Un estudio de GESOP elaborado por encargo del Consorcio de Educación de Barcelona pone cifras a la brecha digital y concluye que el 19,3% del alumnado con vulnerabilidad desconectó totalmente o casi de la escuela durante el confinamiento.
Menos seguimiento del curso a distancia, menos horas diarias para los que sí lo hacían y también menos encuentros online con profesores y compañeros. En cambio, un nivel de contacto con sus profesores muy similar. Esta es la síntesis del resultado de un estudio que el Consorcio de Educación de Barcelona encargó a la consultora GESOP cuando ya hacía un poco más de un mes que duraba el confinamiento. A partir de 600 llamadas aleatorias realizadas entre el 27 de abril y el 5 de mayo, la mitad de las cuales familias de alumnos que el Consorcio de Educación tiene catalogadas como vulnerables, el estudio mide la distancia con respecto a oportunidades educativas que separó este colectivo del resto. Los resultados se debían presentar en julio, pero por problemas de agenda no se llegó a convocar la prensa. Sí se hicieron presentaciones restringidas a representantes de la comunidad educativa y se colgó en su web.
De acuerdo con los datos del Consorcio, Barcelona tiene 19.400 alumnos con situación de alta vulnerabilidad, una cifra que representa el 10,8% de los 180.000 alumnos que cursan segundo ciclo de educación infantil, primaria o ESO en la ciudad. El estudio recoge las características de este alumnado, de sus progenitores o tutores, de la vivienda donde pasan el confinamiento, los recursos que tienen a su alcance, de la forma y condiciones como están (es decir, estaban) siguiendo el curso escolar a distancia y del resto de rutinas cotidianas de su confinamiento. Para poder establecer una comparativa, se decidió que, aparte de las encuestas a estas familias, se haría lo mismo con una «muestra de control», es decir, familias que no se encuentran en situación de vulnerabilidad.
Así, por ejemplo, estos 19.000 alumnos viven en hogares más pequeños y ocupadas por más personas, si bien sólo el 52,7% pasaba el confinamiento con sus dos progenitores (75% en la muestra de control); para la gran mayoría (75%) el castellano es su lengua habitual, los ingresos mensuales netos de estos hogares es de menos de la mitad que el resto y en cambio hay más del doble de personas adultas en situación de desempleo. Un tercio de estos alumnos se concentran en los distritos de Nou Barris y Ciutat Vella.
Falta de herramientas telemáticas
Cuatro de cada diez alumnos en situación de vulnerabilidad no disponía de tableta o computadora para conectarse con la escuela (a la muestra esta proporción era de medio de cada diez), y entre los que sí disponen la mitad las debían compartir; un tercio de los alumnos no disponía de mesa propia para estudiar (un cuarto en la muestra), el 14% no tenía internet en el hogar o sólo tenía a través del móvil (3,2% en la muestra) y el 18% no seguía el curso a distancia (2,8% en la muestra), una situación que se acentuaba especialmente en la etapa infantil. La principal razón alegada para no seguir el curso era la falta de herramientas para hacerlo.
La encuesta también se interesaba por el tiempo diario que dedicaban los alumnos al seguimiento del curso escolar: la media de las respuestas del alumnado vulnerable daba 2 horas y 16 minutos, que eran diecisiete minutos menos que el resto. Seguramente menos diferencia de la esperada, consideran los autores del estudio, los cuales subrayan que, por el contrario, cuando se preguntaba si se hacían encuentros online con profesores y compañeros, el 86,1% de los alumnos de la muestra contestaban afirmativamente, un porcentaje que caía más de veinte puntos, hasta el 64,6% de, en el caso del alumnado vulnerable.
En cambio, el estudio constata que no hay prácticamente ninguna diferencia en cuanto al contacto que unos y otros tuvieron con sus profesores (casi el 90% de los encuestados en ambos grupos), ni al porcentaje de los que reciben un retorno de las tareas que entregan (67% los del grupo vulnerable y 72% el resto). Sí había, en cambio, diferencias en la forma como las entregan, ya que los que están en situación de vulnerabilidad lo hacen todo por e-mail, mientras que en el resto predominan plataformas online como Moodle.
Más desconexión en infantil y en la pública
«Se observa –apunta el estudio– que la etapa infantil es la que concentra las mayores diferencias en este indicador, diferencias que se van reduciendo a medida que avanzan los cursos, aunque sin llegar nunca a igualarse. Este fenómeno se da en otros indicadores relativos al seguimiento del curso escolar a distancia y pone de manifiesto que es la etapa infantil y, en menor medida, la primaria donde hay que hacer más esfuerzos para reducir las desigualdades entre ambos colectivos».
En cuanto a la diferencia entre pública y concertada, el estudio apunta que el alumnado vulnerable se concentra en la pública, en un 73%, pero que el de la concertada (tanto si era vulnerable como si no) desconectó menos que el de la pública. De hecho, apunta, «esta desventaja de los que van a centros públicos respecto a los que van a concertados no es un fenómeno propio de los que están en situación de vulnerabilidad sino de todo el colectivo».
La encuesta también se interesaba por el estado anímico de los niños y jóvenes: «Se observa que los alumnos en situación de vulnerabilidad presentan peores resultados que los de la muestra de control en todos los indicadores sobre su estado de ánimo. Así, un 47,7% se aburre, un 37,3% se enfada y un 22,1% se angustia, porcentajes que se sitúan unos diez puntos por encima (o más) respecto a los recogidos en la muestra de control».
Índice de Oportunidades de Aprendizaje
Posiblemente, la parte más innovadora del estudio es que, «a requerimiento del Consorcio e inspirados por el trabajo de los profesores de la UAB Xavier Bonal y Sheila González», se presenta un nuevo indicador, al que el GESOP llama Índice de Oportunidades de Aprendizaje (IOA). Partiendo de los datos de la encuesta, este índice «busca medir en qué grado los alumnos han podido seguir con el curso escolar a distancia durante el confinamiento». Las diferentes variables que mide son las horas al día que se dedican al estudio, los encuentros online, la recepción de materiales escolares, si los profesores encargan tareas en las que el alumno necesita la ayuda de un adulto o que puede hacer solo, y si hay un retorno/corrección de estas tareas.
Poniendo en combinación todas estas variables se ve que hay un 19,3% de los alumnos vulnerables que obtienen un 0% de este EUA; es decir, que durante el confinamiento estaban totalmente o casi desconectados (o bien no seguían el curso o bien no hacían las actividades que les encargaban o bien no le dedicaban el mínimo de horas diarias aceptable). En el caso del alumnado de la muestra en esta situación se encontraban el 3,2%. Por el contrario, un 15,5% del alumnado vulnerable obtenía un 100% de EUA; es decir, seguían el curso a distancia, entregaban las tareas (y recibían un retorno por parte de los docentes) y llegaban a los niveles óptimos de horas diarias dedicadas a todo ello. En el caso del alumnado no vulnerable este porcentaje se duplicaba, hasta el 33%.
Entre el 0 y el 100 hay todo lo demás, que el estudio divide en dos tramos más (1-50% y 51-99%). Al final, la media es del IOA es del 58,4% entre el colectivo vulnerable y del 77,8%, casi veinte puntos más, en el resto.
Artículo publicado originalmente en Catalunya Plural. Puedes leerlo en catalán aquí.