recalcó el forense. En su opinión, todas esas marcas «no se pueden justificar por un solo traumatismo que, además, debería ser de una gran intensidad». En esa línea, sostuvo que «la existencia de hematomas distribuidos de forma generalizada revela varios golpes».
En la exhaustiva explicación que ofreció en el informe y en su posterior declaración judicial, Etxeberria afirmó que «un traumatismo frontal voluntario contra una pared lisa y sin interposición de otras estructuras blandas es inverosímil que produzca un edema generalizado de todo el neurocráneo».
Si la causa de un edema de esas características hubiera sido un traumatismo craneal muy fuerte, «debería de haber ido acompañado por un estallido de la piel de la zona directamente afectada». En ese caso, el punto de impacto hubiera sufrido, según detalló, «un llamativo cambio de color acompañado, cuando menos, con escoria- ción (rozadura o irritación) de la piel y/o herida contusa que en este caso no existió y hubiera sido muy objetiva».
Estas fueron las conclusiones que arrojó Francisco Etxeberria, que en su larga trayectoria como especialista ha ejercido de profesor en esta materia en la UPV y ha tomado parte de forma directa en el análisis de restos de víctimas de la guerra del 36 o de los refugiados muertos por los GAL Joxean Lasa y Joxi Zabala.
La magistrada escoge otros diagnósticos. Destaca que «según los informes y declaraciones de los numerosos médicos que le examinaron, las lesiones no fueron causa de múltiples golpes como se denuncia, sino fruto de un solo golpe en la región frontal con una superficie plana y dura». Para reforzar su teoría de que Romano se golpeó voluntariamente, cita unas declaraciones de la médico Forense Ana Aizcorbe en las que ésta manifestó que «no son infrecuentes dichas lesiones en los calabozos cuando los detenidos intentan autolesionarse para procurarse cualquier sustancia o que se les atienda». Argumenta, además, como elemento añadido que el joven gasteiztarra se mordió las venas de sus muñecas, un hecho que él mismo ha admitido siempre.
La conclusión a la que llega la juez de Madrid es la siguiente: «En fin, ninguno de los malos tratos referidos en la denuncia, tales como sesiones con electroshock en pene y testículos y zona retroauricular, haber sido golpeado en forma múltiple y repetida, haber sido golpeado en el oído, estallándole el tímpano, se corrobora con los informes médicos».
También descarta que hubiera sufrido tortura sicológica. En su denuncia, Romano relató como en uno de los interrogatorios «me dicen que han detenido a mi madre y que está camino del pantano que está cerca de Vitoria (…) Me dicen que le están haciendo el ‘ascensor’, atada por los pies y en el agua (…) Uno de ellos me comunica que mi madre ha fallecido».
Para la juez, «no hay ningún dato» sobre «algún ataque a su integridad moral»
Ante el archivo de las diligencias previas, los abogados de Unai Romano presentaron un recurso de apelación, ahora rechazado. La defensa de la Guardia Civil también hizo su particular petición. Solicitó que se proceda la deducción de testimonio del joven gasteiztarra y su remisión al Juzgado Central de Instrucción Decano de la Audiencia Nacional «como autor de un delito continuado de denuncia falsa en concurso con un delito de colaboración con banda armada, un delito de falsificación y un delito de falso testimonio».
En el escrito, al que este medio ha tenido acceso, los abogados de la Guardia Civil vuelven a esgrimir la teoría de que Romano «se autolesionó propinándose un fuerte golpe en la parte frontal de su cabeza contra la pared del calabozo y mordiéndose las muñecas».
Aún van más allá y le acusan de introducir una audiometría falsa en los archivos médicos de la empresa donde trabajaba. Y aunque el joven gasteiztarra todavía no ha sido juzgado y, por tanto, no existe ninguna sentencia, los abogados de la Guardia Civil dicen que «la denuncia interpuesta por el miembro de la banda terrorista ETA Unai Romano no es un hecho aislado, sino que se corresponde con el protocolo de actuación que siguen de forma sistemática los miembros de la banda terrorista ETA cuando son detenidos, el cual viene elaborado en los manuales elaborados por ETA».
Añaden que «resulta evidente el milimétrico cumplimiento de las órdenes de ETA, limitándose a seguir punto por punto todas las instrucciones que se contemplan en las directrices de la organización terrorista, lo que supone una meridiana y evidente colaboración de Romano con ETA, al realizar las actividades propugnadas por la misma consistente en la presentación de denuncias por torturas de contenido falso». Y para reforzar esta teoría, citan 22 casos en los que las denuncias fueron archivadas, entre ellas, la de Iratxe Sorzabal, Sotero Etxandi, Kristina Gete, Jesús Mari Lonbide, Laura Riera, Juan Carlos Subijana…
En una comparecencia que realizó en junio de 2005 para valorar el auto del Juzgado de Madrid, Romano lo calificó de «auténtica vergüenza». «Tenemos una foto. Así me dejó la cara la Guardia Civil después de día y medio de torturas e interrogatorios», concluyó.