Pese a que todos los comentarios en los ámbitos de la izquierda real sobre las elecciones generales van por otros derroteros (la debacle ¿final? del llamazarismo) creo que un elemento fundamental se está pasando por alto. En el congreso de los diputados, en el grupo mixto, junto a Nafarroa Bai, el BNG o los restos […]
Pese a que todos los comentarios en los ámbitos de la izquierda real sobre las elecciones generales van por otros derroteros (la debacle ¿final? del llamazarismo) creo que un elemento fundamental se está pasando por alto. En el congreso de los diputados, en el grupo mixto, junto a Nafarroa Bai, el BNG o los restos de IU, estará sentada la señora Rosa Díez (curiosa foto grupo). Ha conseguido, contra muchos pronósticos, meter a UPyD en el parlamento. Todos conocemos las dificultades de realizar una campaña en el estado español, romper el bipartidismo y obtener representación y, en pocos meses desde su fundación, UPyD lo ha conseguido.
¿Qué es UPyD? ¿Es un partido socialdemócrata? ¿Es conservador? ¿Es liberal? El truco sería, para contestar a esa pregunta, irnos a sus propuestas y desentrañar de ellas una ideología coherente. Ellos mismos niegan las categorías izquierda y derecha (se ve en su página web) pretenden haber superado esa distinción. Pretenden no defender los intereses «particulares» de ningún colectivo (sea este una clase social, o una comunidad nacional) sino los «generales», que trascienden las particularidades concretas, los intereses de «España» la armonía entre todos los grupos que componen esa comunidad trascendente, un proyecto común.
Y esto, no nos engañemos, suena muy bonito. Pero no es un invento de ahora. Desde el punto de vista del análisis politilógico (que alguien me lo niegue, por favor) yo encuentro estas pretensiones idénticas en el fondo (aunque actualizadas en la forma) de las obras de dos «grandes» pensadores latinos de la primera mitad del siglo XX: Benito Mussolinni y José Antonio Primo de Rivera. Ambos levantaros sus banderas en contra tanto de los que defendían los intereses de la clase obrera como de los que postulaban un sistema controlado por los propietarios (como decía Blasco Ibáñez: que decida el que tenga algo que perder), dado que ambos rompían la unidad de la patria (como dice UPyD). Ambos lanzaban diatribas contra la clase política y el sistema existente, con radicalidad y usando anecdotillas como fundamentación última de su crítica (como UPyD).
Ambos, en fin, presentaban un programa político que, fuera de las apariencias pseudorevolucionarias, estaba completamente vacío de contenido y acabó poniéndose al servicio de las clases dominantes. ¿Tiene contenido el programa de UPyD? Uno de sus cabezas de lista, preguntado por su programa económico en una universidad pública de Madrid contestó que había que eliminar el cupo vasco ¿ese es todo el programa? ¿eso es lo que usted opina de economía? ¿usted, que es todo un profesor universitario? No sé a ustedes pero esto a mí me da miedo.
¿Quién ha votado a UPyD? Pues los mismos que constituyeron en un principio FE: la pequeña burguesía radical, descontenta con el sistema, que en otros contextos había pasado a engrosar las filas de las fuerzas revolucionarias. La apariencia progresista del lenguaje que usan lo hace doblemente peligroso.
Las conclusiones de todo esto pueden conducir a una verdad incómoda (como la del «amigo» Al Gore). La izquierda real lleva unos años diciendo varias cosas:
1ª Que el sistema actual, nacido de la «transición» es una filfa desde el punto de vista democrático. Verdad.
2ª Que está empezando a generarse un descontento social con el mismo. Verdad.
3ª Que era pensable la aparición de una fuerza política que enarbolara este descontento. Verdad.
Lo que nunca habíamos dicho es que la crisis sistémica no tenía que ser gestionada necesariamente por las fuerzas revolucionarias, sino por la reacción. Hay es donde creo que juega UPyD. La debacle de IU (de la que habrá que hablar otro día) y sobre todo su nula independencia con el PSOE ha dejado esto en bandeja. Muchas gentes, que se reconocen progresistas, pero que ya no se creen (con toda la razón del mundo) los cantos de sirena de ZP, se han refugiado en lo que, gracias a años de ideología hegemónica españolista inoculada en vena, parecía la izquierda alternativa e independiente del PSOE-PRISA. El viejo truco de los fascismos. Porque, seamos serios, fuerzas como DN nunca podrán encabezar un movimiento reaccionario de masas, no tienen más progresión que seguir siendo una banda de maleantes (y hacer muchísimo daño). Las nueva generación de nacional-populistas se parecerá más a UPyD. Y será mucho más peligrosa.
Como aviso a navegantes: la responsabilidad del crecimiento de este partido es nuestra y sólo nuestra. O articulamos para ya mismo (mejor hoy que mañana) una alternativa política anti-régimen creíble, que haga trabajo político didáctico, que defienda la ruptura con la constitución del 78, el derecho a la autodeterminción de los pueblos y el cambio a una economía social, defendiendo las formas de democracia directa y participación o engendros como UPyD van a gestionar (gracias a los fondos que vienen de donde todos sabemos) el descontento que pueda surgir. El salto de recuperadores a reaccionarios es muy cortito.
La pelota está en nuestro tejado.