En estas últimas semanas, cualquier que vea la televisión aunque sólo sea unos minutos al día, estará asistiendo atónito a la nueva campaña «verde» lanzada por la cadena multinacional de hipermercados (y de la explotación) Carrefour. Rosa, Hernán, Juan Carlos, Celia, Paco, Nieves, Amelia y Francisca son los protagonistas de los siete anuncios de esta […]
En estas últimas semanas, cualquier que vea la televisión aunque sólo sea unos minutos al día, estará asistiendo atónito a la nueva campaña «verde» lanzada por la cadena multinacional de hipermercados (y de la explotación) Carrefour.
Rosa, Hernán, Juan Carlos, Celia, Paco, Nieves, Amelia y Francisca son los protagonistas de los siete anuncios de esta campaña, personas que creen en un crecimiento sostenible y duradero,y que, por ello, acuden a hacer sus compras a Carrefour (sic).
La nueva campaña, tiene por eslogan «en positivo», y, según la definen sus propios creadores, la campaña «hace hincapié en el compromiso de la compañía con el medioambiente, las comunidades de su entorno y la sociedad en general, y lo hace contando lo que hace Carrefour para promover un crecimiento sostenible: retirar las bolsas de plástico, proteger los recursos naturales y biodiversidad, desarrollar productos sostenibles, apoyar a las PYMES y a los productores locales, etcétera».
Los anuncios, además de reproducir estereotipos «verdes» que rozan el esperpento, pretenden transmitir la visión de una compañía solidaria y honesta, comprometida con valores humanos que van más allá de los clásicos valores propios de toda empresa capitalista: la maximización del beneficio, pasando por encima de quién y de lo qué haga falta, caiga quién caiga. Un lavado de imagen en toda regla.
Carrefour, empresa conocida por sus prácticas antisindicales y de explotación laboral a gran escala, templo del consumo compulsivo diseñado para que el consumidor compre todo aquello que no necesita y un poco más, fomentadora de los valores consumistas más irracionales, aquellos que, precisamente, están poniendo en jaque los recursos naturales del Planeta, quiere ahora convencernos de ser una empresa solidaria y comprometida con el medio ambiente y la sociedad. Surrealista. Sonaría a chiste si no fuese porque es bien sabido que en el mundo onírico de la publicidad, todo es posible.
Denuncias de UPA y COAG
Pero si bien dicha campaña es ya de por sí bastante poco creible para cualquiera con un mínimo de conocimiento sobre el funcionamiento real de dicha empresa, no deja de ser llamativo que tal campaña publicitaria converga en el tiempo con una lluvia de demandas a la compañía por su estrategia para hundir a los pequeños olivareros andaluces, aquellos que no se ven ni se han visto beneficados en cantidades multimillonarias por las ayudas al sector llegadas desde Bruselas.
A una misma vez que la empresa quiere transmitir una imagen «en positivo» de su actividad capitalista, los pequeños olivareros andaluces están viviendo en sus propias carnes todo lo que de negativo hay en las intenciones comunes de esta multinacional. UPA y COAG han denunciado a Carrefour ante la autoridades de consumo por la ‘venta a pérdidas’ (por debajo del precio de compra al proveedor) de aceite de oliva virgen extra de su marca blanca en Andalucía, Aragón, Castilla-La Mancha, Cataluña y Murcia.
En las denuncias presentadas ante las organismos de cada comunidad autónoma, las organizaciones agrarias adjuntan un folleto publicitario en el que se muestra en portada una oferta de aceite de oliva virgen extra y virgen extra frutado, marca Carrefour, cuyo precio final de venta al público es de 1,76 euros por litro. Según los datos oficiales, el precio medio en origen no se ha situado por debajo de ese nivel en ningún momento del año 2010, ni en lo que va de año.
Esta práctica no es nueva, en los últimos años se han presentado cientos de denuncias por ventas a pérdidas y el 45 por ciento de ellas dirigidas a Carrefour. Sin embargo, las autoridades, siempre prestas y dispuestas a defender los intereses de las grandes compañías, poco o nada han hecho para evitarlo.
Al final pagarán los trabajadores/as
Si bien dicha actitud puede servir de ayuda a los delicados bolsillos de los consumidores a corto plazo, las organizaciones de agricultores denuncian que puede poner en serio riesgo la supervivencia del sector olivarero andaluz a medio plazo. Un sector que da trabajo a miles de andaluces e inmigrantes cada año, y que, además, es uno de los productos de referencia de Andalucía en el extranjero, por su calidad, por su denominación de origen, y por sus demostrados efectos benéficos para la salud.
No pretendemos aquí, obviamente, defender los intereses de los olivareros andaluces. Sin embargo, pasar por alto el impacto que un hundimiento del sector olivarero tendría para con la economía andaluza y el futuro laboral de miles de trabajadores y trabajadoras de esta tierra, sería obviar la realidad. Estas prácticas del Carrefour, simplemente atentan contra el futuro de muchos pueblos y comarcas de Andalucía, especialmente en las provincias de Jaén, Córdoba y Sevilla. No es poco el beneficio que la actividad olivarera genera.
Si no se pone freno a las mismas, al final, como siempre, serán los trabajadores y trabajadoras quienes acaben pagando las consecuencias, aunque, en su momento, se hayan ahorrado un par de euros en la compra de una botella de aceite.
Y todo, por supuesto, «en positivo» (para la cuenta de resultados de Carrefour).