Hay escritores que se hacen sombra a sí mismos. Algún aspecto de sus obras descuella tanto que opaca, al menos en parte, otras facetas de su producción que, de corresponder a otro autor, le granjearían fama bien fundada. Tal el caso de la narrativa de Vallejo, muy valiosa, pero menos leída que sus poemas. Vallejo […]
Hay escritores que se hacen sombra a sí mismos. Algún aspecto de sus obras descuella tanto que opaca, al menos en parte, otras facetas de su producción que, de corresponder a otro autor, le granjearían fama bien fundada. Tal el caso de la narrativa de Vallejo, muy valiosa, pero menos leída que sus poemas.
Vallejo publicó la novela El tungsteno, de temática social e indigenista, que sirvió de influencia a José María Arguedas, y la novela corta Fabla salvaje, en la que puede notarse la influencia de Edgar Allan Poe. Pero lo más logrado de su narrativa son los cuentos.
En 1923, unos seis meses después de publicado Trilce, apareció Escalas melografiadas, colección de cuentos dividida en dos secciones: «Coro de vientos«, con seis relatos, y «Cuneiformes«, textos marcados por los casi cuatro meses -entre 1920 y 1921- que el poeta pasó en prisión, en la ciudad de Trujillo, por razones políticas. Con posterioridad, fueron apareciendo en diferentes revistas varios cuentos más, algunos de ellos póstumos. En estos cuentos, el lector encontrará las mismas preocupaciones éticas, sociales, políticas y metafísicas que son centrales en la poesía vallejiana. Así, el tema de la muerte -y en particular de la muerte materna- como hecho irreversible y barrera infranqueable, es central en «Más allá de la vida y la muerte«, primer cuento publicado por el autor.
En cuentos como «Paco Yunque» y «El vencedor«, la miseria, la injusticia y la violencia se muestran de modo muy cruel, pues ocurren entre niños. En ambos relatos puede verse la tendencia de Vallejo a ponerse del lado del que sufre. En «El vencedor«, al describir una pelea entre condiscípulos desde el punto de vista de uno de sus compañeros, que está mirando, el narrador irá cambiando su simpatía hacia el contendiente que vaya perdiendo.
En lo referente al estilo, puede notarse en el autor la misma evolución que sigue en su poesía. Así, hay piezas de una suntuosidad verbal deudora de influencias modernistas iniciales, como por ejemplo Julio Herrera y Reissig, otros en los que puede notarse la complejidad característica de la vanguardia -los textos de «Cuneiformes» y «Contra el secreto profesional«, que se incluyen en los apéndices del libro- y también otros de efectiva sencillez, como «Paco Yunque» o «Los soras«, más emparentados con la estética de los Poemas humanos. Debe prestarse especial atención a «Los caynas«, cuento que aborda el tema de la locura, y «Mirtho«, que explora los problemas de la identidad y la incomunicación.
El estudio preliminar, a cargo de Guillermo García, es muy útil en dos sentidos: ubicar a Vallejo dentro de la vanguardia latinoamericana de los años 20 y explicar sus ideas acerca de esa misma vanguardia. El poeta peruano alerta contra la vanguardia entendida como mera moda. La verdadera novedad de la poesía no consiste en atiborrar los textos de palabras que refieran a los adelantos científicos y tecnológicos de la época, para que suenen modernos, sino en mostrar una sensibilidad nueva, una manera nueva de ver la realidad y estructurar el discurso. Puede haber textos de lo más vanguardistas en los que no se mencione ningún objeto moderno. Puede haber poemas cuajados de aviones, automóviles y toda clase de máquinas, por imitación del Futurismo italiano, pero anticuados en su sentido y estructura.
Es que el mero festejo de la novedad técnica o científica impide cimentar otra cosa que modas pasajeras: lo novedoso de hoy está olvidado a los pocos meses. En cambio, el concepto vallejiano de vanguardia, más profundo, no solo permite inaugurar una nueva tradición literaria, sino que además termina incluyendo de modo permanente la obra renovadora y al principio incomprendida dentro de una tradición más amplia y duradera.
Muchos autores de vanguardia más «exitosos» que Vallejo gozaron de su cuarto de hora, pero el peruano sigue todavía vigente.
Cuentos completos, de César Vallejo. Losada, Buenos Aires, 2008. Distribuye Océano. 200 págs.
Fuente: http://www.elpais.com.uy/Suple/Cultural/09/11/20/cultural_454666.asp